Rosa Castellanos nació en Bayamo, provincia de Oriente, donde el sol extiende sus rayos con más intensidad y donde el ardor y el patriotismo de sus hijos hizo vibrar la tierra en ansia sublime de Libertad.
Al estallar la guerra del 95, residía en las lomas de Najasa en Camagüey y pronto le fue confiado el cuidado del Hospital de sangre denominado “Santa Rosa”, y merced a sus servicios se le concedió el grado de Capitana de Sanidad Militar del Ejército Libertador.
Rosa Castellanos era experta en todos los oficios, en los de la casa, el campo y en rudimentarias tareas de medicina y farmacia intuitiva. Fabricaba para sus enfermos ya convalecientes excelentes panes en cuya composición entraba yuca, huevos, azúcar y leche. Siendo su café como ella decía: “café de café”, para distinguirlo del café de maíz, de arroz o de cualquier otra cosa que pudiera tomarse en otros campos insurrectos.
Cuando no necesitaban sus enfermos y heridos sus cuidados solícitos y maternales, cubría turnos en las filas de combate, cargando armas, disparando fusiles y manejando el machete con precisión y destreza propia de un hombre de verdadera fortaleza física.
Terminada la guerra, quedose a vivir en Camaqüey, donde falleció el 25 de Septiembre de 1907.
Su sepelio constituyó una demostración pública de alta distinción, concurriendo al mismo hasta la alta oficialidad del Regimiento número 17 de Infantería del Ejército Americano con su Coronel a la cabeza.
La bandera de la estrella solitaria, por quien tanto luchara, cubrió sus restos mortales y por su valor y heroicidad, justo es que figure en esta galería de patricias, sacándola del anónimo más a menos grande en que hasta ahora ha permanecido su memoria. |