Nacida en la provincia matancera, en Enero de 1878, Amparo Orbe era considerada como una de las más grandes bellezas de la provincia yumurina.
Al estallar la gesta emancipadora del 24 del Febrero de 1895, contaba Amparo Orbe diez y siete año diez y siete rosas por edad.
Trigueña, menuda, de largos cabellos negros e inmensos ojos brunos; este capullo matancero, era la novia romántica de aquel patriota inolvidable que se llamara Antonio López Coloma, líder con Juan Gualberto Gómez del alzamiento de Ibarra.
Altamente comprometido López Coloma, pasó recado a su novia de sus propósitos de lanzarse a la manigua insurrecta y esta joven y decidida cubana no vaciló un momento en abandonar padres, hermanos, hogar, comodidades y fortuna, unida al elegido de su corazón quiso correr su suerte del brazo del ideal sacrosanto de la libertad.
La suerte les fue adversa. Trujillo Monagas, el celebre jefe de policía, por la pista de la mujer, pudo sorprender al patriota, y con el galán de todos sus amores, al que había jurado fidelidad eterna fue hecha prisionera y encerrados ambos en la fortaleza de La Cabaña.
Veintiún meses duró el triste cautiverio de aquellos dos seres, que vivieron un romance trágico que haría época en la Historia de Cuba.
Cerca de dos años adorándose tras los gruesos barrotes de celdas colindantes, pero separados. ¡Cuántas veces sus lágrimas, sus besos y suspiros, suplieron las palabras que ya no podían pronunciar, extenuados por el más grande de todos los dolores!
Unidos por el amor y el deseo ardiente de ver a Cuba libre, soportaron con impotente dolor y amordazados por la fuerza de las circunstancias hasta el día 26 de Noviembre de 1896, en que les fue permitido abrazarse por última vez y unirse en matrimonio católico, momentos antes de partir López Coloma por el triste sendero del Foso de los Laureles, donde fue fusilado entremezclándose con la voz de ¡fuego! el grito de ¡Viva Cuba libre!
Terminado el episodio, la patriota adolescente se eclipsó; el golpe fue muy rudo y conmovió todo su ser, quedaron truncos de una vez sus dos amores: el novio adorado y la libertad de Cuba, cuyas cadenas quiso ayudar a romper. |