Guije.com Conspiración de 1851 en «Historia de Trinidad» en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba


Conspiración de 1851, Historia de Trinidad, Las Villas, Cuba


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Apéndice 1
Apéndice 2
Apéndice 3
Apéndice 4
Apéndice 5
Apéndice 6
Apéndice 7
Apéndice 8



El Municipio de Trinidad
“Historia de Trinidad”
“Parte Quinta”
“Capítulo II”
“Conspiración de 1851”
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

“Sumario: Rafael Arcís Bravo. -Fernando Hernández Echerri. -Isidoro Armenteros. -Sus actividades. -El alzamiento. -Derrota y captura. -Ejecuciones y presidio. -La agonía de la madre de Hernández Echerri. -El enojo de ésta contra la viuda de Armenteros.


“La conjuración de 1848 no extinguió en los trinitarios su amor a la libertad. La agitación no ceso en sus pechos y pronto iba a estallar. Estamos en junio de 1851. Veamos los sucesos que, se precipitan de modo catastrófico.


“Un jinete apuesto llama la atención en aquella tarde de San Pedro del año 1851. No encaminaba, en son de paseo, al inquieto retinto por las calles de la ciudad, sino que las atravesaba rápido, nervioso, sosteniendo cortos diálogos con otros hombres de a caballo que parecían preocupados.


“Rafael Arcís Bravo -mosquetero del ideal nacional- era el jinete. Se aparto de los grupos guiando su corcel por una calle de las menos transitadas; llamó a la puerta de una casa de modesta apariencia; amarro la brida en una ventana y penetro en el interior.


“Un gallardo joven de melena clara, como los trovadores medioevales, mirada expresiva y nobles gestos, tendió la mano franca al recién llegado. Interesante figura la de este joven que parecía arrancada a un mármol de Fidias; que tuvo de Byron la apariencia y de Enjolrás el heroísmo. Era Fernando Hernández Echerri que esperaba a Rafael Arcís. No estaba solo porque, al penetrar en una habitación interior, en ella se encontraba un hombre de aspecto militar, recia contextura y tipo de persona acostumbrada a mandar. Un abrazo apretado dio al nuevo personaje -Teniente Coronel Isidoro Armenteros- el Mayoral Arcís.


“Las músicas militares dejaban oír sus estrepitosos sones. Rebosante de público se encontraba la casa del Coronel del Regimiento de Tarragona. Por ser día de San Pedro en que se celebraba su natalicio, allí había acudido todo el elemento oficial español y no pocos cubanos que aun estaban sordos al grito de libertad que venía del continente sur.


Fernando Hernández Echerri en la Conspiración de 1851. Historia de Trinidad, Las Villas, Cuba.

“Alguien, meloso, se acerco al Gobernador que allí se encontraba, y muy cerca de su oído, balbuceó algunas palabras que parece no fueron de su agrado. Llamó a uno de sus subalternos y dicto algunas órdenes. Todo esto no pasó inadvertido para un cubano de los allí presentes que estaba complicado en el movimiento revolucionario.


“A este último individuo se le vio salir a la calle, en forma afectada, llamar a un jinete de los que atravesaban la esquina próxima y sostener con el una breve entrevista. El jinete se unió a otros grupos, y charlaron, y lo propio hicieron cuantos jinetes se encontraron, tomando cada uno dirección distinta. Se fue acercando la noche, la ciudad quedaba desierta, y no se oyó más que el ruido de las herraduras de los caballos del Orden Público sobre las calles empedradas. La rebelión no pudo estallar en junio, sino días después. Veamos.


“A los portales de una amplia casa de vivienda van llegando los conjurados. De rostros adustos, parece que aquellos hombres van a cumplir un compromiso solemne. Hablan, gesticulan y esperan a otros comprometidos. Los primeros en reunirse son nueve hombres que, en esa noche del veinte y cuatro de julio de 1851 han acudido, fieles, a la cita. No falta un timorato que propone señalar una nueva fecha para el levantamiento. Armenteros está allí; con tres adictos había, desde temprano, abandonado la ciudad. Ese propio día hizo testamento.


“Acude Arcís. Es el brazo ejecutor. Hernández Echerri, puntual a la cita, es el cerebro. Palmarito, Yaguaramas, Las Avispas, Güinía de Miranda, donde, como un girondino, leyó Hernández Echerri a la tropa bisoña y heroica las proclamas revolucionarias. Mayaguara y Sacra-Familia fueron jalones de gloria, dignos de mejor suerte. Sesenta y nueve héroes fueron, en total, lo insignes precursores. Pero, el pueblo cubano no comprendía estas hazañas. No fue secundado el movimiento. Siguanea marca el término de la jornada. Perseguido los cubanos por fuerzas mayores y bien preparadas, sin apoyo en el campo, cayeron, como soles que se desprenden de lo infinito.


“El 18 de agosto de 1851, tras el calvario de la captura, la prisión y la capilla, fueron inmolados en la Mano del Negro, Armenteros, Arcís y Hernández Echerri, serenos, tranquilos, pensando en que su sacrificio conduciría a la libertad de Cuba.


“El Consejo de Guerra celebrado en Trinidad que juzgó, en principio, el 8 de agosto del repetido año 1851, condenó, por unanimidad absoluta de votos al Teniente Coronel Graduado, Capitán de Milicias Urbanas, Don José Isidoro Armenteros, a Don Fernando Hernández y a Don Rafael Arcís, a la pena ordinaria de muerte, fusilados por la espalda, precediendo la degradación, respecto del primero, por el carácter militar que ejercía; a Don José Belén Pérez, Don Néstor Cadalso, Don Juan O'Bourke, Don Alejo Iznaga Miranda y Don José María Rodríguez, a la pena de diez años de presidio ultramarino, con perpetua prohibición de volver a esta Isla; a Don Juan Bautista Hevia, y a Don Avelino Posada, a la pena de ocho años en igual presidio y a Don Pedro José Portares, Toribio García, Cruz Bilbá, y Fernando Medinilla, a la pera de dos años de presidio y una igual prohibición; y declaró el Consejo liberado a Don José Guillermo Jiménez, en calidad de vigilársele estrechamente por la autoridad local durante cuatro años; asimismo declaró el sobreseimiento respecto de Don Pedro Vera, mulato José Dolores Brunet y Don Jesús Entenza, por resultar, los dos primeros, sin culpa voluntaria, y estar desvanecido el concepto de sospechosos que motivó la prisión del último.


“Aparece también que el Consejo de Guerra dispuso que las ciento una onzas de oro y tres y medio reales que se recogieron a los rebeldes se inviertan en llenar los gastos y objetos que expresan las Reales Cédulas de 22 de Abril de 1814 y 10 de julio de 1817.


“Firman la sentencia: Carlos Varas, Rafael Ruiz de Apodara, José Mariano Borrell, Pedro Cruz Hornero, Manuel de Llano, Francisco de Cevallos, Antonio Wanter Horcasitas.


“El 12 de agosto fue aprobada la sentencia (1) por el Auditor de Guerra, Don Antonio Romero, y, en ese propio día, la sancionó el Capitán General Concha. El 17, el Fiscal Auxiliar, Capitán Don Manuel Rayona Jiménez, acompañado del Secretario Don José Bayona pasó a la Cárcel y le notificó el fallo a los condenados a muerte, a los cuales se les mandó, inmediatamente, a poner en capilla.


“Era domingo; y, al siguiente, día 18, Santa Elena, onomástico de la madre de Hernández Echerri, se realizó la triple ejecución en el lugar conocido por "La Mano del Negro", a las seis de la mañana, por una escolta de cazadores del regimiento de infantería de Tarragona, haciendo, previamente, el Sargento Mayor de la plaza, en la persona de Armenteros, la degradación de las insignias militares. Aparece en la certificación firmada por Jiménez y Bayona, que, efectuado el fusilamiento, desfilaron las tropas ante los cadáveres que fueron conducidos al cementerio general donde fueron sepultados. Los restos de Armenteros, Hernández Echerri y Arcís, fueron, años después, trasladados, del cementerio de la calle de la Boca, al Mausoleo de la calle del Desengaño. La señorita Amanda Segura, tal vez, por error, adquirió la bóveda que tenía la inscripción "Isidoro de Armenteros"; pero, enterados de esto el Dr. Francisco Iznaga e Ingeniero, Guillermo G. Fischer, trataron de obtener de la Srta. Segura que se conservara el mármol como una reliquia histórica, no habiéndose aun (1913) resuelto la patriótica cuestión.


“Sobre esta tragedia existe algo que no se ha puesto en claro, en relación con la carta que se dice dirigió Doña Elena Echerri a Micaela del Rey, Vda. de Armenteros, con motivo de un proyecto de casamiento, en segundas nupcias, de dicha viuda. Es erróneo afirmar que se tratara de un oficial del ejército español. No falta quien diga que Micaela del Rey contrajo relaciones con un señor de apellido Iznaga, compañero de conspiración de su esposo y que, por la misma causa, fue a los presidios de Africa. Próxima a contraer matrimonio, consultó el caso con su hermana de dolor, la madre de Fernando Hernández Echerri, la cual le contestó con la famosa, carta llena de indignación (2). (Véase Apéndice 8)


Isidoro Armenteros en la Conspiración de 1851. Historia de Trinidad, Las Villas, Cuba.

“Otra cosa que merece aclararse es la filiación de Armenteros cuya paternidad se atribuye a Don Pedro José Armenteros y Guzmán y Poveda. Este progenitor -según investigaciones del Conde de San Juan de Jaruco- casó dos veces: la primera, en la Catedral de la Habana, el 24 de noviembre de 1743, con doña Ana Fernández de Velazco e Izaguirre, hija, de D. Nicolás Fernández de Velazco y Esquivel, y de Doña Francisca de Izaguirre y Lombida. Casó, por segunda vez con Doña Juana Rodríguez de Alaráz y López de Castillo, hija de Pedro y de María. El Conde asigna a este matrimonio, como hijos, a Doña María Luisa Armenteros y Guzmán Rodríguez que casó en la parroquial mayor de la ciudad de Trinidad el 24 de septiembre de 1782, con Don Manuel Suárez del Villar y Alfonso, natural de la Villa de Luarca y Santiago de Arriba, en el Consejo de Valdés, Asturias, Administrador de Correos, hijo de José y Catalina, y al Ldo. Juan Bautista Armenteros y Guzmán y Rodríguez, también natural de Trinidad, abogado, Regidor y Diputado por las Cinco Villas; pero, no aparece relacionado Don José Armenteros y Guzmán y Rodríguez natural de Trinidad, Regidor, que en 5 de agosto de 1798, casó en la parroquial mayor de Trinidad con Doña Joaquina Jacoba Muñoz y Tellería, hija da Don José Tomás Muñoz, Administrador de la Real Hacienda, y de Doña Francisca Tellería. El matrimonio Armenteros y Rodríguez y Muñoz y Tellería fue el progenitor de José Isidoro Armenteros y Muñoz, nacido en la casa solariega de sus mayores, Cristo número 7. No ha de suponerse, ni siquiera, que sea esto un conato de biografía de Armenteros. No dejaremos de añadir que, según aparece en un escrito de José Sánchez Iznaga, publicado en el Libro de Vidal Morales "INICIADORES Y PRIMEROS MARTIRES DE LA REVOLUCION CUBANA'", en la época de penuria que pasó el General Narciso López en lo Estados Unidos, después de fracasadas sus primeras intentonas, el Cínico auxilio que recibió de Cuba fue una mesada que, de Trinidad, le remitía Isidoro Armenteros. No debe olvidarse tal rasgo de amistad generosa.”



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“(1) Véase el Apéndice No. 5.


“(2) Un error de imprenta ha sido causa de que muchos, al copiarse hayan escrito, "Iruaga" por Iznaga. El único con este apellido, condenado a presidio por la misma causa fue D. Alejo Iznaga y Miranda.-R. R. A.”




Vistas de la ciudad de Trinidad, en la provincia de Las Villas en las Tarjetas Postales




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Última Revisión: 1 de Mayo del 2005
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