Evangelina Cossío y Cisneros vio la primera luz en la Habana, siendo extraordinariamente joven y de una belleza delicada;; deslumbrante fue trasladada a Isla de Pinos, en calidad de presa política, acompañada de su padre.
Corrían los últimos tiempos del gobierno del tristemente recordado General Weyler, los cubanos que en la Isla del Tesoro, se encontraban privados de la libertad por la causa de la independencia, se confabularon de acuerdo con la bella Evangelina para apoderarse del Coronel Berriz, jefe español que cuidaba la defensa del lugar.
La suerte les fue adversa a los juramentados y Berriz tomó venganza en nuestra linda compatriota.
Sometida a un Consejo de Guerra, fue condenada a altísima pena, siendo trasladada a la “Casa de las Recogidas”, de donde auxiliada por Decker, periodista del “Journal” de New York, se fugó espectacularmente el día 9 de Octubre de 1897.
Todas las fuerzas poderosas de la sociedad norteamericana, que se habían movilizado para obtener el perdón de Evangelina Cossío, le tributaron un recibimiento que hizo época en New York.
Ocupó los espacios principales de los grandes diarios de aquella época.
El Presidente Mr. William MacKinley, la recibió en la Casa Blanca y miembros del Congreso y de todas las clases sociales celebraron fastuosas recepciones en su honor.
Evangelina Cossío Cisneros, fue la heroína de un episodio romántico que tanto ayudó a la independencia de Cuba y que todavía en nuestros días es recordado en la prensa capitalina por las favorables consecuencias que tuvo en la nación norteamericana, cuyas simpatías a la Revolución Cubana ya eran grandes, tal como se encargó el tiempo de comprobar más tarde en su ayuda eficaz y voluntaria durante el combate naval sostenido en las aguas del puerto de Santiago de Cuba, en la toma del Caney y en otros episodios de la última de nuestras gestas emancipadores.
Nuestra bella biografiada no hace todavía muchos años, entrevistada por los periodistas de la Habana, declaraba con singular modestia: “Que su episodio no tenía nada de interesante para el pueblo Cubano”.
Prueba elocuente de que a su belleza física la acompañó siempre la belleza de su espíritu. |