Regla Socarrás nació en Bahía Honda, en la provincia pinareña, de familia de ideales ampliamente separatistas, en el año de 1880.
Sus abuelos poseían haciendas y un trapiche de cañas en Las Pozas y fueron de los pocos cubanos que secundaron a Narciso López en 1851 cuando desembarcó en las Playitas en su segunda expedición. Hechos prisioneros en acción de guerra fueron conducidos a la Habana y más tarde a Ceuta donde murieron. Carlos Socarrás, su progenitor, fue amnistiado años después y fijó su residencia en Bahía Honda, en la provincia pinareña, siendo de los primeros en secundar en 1895 la gesta heroica iniciada en Baire.
El General Antonio Maceo estimaba mucho al caudillo Socarrás, era un guerrero valeroso como el Titán, que llevaba siempre sus huestes a la victoria.
Carlos Socarrás y su hermano Miguel, llevaron sus esposas e hijos a la manigua.
Reglita, como cariñosamente se le llamaba, era una joven, casi una niña, de 15 años solamente.
Su padre murió cubierto de gloria, tiroteando la columna española, en la retaguardia, después del combate de Cacarajícara, ante sus pupilas dilatas por el terror, mataron los guerrilleros, a machetazos, a sus hermanos Antonio y Miguel, de 18 y 16 años, respectivamente, y su tío gravemente herido, cayó a sus pies, exhalando el último suspiro.
La valiente mambisa no se arredró, tomó en sus manos el rifle de su tío y en desenfrenada carrera se internó en los montes disparando por la libertad de Cuba.
Errante por la manigua, en unión de su mamá, de su tía Olaya, que quedó sorda por la detonación de un cañón durante la expedición del General Rius Rivera, y de otras valerosas mujeres, estuvieron mucho tiempo.
Cavaban fosas para enterrar los caídos, curaban heridos, atendían los convalecientes y velaban los enfermos.
Por fin, fueron hechas prisioneras en San Diego, por una guerrilla española, sorprendidas en medio del campo por la infame delación de un presentado.
Débiles, enfermas, extenuadas por el hambre, el trabajo y los sufrimientos, las llevaron a “La Cabaña” en calidad de presas políticas.
Terminada su prisión, Regla Socarrás siguió luchando por la Libertad de Cuba y trabajando para llevar el sustento a su familia, cuyos hombres habían caído en los campos de la Revolución.
Por sus méritos guerreros obtuvo el grado de Capitana del Ejército Libertador.
A la edad de 24 años contrajo matrimonio con el señor Francisco Prío Rivas, y hoy en día vive regocijada por el triunfo de los cubanos, en el que ella tanto colaboró, rodeada de todos sus hijos, uno de los cuales, Carlos, ha llegado a ocupar la Primera Magistratura de la Nación.
Por sus méritos revolucionarios, reconocidos por el Ejército Libertador, llevará muy en breve el nombre de “Regla Socarrás” un hospital infantil que se proyecta edificar en la Capital de la República. |