Esta ilustre patricia nació en La Llanada, bario del Municipio de San Luis, en la provincia pinareña, la región de Cuba donde sin más profusos los pinares y más rica la hoja del tabaco, en el año de 1879.
Hija del inolvidable don Rafael María Mendive, Director del Colegio “San Pablo” y célebre maestro de José Martí, el Apóstol de nuestras libertades patrias.
Procedente de familia distinguida, de abolengo patriótico y educada primorosamente por su progenitor inolvidable, vio pasar los días de su infancia en la placidez de la campiña vueltabajera, donde todavía se conoce con el nombre “Las Mendive”, la hacienda ubicada en La Llanada, donde María Luisa y sus hermanas vivieron durante mucho tiempo.
A la edad de 16 años, encontrándose residiendo en la Capital de la República, las sorprende la gesta heroica de 1895.
La bella pinareña, en las primicias de la juventud, trota sus ilusiones de amor, por su adoración a la Patria, cuya libertad plena ansía. “Hilda” es el nombre con el cual era conocida por los libertadores de la provincia habanera, seudónimo que usó para no comprometer a su familia.
Fue María Luisa agente del General Rafael García Osuna. Recogía ropa, zapatos, medicinas y balas y llevaba a campo insurrecto en todos días tenebrosos de la Reconcentración ordenada por el tristemente célebre Valeriano Weyler.
La hermosa tarde en que las tropas mambisas de Rafael de Cárdenas entraron en Guanabacoa, la heroica Villa de Pepe Antonio Gómez, María Luisa Mendive vistió su primer traje largo y peinó en alto su hermosa caballera, para festejar con extraordinaria alegría el triunfo de los cubanos.
La muerte, que la rozó muchas veces, respetó su vida joven y hermosa, y quien expusiera en el monte su existencia, tuvo la gloria de contemplar la Independencia de Cuba.
Restablecida la paz, sirvió a la República desde otros ángulos, constituyendo, durante el resto de su prolongada existencia, una ciudadana útil a la Patria por quien tanto lucho. |