Adela Azcuy Labrador, nació en la finca “Ojo de Agua”, perteneciente al poblado de San Cayetano, del Municipio de Viñales, de la provincia pinareña, el día 18 de Marzo de 1861.
De familia de mediana posición económica, fueron sus padres Francisco Azcuy Martínez y María del Carmen Labrador Piloto.
Los pintorescos montes de San Cayetano y San Vicente, formaron el escenario natural donde se deslizó su niñez.
De carácter inquieto y resuelto, la joven Adela cultivó desde su infancia la equitación y la caza, fortaleciendo su espíritu y su cuerpo, adiestrándose más tarde en el manejó de las armas de fuego, cuyos conocimientos, años después habrían de serle utilísimos en pro de la libertad de Cuba.
Recibió Adela Azcuy una instrucción al estilo de la época y de las circunstancias que atravesaba su patria; pero lectora infatigable, aumentó el caudal de sus conocimientos a pesar de vivir en un medio estrecho y no apropiado para el desenvolvimiento intelectual de la mujer.
Hermosa, bien proporcionada, de alta estatura, piel blanca y grandes ojos pardos, llamaba la atención entre sus convecinos, poseyendo un irresistible atractivo personal, que unido a su facilidad de expresión, eran motivos más que suficientes para reunir en torno suyo a una legión de personas que pasaban con ella, en distintos lugares, amenos ratos de solaz esparcimiento, sobre todo en las fiestas dadas en “El Central” y en el “Liceo” de Viñales.
La musa poética visitó varias veces a nuestra ilustre biografiada, que en tardes melancólicas escribiera sonetos y décimas dedicadas a su provincia natal y que al decir de Francisco Robainas Arquimbau, ponen de manifiesto “la fe, la pasión, y el ensueño de un alma de mujer enamorada de su tierra y anhelosa de su Libertad”.
Casó en primeras nupcias con el Licenciado en Farmacia, Jorge Monzón Cosculluela, joven camagüeyano perteneciente a familia distinguida y de rancio abolengo criollo.
El matrimonio Azcuy-Monzón vive una etapa de felicidad no interrumpida hasta el año de 1886. Compenetrados en sus anhelos de redención formaron una pareja querida y estimada en la región pinareña, siendo grandes colaboradores en las tareas de conspiración emprendida por Isabel Rubio, Gargallo, Rivera, Rius y otros. Pero la terrible viruela ocasiona la muerte del esposo amado, destrozando el marco de felicidad que los rodeaba. Muerto el doctor Monzón, el alma tierna de Adela buscó refugio en Castor del Moral, español empleado de la farmacia de su consorte desaparecido, y con el uniose en matrimonio el 17 de Enero de 1891.
Dos caracteres disímiles, pronto comprendieron su poca afinidad. El recalcitrante y deseoso de mantener el poderío de España, ella desafiante y enérgica, comprometida cada vez más por la libertad de Cuba, cuyas férreas cadenas quería ayudar a romper. Como consecuencia natural vino la ruptura. Del Moral pasó a servir a la Metrópoli. Adela Azcuy se interna en la manigua redentora.
El 10 de Febrero de 1896 se incorpora en las fuerzas del Teniente Coronel Miguel Lores, en la zona de Gramales; el que al principio hizo alguna resistencia para admitirla por su condición de mujer, pero por su decisión inquebrantable y sus vastos conocimientos farmacéuticos adquiridos al lado de su esposo fueron motivos que hicieron posible su alistamiento como miembro de la Sanidad Militar, en donde tiempo después adquiriría el grado de Capitana.
Adela Azcuy por su valor espartano, pronto se convirtió de enfermera generosa, en el soldado más útil de las líneas de fuego insurrectas. Así lo demuestra su actuación en el combate de Loma Blanca, librado el 4 de Octubre de 1896 a las órdenes del General Maceo y en todos los que tuvieron lugar en la zona pinareña donde desenvolvió sus actividades guerreras, que fueron comentadas encomiásticamente por el General Lorente y por todos los jefes mambises de su época.
Terminada la guerra, se distinguió en la política de su país, ocupó durante algún tiempo el cargo de Secretaria de la Junta de Educación de Viñales, donde demostró talento y habilidad.
En plena madurez de su vida y con ansias justificadas de dar a su Patria todo lo que ella todavía podía ofrecerle, con 53 años de edad, dejó de existir en la Capital de la República el 14 de Marzo de 1914.
Su ilustre nombre lo lleva una de las principales calles de la Ciudad de Pinar del Río y su vida ejemplar perdurará siempre en el alma de todos los cubanos y muy especialmente en la de los viñaleros, que en el salón de actos de su Casa Consistirial tienen como orgullo y blasón un hermoso óleo de la singular Capitana, develado el día 7 de Diciembre de 1948 y de la que dijera en sentido versos el señor Gregorio Bernal, distinguido poeta de Viñales: |