Mercedes Mora, fue hija de la legendaria provincia camagüeyana.
De belleza extraordinaria, unió sus destinos siendo muy joven, a los de Melchor Loret de Mola, casándose su hermana Juana con el hermano de su esposo nombrado Alejandro Loret de Mola.
Aquellas dos parejas unidos por doble parentesco, se dieron por entero a la causa de la Revolución.
Las hermanas Mora, cuyos esposos fueron de los primeros en la guerra de Yara, intentaron salir de Camagüey en compañía de sus hijos, abandonando comodidades y riquezas y optando por el peligro y la miseria por obtener la Libertad; pero fueron delatadas y hechas prisioneras, internándolos en el viejo convento de las Mercedes, de donde salieron por las influencias puestas en juego por sus amigos y familiares.
Tan pronto como se vieron en libertad intentaron de nuevo la salida, teniendo esta vez, éxito completo.
Mercedes llevó consigo a sus pequeños hijos Alberto, Adriana, Melchor y Manuel; pero dejaba en Camagüey a la autora de sus días y al penúltimo de sus retoños.
La muerte en el combate del Coronel Alejandro Loret de Mola, esposo de Juana, desorganizó un poco el distrito de Caonao y los españoles aprovecharon -según el decir del Dr. Matías Duque- uno de sus mejores biógrafos, “para registrar los montes y hacer prisioneras a muchas familias”.
Las hermanas Mora emprendieron una horrible peregrinación y anduvieron por fincas y montes, seguidas por sus antiguos esclavos, que convertidos en amigos leales, las ayudaban a conducir a sus hijos, descalzos y sin comida casi, haciendo más horrible la tristeza de las hermanas Mora. Acamparon en los montes de Lázaro, el día 6 de Enero de 1871, siendo asaltado su mísero bohío por las tropas españolas. A media noche recibieron la orden de abrir, y como se demoraron un poco en hacerlo, sus perseguidores echaron abajo los débiles tabiques de yagua que cubrían la entrada del bohío.
Aquellas mujeres y niños, con unos cuantos esclavos, vivían sin auxilios de hombres, porque los suyos combatían en las líneas de fuego, y no pudieron defenderse de aquella tropa. Mercedes, valerosa, preguntó con voz entera: ¿Qué queréis? A lo que contestaron: Las prendas y el dinero. -Aquí están. -Eso es poco; queremos más. -No tenemos más que dar. El jefe entonces dispuso el registro y sujetó por el hombro a Mercedes. Su hijo mayor, Alberto, de 14 años, se arrojó sobre aquel atrevido que puso la mano sobre su santa madre, y fue muerto en el acto de un tremendo machetazo en la cabeza. Mercedes Mora, con rugido de leona increpó a sus perseguidores, y recibió inmediatamente un tremendo tajo de machete que la privó de la vida.
Aquella escena avivó los malos instintos de los asaltantes y empezó rápido el saqueo del bohío, matando a un niño hijo de Mercedes que empezaba a hablar.
En la búsqueda del dinero y de las prendas el bohío fue incendiado propagándose enseguida el fuego, que destruyó la vida del resto de la familia de Mercedes; sólo escapó de aquel incendio un niño que, herido y loco por el terror, pudo salvarse para que fuera testigo ante el mundo de aquel crimen, de aquel horror.
El esposo de Mercedes al encontrar las ruinas de su hogar y los cadáveres carbonizados de su amada familia, cayó desplomado y murió días después.
Aquel niño salvado, hijo de Mercedes Mora, se llamó Melchor. El milagro le siguió protegiendo a pesar de las furias de aquella época, y fue de los primeros que en 1895, acudieron al campo de batalla, combatiendo con todo el ardor de un patriota y de un ofendido, alcanzando al lado de Máximo Gómez, el grado de Coronel”.
Hasta aquí la histórica biografía de Mercedes Mora de Loret de Mola, de su desventurada existencia y la de sus familiares más cercanos; no hay nadie que al leer estas líneas tomadas de su más esclarecido biografista, no pueda por menos que exclamar: ¡Esa mujer, más que heroína, fue una mártir de la redención cubana! |