Gabriela de Varona conocida en la Revolución con el nombre de “La Golondrina”, nació en la. provincia camagüeyana.
Llena de fe, con un corazón bondadoso y con un carácter de suprema energía, abrazó la causa de 1868 y desde entonces, puede asegurarse que no descansó trabajando siempre a favor de Cuba.
Esta benemérita patriota fue de las mujeres cubanas que más servicios prestaron en la causa de la Libertad, una de las que más penalidades sufrió y seguramente de las que más ingratitudes recogió por su labor magnífica y desinteresada.
Perseguida, desterrada y con todos sus bienes embargados, luchó sin descanso sobreponiéndose a tantas desdichas.
Haciendo un recuento a grandes rasgos de la vida de esta cubana ejemplar diremos lo siguiente:
En la revolución de Yara perdió a su esposo, a su padre y a sus tres hermanos. Al terminar la guerra no quedaba un solo hombre vivo en su familia.
En el 1895, su casa fue centro de conspiración y acordados todos los planes a seguir, salió personalmente a la manigua acompañando a los soldados de la Revolución.
Con las pocas joyas de oro que le quedaban mandó a fundirlas para regalarle las estrellas al insigne Generalísimo Máximo Gómez. Estrellas que le envió envueltas en una estampa de la santa patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Pasó prisiones horrendas en la “Casa de las Recogidas”. Puesta en libertad siguió trabajando por la independencia de Cuba.
En la paz, jubilosa por el hecho de ver libre su patria, sin pedir nada, necesitándolo todo y arrastrando una vida de grandes miserias, terminó sus días en la Ciudad de Camagüey, cuna de las gloria de los Agramontes, los Agüero y de tantos muchos, que aunque suman legiones, no eclipsaron la gloria de Gabriela de Varona. |