Guije.com Ermita de la Popa en «Historia de Trinidad» en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba


Ermita de la Popa, Historia de Trinidad, Las Villas, Cuba


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Apéndice 1
Apéndice 2
Apéndice 3
Apéndice 4
Apéndice 5
Apéndice 6
Apéndice 7
Apéndice 8



El Municipio de Trinidad
“Historia de Trinidad”
“Parte Cuarta”
“Capítulo VIII”
“De la Ermita de la Popa y de su Tradición”
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

“Sumario: Vista panorámica de Trinidad. -Cuadro de la Virgen de la Popa. -El milagro de Lorenzo Vasarra. -Se llamó antes de este suceso, ermita de la Caridad. -Los floreros milagrosos de San Blas. -Construcción de la ermita. -El legado de Carvaxal.Juan de España y su barco "La Popa". -Por que se festeja el día de la Candelaria. -La aparición de la Virgen. -Razón para llamarla virgen de la Caridad. -Las campanas. -El Presbítero Villalobos y la construcción de la ermita. -El ciclón de 1812. -Reconstrucción de la ermita.-La imagen de Santa Rosa de Lima. -Construcción del hospital de la Caridad, luego hospital militar. -Romerías de la Candelaria y de San Blas. -Rifa de novilla. -El soldado enamorado. -La Virgen regresa. -La procesión del Santísimo en 1931. -Maestro Juan se fue...!


“Todos van a contemplar, desde la cuesta de la "Popa", el panorama magnífico de la ciudad, odalisca arrebujada en túnica de verdor que se extiende, hacia un lado, por las cordilleras que corona el Potreiillo, y, por otro, termina en la cinta de purísimo azul del mar antillano. Pero, pocos se detienen a conocer, a escudriñar en los anales de las interesantes tradiciones trinitarias los acontecimientos sobrenaturales que forman de la "Popa" algo como una Gruta de Lourdes o Santuario de la Caridad del Cobre, virgencita ésta amada del pueblo cubano.


“Nativos de la ciudad y forasteros visitan, ansiosos de alguna nueva emoción, la ermita de la Popa; admiran las cosas antiguas, con más o menos interés, según la cultura que se posee; tal vez. pasen de largo por ante un cuadrito que encierra una historia, brillante página del pasado que, de manera tan emotiva, se va desentrañando. En el ángulo superior aparece la imagen de la Virgen entre nubes tempestuosas; y en el cuadrito, no obra de arte, pero si de devoción admirable, se destaca un barquichuelo o falucho que parece irse a pique, mientras luchan con las frágiles velas, azorados, en actitud de angustia, tres pobres tripulantes. Al pie del cuadro, en caracteres de letra estilo español de la época, se lee "El dia 28 de diciembre de 1766, abiendo salido del Vallamo el patrón Lorenzo V Vazarra, con una caiga de tabaco de su Majestad, para el Vatabanó, entrente del Rioondo le abrieron los Ratones al Varco dos abujeros, y, biendo que seiban apique, acudimos al helugio de la Virgen de la popa i permitió qe. se taparan de polsi los abujeros y salinos sin perder arvarmamento".


“Así, textualmente, cumplieron con la Virgen de la Popa, la milagrosa virgen del mar, los marineros salvados. Esto sucedió en 1766, época en que la ermita de Nuestra Señora de la Popa se llamaba de la Caridad, y a ella acudían a cumplir ofrendas, a orar ante la imagen bendita, los marinos que arribaban a nuestros puertos. Entre la gente de mar, la fama de la virgen de la Popa corría de boca en boca. La imagen, en aquella época, era muy parecida a la de la Caridad del Cobre; de pequeño tamaño, aclarado esto con afirmaciones de Doña Hermosa Gutiérrez que ha venido, luengos años, atendiendo a la ermita. Dicha Señora alargó el tamaño de la imagen de la virgen, datos que conocen pocas personas y que ella -con otros hechos prodigiosos acaecidos en "la Popa" entre ellos, la incorruptibilidad del agua de los floreros de San Blas y sus virtudes curativas- relató al autor de este libro en presencia del Fraile Dominico Basilio Jiménez.


“En la forma rústica de las primitivas construcciones, la ermita de la Virgen del mar data de más antiguo de lo que, generalmente, se estima. Muy vieja es la construcción primitiva de la ermita; puede decirse que se remonta al primer cuarto del siglo XVIII. El dato más antiguo que puede citarse es una disposición testamentaria de Don Joseph Carvaxal, de 28 de enero de 1740, ante el Escribano Don Tomás de Herrera, Archivo Notarial del Dr. Francisco Fernández Quevedo.


“Carvaxal, como todos los testadores de aquella época, que, aunque no tuvieran considerables bienes de fortuna, imponían mandas piadosas, instituyó, para las cofradías de las iglesias Parroquial, Santa Ana y La Popa, la cantidad de dos pesos, y, para el convento de Nuestro Padre San Francisco, cuatro pesos. Es decir que, en enero de 1740, ya estaba abierta al culto la iglesia de Nuestra Señora de la Popa, nombrada Ermita de la Caridad, como puede comprobarse por documentos oficiales relativos a la, fundación del Hospital de Caridad, que se llamó de San Juan de Dios.


“Una versión tradicional relata que, un piloto malagueño, nombrado Juan de España, en mares lejanos, naufragó yendo en una embarcación nombrada La Popa y que, teniendo, a bordo, una imagen de la Virgen de la Candelaria, a ella se encomendó, y, salvado milagrosamente, acudió con ofrendas ante la Virgen de "La Popa" rendirle el homenaje de su gratitud.


“Algo hemos dicho de la hermosa tradición de Nuestra Señora de la Popa, pero falta tanto, es tan interesante todo que vamos, seguramente, a dar una nota de novedad, descorriendo el velo de tradición tan desconocida por las más de las gentes, guardada en noticias y apuntes particulares que encierran todo lo relacionado con la hermosa leyenda de "Nuestra Virgen del Mar".


“Las primitivas noticias tradicionales aseguran que la, Virgen apareció, allí, en el cerro de la Popa sobre dos piedras de imán, surgiendo de las profundidades de una caverna que pasa por donde, actualmente, se encuentra el altar Mayor de la ermita. Vecinos piadosos erigieron, en la forma rústica primitiva, dicha ermita, con noticias, ya, de la aparición ocurrida en la bahía de Nipe.


“Desde el mar costeño se divisaba la ermita y a ella dirigían sus ojos los marinos o viajeros en trances de naufragios, muchos de ellos ocurridos en estas costas -como lo refieren los primitivos historiadores de Indias- pues los barquichuelos eran frágiles y los pilotos improvisados, las más de las veces y el paso de nuestras costas en ciertos lugares, muy tormentoso. No es difícil comprender el culto que la gente de mar profesó a la virgen de la Popa y las ofrendas que se le rendían. Ahí están, además del cuadrito citado, las campanas que todavía llaman con sus sonoridades de bronces campesinos: campanitas que tanto han hablado al pueblo trinitario y que fueron otras ofrendas, como consta de sus inscripciones. Una de ella tiene esta inscripción: A CE. + 1174 - Soy IE mi Sa. DE la PoPa.


“La otra campana tiene unos letreros ininteligibles, pues el grabado fue superpuesto y se han desprendido algunos caracteres, quedando visible una cruz. La otra campanita proviene -según la inscripción que se nota- de la población de Casilda, con seguridad, alguna ofrenda de gente de mar o de sus familiares del vecino puerto. Fue hecha dicha campana en esta ciudad por Don José Giroud el año de 1843; así es conveniente significar que, esta campana, no perteneció a la iglesia de Casilda, puesto que, la de Santa Elena, no fue inaugurada hasta el 18 de agosto de 1849, y la primera piedra se colocó, en solemne acto, el 18 de diciembre de 1847.


“Tal vez, en alas del viento, el eco de los toques de esas campanitas llegara hasta los marineros en peligro, y fuera como voz salvadora de aliento y esperanza; y, al retornar de los mares borrascosos, subirían la cuesta y doblarían la rodilla, ante la Virgen del Mar. Así, entre infinidad de casos, sucedió por el año 1785, a cuatro jóvenes trinitarios de los que más visitaban los puertos de Nueva Granada, traficando con objetos de arte y piedras preciosas. En esa época era puerto habilitado el del Guaurabo y se hacían los viajes, muy arriesgados y largos, en los frágiles barcos llamados de Frasquito.


“Esos jóvenes, hijos de la tradición, que iban en aire de aventuras, alejándose de las costas de Cuba e internándose en el Golfo de Darién, eran parientes, y se llamaban Marcos Nicado de Figueroa, Felipe Ramírez Naranjo y Salvador Pacheco de León que, en insólita empresa, en época en que, a menudo eran arrasadas las embarcaciones por las furias de las tormentas, se vieron en una noche borrascosa, y con la visión dantesca del naufragio, al regresar, llenos de entusiasmo y cargados de valiosas mercaderías... y, notando que sus esfuerzos eran inútiles, que el poder irresistible del mar airado los vencía y que todas sus ansias de gloria y riqueza iban a tener por tumba las olas embravecidas, no lejos de la costa, en la desembocadura del Río Hondo, en el litoral, al Este de Trinidad. ya sobre los restos de la embarcación, clamaron por la Virgen de la Popa, volvieron el pensamiento y los ojos hacia la milagrosa imagen venerada en el pueblo donde habían dejado las comodidades del hogar y los seres más queridos, e hicieron votos, promesas firmes en aquellos horribles instantes, de visitarla ante todo, cuando un zarpazo del mar los arrojó sobre los arrecifes del río. ¡La Virgen los había salvado, -gritaron ellos- y cumplieron su promesa contraída de no visitar a su propia familia, sin cumplir los votos hechos.


“Y ante el espectáculo de los asombrados vecinos de la Villa, los jóvenes Nicado de Figueroa, Ramírez y Naranjo y León, raídos los trajes, con aspecto de náufragos salvados hicieron su aparición por nuestras calles, cruzaron por delante de sus propias casas situadas en las de Gloria y Desengaño sin dirigirles una mirada, sin articular palabra... y, así, subieron la cuesta de la Popa y se prosternaron ante la Santísima Virgen a quien debían la vida.


“Después fue construida la ermita que se puso bajo la advocación de nuestra señora de la Candelaria, construyéndose de veinte varas de largo, por diez de ancho y cinco de alto, levantada, a sus expensas por el presbítero Don Jacinto de Villalobos, en el primer cuarto del siglo XVIII, con sacristía y una torrecilla o espadaña donde fueron colocadas las tres campanas. Coadyuvaron a esta obra el Alguacil Mayor, Capitán Don Carlos Polo, y el presbítero Don Julián Castellanos que fue su primer capellán. En 1768 aparece que el Ayuntamiento pagó siete pesos por consumo de cera en las fiestas de la Candelaria.


“Empezaron a tener resonancia las ferias de la Popa y a ser más visitado el lugar, y tan famoso era el sitio que el Barón de Humboldt escribió que, "al extremo boreal, se halla la iglesia NUESTRA SEÑORA DE LA POPA, sitio célebre de romería". La ermita quedó, casi en ruinas, a consecuencia de la tormenta de 1812; pero, prontamente, su entonces Capellán, José M. Silverio, con la ayuda del pueblo, la reedificó y mejoró notablemente, colocando allí el Santísimo Sacramento por intercesión del Gobernador de esta ciudad, a la sazón Don Nicolás Pablos Vélez Padrón, nieto del ilustre patricio del mismo nombre y apellido que adquirió el venerado Señor de la Vera Cruz como principal contribuyente, y la obra de reconstrucción fue dirigida por Don Juan Cadalso Piedra.


“En las noticias dadas por el Cura de esta Iglesia Parroquial, José Joaquín Polo, al historiador Urrutia y que éste inserta en su Historia de la Isla de Cuba, se refiere a la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria (La Popa) y declara que allí se encuentra una hermosa imagen, de tamaño natural, de Santa Rosa de Lima; y el historiador Jiménez de la Romera, en su descripción de la Isla, hace la misma referencia de la Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, situada en la falda meridional del Vigía, con la mención de la misma imagen que se conserva en la actualidad. Para subir a la ermita se construyó la calzada, que aún existe, en tiempos del Gobernador Brigadier Don Juan Herrera Dávila, (20 de abril de 1847 a marzo 17 de 1851), por suscripción popular que él inició.


“Hacia el primer tercio del siglo XVIII, el Presbítero José Jacinto Villalobos fundó el Hospital de Caridad bajo advocación de San Juan de Dios, construyendo un pequeño edificio junto al santuario de la Popa que se titulaba "La Caridad", y que, después, tomó el nombre de la Candelaria, situada en la panorámica falda de la loma del Vigía, Cerro de la Popa, y fue destinado dicho asilo para varones de la clase menesterosa. Construyose más tarde el edificio que se denominó Hospital Militar, que fue, luego, en épocas de Intervenciones Americanas, Cuartel del Ejército de ocupación (1).


“En aquella época alcanzó su mayor esplendor "La Popa". A las ferias que se celebraban el día de Nuestra Señora de la Candelaria (2 de febrero, festividad de la Purificación de Nuestra Señora, y el 3 del mismo mes, festividad de San Blas), acudía a la ermita y a sus alrededores una gran muchedumbre y había extraordinaria romería, fuegos artificiales, puestos para ventas de golosinas y agua de Loja. Se repartían a los fieles velas benditas el día de la Candelaria; y en el de San Blas, cordones para la garganta, de cuyos males preserva la devoción del Santo que aparece cubierto de innumerables milagros.


“Todo el barrio, llamado de Jibabuco, andaba de fiesta; se adornaban las casas con palmas y ramajes, se decoraba la calzada con faroles y, por las noches, se quemaban barriles llenos de paja a manera de luminarias, permaneciendo mucha gente en vela. En la calle de San Patricio había buena tienda de pulpería; en la calle del Desengaño, frente al Hospital de Caridad, se hallaban de venta en la tienda "La Balandra" (nombre marino) tarros de ginebra superior, a tres reales sevillanos. ("Correo de Trinidad", año de 1845). Otro aliciente de los festejos era la rifa de una novilla que en muchos años, se hizo por los números de la lotería oficial. Se exhiba el animalito adornado de cintas de colores, cerca de la casa en que todavía existe el mamoncillo en donde se amarraba; y sucedió, en una ocasión, que se soltó la novilla y hubo gran alarma -y ¡corre, que ahí viene...!- desmayándose algunas devotas y cayendo al suelo varios muchachos que, en ninguna época han faltado en esta clase de festividades, hasta que acudió, al sentir el barullo, el Padre Antonio, que redujo a la obediencia a la novilla y aplacó la momentánea alarma.


“Hay más leyendas, otros datos y tradiciones que se repiten de generación en generación sobre la Popa, en sus distintos aspectos, pues, sabido es que, además del panorama espléndido y de la santidad del sitio, aquellos alrededores están adornados de grutas preciosísimas que tienen sus distintas historias. También se cuenta que, establecido ya el primitivo hospital de Caridad, cierta noche, un soldado que estaba de centinela en la garita de la puerta, tuvo la mala idea de abandonar el servicio, incitado por la atracción maléfica de una Venus callejera, lo que, en aquellos tiempos, era juzgado con pena capital ; y, al cruzar frente a la ermita, retrocedió, estupefacto, ante una nube blanca entre la que fulguraba la imagen de la Virgen milagrosa. Retrocedió el soldado, haciéndose cruces, ocupando su puesto en momentos en que llegaba el retén de las milicias encargadas de la vigilancia. Y este hecho fue repetido por boca de los vecinos y se acrecentó la importancia y efectos milagrosos por la sucesión de hechos extraordinarios relacionados con el lugar.


“Se cuenta, además, que, en la época ya citada de la tormenta de 1812 que dejó, casi en ruinas la ermita, mientras se procedía a la reedificación, fueron las imágenes trasladadas en depósito a otros lugares; pero, ¡cual no sería el asombro! al observar una mañana, al llegar los primeros trabajadores a la ermita, que allí estaba la Virgen de la Popa, aparecida, de nuevo entre la admiración y el fervor de los fieles creyentes que acudían, presurosos, al enterarse del milagroso hecho. ¡Tiempos felices de fe, en los que no existía la complejidad de la duda, y eran las almas rústicas, sencillas, sin los tormentos y preocupaciones de los tiempos que discurren.


“Así corrieron los años, amenguándose la tradición a medida que han venido nuevas generaciones. Las ferias de la Popa vinieron a menos, y, actualmente, sólo se celebran modestas fiestas religiosas a Nuestra Señora de la Candelaria y a San Blas, cuidando con verdadero celo y piadosa constancia de la ermita, de las imágenes y objetos antiguos que aún se conservan, Doña Hermosa Gutiérrez (1929), y Doña América Cadalso que coopera con ella. No Hace muchos años, por su iniciativa. (una de las muchas innovaciones que, en el culto católico, introdujo Fray Tomás Lombardero) fue llevado el Santísimo Sacramento a la ermita de la Popa (años 1925 y 1926), después de celebrarse la velación nocturna en la parroquial Santísima Trinidad. Se practicó esta procesión solemne y escoltada por el público piadoso, fue llevada, hasta la Popa, la sagrada Forma y bendecida desde lo alto, en 1931, por el entusiasta Párroco, Fray Salvador Villalba, la ciudad muellemente reclinada al pie de la colina.


“Ahora no recibe tantas ofrendas, como antaño, la Virgen de la Popa. De vez en vez sube algún penitente de rodillas la empinada cuesta y va mayor público los primeros días de febrero para no olvidar la tradición; pero, ya, en el silencio de la noche, no alumbran las fogatas la Loma de la Popa; ni -como en los tiempos de las ferias- el cornetín de Tomás Dávila rivaliza con aquel de Juan Cancio del cual gritaban los muchachos: "Maestro Juan se va" ... "Mestro Juan na más", y, con Mestro Juan, ;cuántas cosas grandes y nobles se fueron para siempre...!”



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“(1) Véase apéndice No. 4.”




Vistas de la ciudad de Trinidad, en la provincia de Las Villas en las Tarjetas Postales




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Última Revisión: 1 de Mayo del 2005
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