Edelmira Guerra Valladares, nació en Colón, provincia de Matanzas; pero al estallar la guerra del 95 pasó a residir a Cienfuegos, a donde llevó todo el ardor acumulado en su patria chica.
Sensiblemente herida por el reciente asesinato de su padre, se propuso hacer cuanto pudiera para vengar el crimen cometido por los Chapelgorris de Guamutas, jauría celebre por sus muchas fechorías con los mambises cubanos.
Para laborar por la causa de Cuba, Edelmira Guerra fundó en Cienfuegos el Club Revolucionario denominado “Esperanza del Valle”, de donde tomó el nombre por el cual era conocida como agente de la Causa de la Libertad.
Cuanto valía y cuanto sirvió “Esperanza del Valle” y su Club, necesitaría un extenso volumen para narrar tan distinguidos servicios.
Las componentes del Club, valientes y arrojadas, incansables en la propaganda y en la acción, llegaron en su osadía a visitar al propio General Valeriano Weyler, cuando este estuvo en Cienfuegos, demandando de él algunos auxilios para los necesitados, recursos que obtuvieron de inmediato y que fueron utilizados en gran parte para remediar las necesidades más perentorias de los patriotas que luchaban en la manigua. Claro está que el objetivo de la petición planteada fue muy distinto del que se le expuso al colérico General Weyler.
Muchas damas distinguidas de la Perla del Sur, fueron miembros activos de su Club. Entre ellas figuraron Clemencia Mena, Carlota Hernández Cargó, Anita Fernández y sus hermanas Carmen y María Guerra.
Terminada la guerra, a pesar de su grande y hermoso patriotismo, se vio olvidada de todos y murió, según el decir popular, casi sola, siendo llevada a una fosa común, en medio de la indiferencia general, aquella mujer de carácter dulce, amiga de los desamparados y patriota valerosa que expusiera tantas veces su vida por la libertad de Cuba. |