Mercedes Sirvén Pérez procedió de una antigua y distinguida familia oriental, por eso puede reseñarse entre las patricias de esta provincia cubana, ya que por su nacimiento acaecido en Bucaramanga, República de Colombia, no vio la luz primera en nuestro país. Ello fue un hecho incidental, pues sus padres, ilustres revolucionarios emigraron a aquel país hermano, huyendo de las persecuciones de que fueron objeto por sus actividades separatistas.
Según nos dice en admirables párrafos María Collado, su ilustre biógrafa:
-“Mercedes Sirvén, se distinguió por poseer una mente bien organizada y un alma gigante”.
Comenzó a dar pruebas de las rebeldías de su temple a bien temprana edad, poniendo de relieve la herencia de heroísmo que había llegado a ella de sus progenitores.
Terminó la carrera de Farmacia en la Universidad de La Habana en los comienzos del año de 1895.
En posesión de su título se dirigió a Holguín. Allí se encuentra con su hermano el Dr. Faustino Sirvén que recién casado, había decidido salir a la guerra a combatir por Cuba, junto con su esposa.
La joven Doctora que de antemano había concebido el mismo pensamiento, se une a ellos, y se van todos a la manigua incorporándose a los rebeldes.
El Jefe de Sanidad Militar, Dr. Sánchez Agramonte conoce su decisión y agradece el magnífico aporte profesional, así como la gran cantidad de medicinas que llevaron procedentes de La Habana.
Enseguida se le extendió a Mercedes el diploma de Capitana de Sanidad en el Rancho de Palmarito de sur de las Tunas, donde quedó establecida su Botica Revolucionaria, con su inmenso tesoro avaramente oculto a los indiscretos.
En el año 1897 fue ascendida a Comandante, grado con el que terminó la contienda.
Su vida preciosa, útil, valiosa, desde tantos puntos de vista, estuvo expuesta una y otra vez. Bajo el fuego mortífero de la metralla salía a los campos de contienda, cuando por la gravedad de las heridas, no era posible que llevaran al soldado hasta su casa, para aplicar con inteligencia, serenidad y valor, los medicamentos que fueran menester, uniendo a sus vastos conocimientos, la delicadeza y suavidad propias de su sexo.
Noches enteras veló en la preparación de fórmulas maravillosas que devolvieran la vida a los mambises atacados de distintas dolencias y cuyas muertes ponían en peligro el éxito de la Revolución y eran motivo de dolor y desaliento en las filas de sus hermanos.
En la paz desempeñó la dirección de la Farmacia del Hospital Civil de Holguín, hasta que abrió su propio establecimiento, casi al alborear la República en el año 1902.
Murió en La Habana en la madrugada del día 25 de Mayo de 1948. |