Ana Merchán Barranco, nació en la Habana en 1879, corriendo por sus venas sangre camagüeyana y manzanillera.
Sobrina de nuestro ilustre hombre de letras Rafael María Merchán, era de alcurnia distinguida, contándose entre sus ascendientes muchos y connotados patriotas de la gesta heroica del 68.
Transcurrió su primera infancia en la capital de la República, pasando a residir por cuestiones políticas su familia a New York donde fuera objeto Ana de la más refinada educación.
Los azares del destino hicieron cambiar de vivienda a esta noble familia, radicando indistintamente en New Jersey, Cayo Hueso y Tampa, lugar donde se encontraban al estallar la guerra de 1895.
Movida por el deseo de conquistar la independencia de Cuba y teniendo como guía principal la solitaria estrella de nuestra tricolor bandera, reunió un grupo de distinguidas señoritas de la colonia cubana y fundó el día 24 de Noviembre de 1895 un Club patriótico que denominó “Discípulas de Martí” que tenía por objeto recaudar fondos para la revolución.
Pudo aunar en la mencionada agrupación unas ochenta jóvenes que afanosas prepararon representaciones, rifas, verbenas con bazares y atracciones, con su utilidad económica hacían llegar por distintos canales a manos de los esforzados patriotas cubanos.
Día a día, recorrían los comercios tampeños y exaltaban el espíritu de los vecinos americanos, en favor de la causa de la independencia, siendo uno de los Clubs que más recaudara a tales efectos, bajo la presidencia de la incansable Anita, a quien secundaba la matancera María Echemendía como tesorera.
Finalizaba la contienda y Ana Merchán sacando fuerzas de su débil humanidad, casi extenuada, dirigió la confección de una hermosa bandera cubana, que hicieron llegar por conducto del bayamés Tomás Estrada Palma, a manos del Generalísimo Máximo Gómez, cuando este entraba triunfante en la Habana el día 24 de Febrero de 1899.
En Abril de 1906 dejó de existir Ana Merchán Barranco, la habanera ejemplar que ayudara a libertar la isla esclava y oprimida.
Su memoria, por su actuación eficaz y decidida, como coadyuvante a la obra emancipadora, ha quedado grabada en los archivos de nuestra historia, como patricia abnegada y como admiradora ferviente de Martí, del cual fue una de sus mejores discípulas, como ella misma se titulaba. |