Ana de Quesada nació en la provincia oriental de Cuba, de familia distinguida y acaudalada.
Fue la esposa de Carlos Manuel de Céspedes, el “Padre de la Patria”, que se casó en segundas nupcias con ella, tiempo después de la muerte de María del Carmen de Céspedes, su primera esposa. Fue asimismo Ana de Quesada hermana de Manuel de Quesada, otro de los patriotas distinguidos en nuestra primera gesta emancipadora.
Cuando en Octubre de 1873 después de dificultades surgidas en la Cámara de la República en armas, se tomó el acuerdo de deponer a Céspedes como Presidente, este pidió que se le facilitara un pasaporte para reunido con su esposa e hijos, poder desde el extranjero seguir sirviendo a la Revolución. La Cámara no accedió a esta petición y Céspedes se retiró a la Hacienda San Lorenzo, donde como es sabido encontró la muerte, en doloroso episodio.
Ana de Quesada había seguido paso a paso todas las actividades del patricio, con el vivió intensamente los preparativos que antecedieron a la epopeya de Yara, prestó su ayuda eficaz y valiosa para la consumación de la empresa heroica del 10 de Octubre de 1868. Gozó en la victoria de la toma de Bayamo, alentó el incendio del pueblo que había visto nacer al compañero de su vida y que tan en alto puso el temple del mambí, sufrió con los vaivenes de aquella intensa jornada, trabajando sin descanso por el bienestar de Cuba, sintió como si lo recibiera su propio cuerpo y su propia alma, los desengaños y tristezas de su ilustre esposo, y con el corazón lacerado de dolor se enteró del fin de su existencia en las tierras fértiles que circunda la Sierra Maestra.
Su salida de Cuba, acompañada del poeta mártir Juan Clemente Zenea, su alumbramiento en tierra extranjera del hijo póstumo del esclarecido patriota, fueron grandes sufrimientos que sólo un alma espartana como la de aquella alta mujer podría resistir.
Después de tan azarosos momentos se dio por entero a un solo pensamiento: preparar a su hijo Carlos para servir a la Patria, cuando comenzara de nuevo la guerra para lograr la redención de Cuba”.
Lo envió a los Andes, allá por donde su hermano Rafael poseía una hermosa hacienda, para que el joven en contacto con la Naturaleza, se pusiera en condiciones para afrontar los peligros de la futura revolución. Y en 1895, procedente de París, con el alma llena de ilusiones, con la herencia heroica de su gran padre, con el aliento de patriotismo inculcado por Ana de Quesada desde sus más tiernos años, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada viene a su patria en una gran expedición, a la patria que materialmente no conoce, pero que la lleva grabada en el corazón.
Y la matrona ejemplar acompañó al hijo amado, al fruto de sus entrañas, para venir ella también a ayudar a combatir por la libertad de la tierra amada donde había visto la primera luz.
En el año de 1909, ya lograda la independencia de Cuba, dejó de existir Ana de Quesada, con la dicha inmensa de saber libre su país natal, donde tan grandes afectos suyos habían perdido la vida en aras del más hermoso de todos los ideales: “El Patriotismo”. |