|
El Municipio de Trinidad |
“Historia de Trinidad” |
“Parte Primera” |
“Capítulo IV” |
“De las playas trinitarias y de sus tradiciones.” |
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba |
“Sumario: Las playas María Aguilar, Punta Gorda, el Ancón, la Punta y la Boca. -Sus bellezas naturales. -La Leyenda de María Aguilar. -El Castillo de San Pedro. -Oportunidad al capital propio o extraño. |
“A pesar de lo excelentes y hermosísimas que son las playas de nuestro litoral, han estado, y siguen estando, sin explotación lícita. Si esos capitales gastados en otros lugares inhóspitos, donde la fuerza de las millonadas no logra dar a la Naturaleza lo que sobra en nuestras costas; si tantas loables iniciativas se hubieran empleado en las playas trinitarias, de amplio horizonte, con arena abundante y finísima de que carecen en Cuba las playas llamadas elegantes, aparecería Trinidad en competencia con Cárdenas en punto a lugar de veraneo. |
“María Aguilar, Punta Gorda, La Punta, La Boca son sitios deliciosos que muestran, en todo su esplendor, el encanto de la naturaleza, pródiga en nuestro país. De todas estas playas, sobresale la de María Aguilar, con su mar azul incomparable, que está, además, con su nombre, envuelta en leyendas que refieren los lobos de mar ¿Quién fue María Aguilar? En el primitivo libro de asientos parroquiales, se lee textualmente, esta partida: "En veinte y cuatro días del mes de septiembre de ochenta y siete as. Bautizó el padre Sota, Cura y Vico. de esta ciud. de la Trind. a Alonso, hijo de Hiraldo Brabo y de María Aguilar fueron sus padrinos, Pedro de Soria y Beatriz Muñoz vez. de sta. deha. ciud. Pedro de la Sota. Doy fe de ello. P. Vázquez de Puga, notario público (1). |
“Esa María Aguilar que la leyenda arrebuja en velos de tragedia, dejó tan hondo el recuerdo de su playa incomparable que, todavía en el año 1824, ese lugar era uno de los puertos de Trinidad. |
“De la Punta de Casilda, donde un día impusieron respeto las bocas de los cañones del Castillo de San Pedro, hasta la boca del Guaurabo, que habla del heroísmo de los conquistadores, el litoral trinitario, abundantísimo en pesca, está por explotar; por decorar lo que, tan espléndidamente, nos brinda la Naturaleza. Necesita que su domador, -el hombre,- venga a emplear capital, a aplicar su inteligencia para convertir las playas trinitarias en campos de lícitas expansiones, de suerte que no venga el turista, solamente, a nuestros lares a ver la ruinosa casa que habitó Humboldt o a carcomida ceiba de que pendieran los cables de la armada de Hernán Cortés, sino también a invertir capitales que ofrezcan pingües ganancias y actividad económica a Trinidad. |
“En las playas elegantes se busca la sombra y se improvisan enormes y multicolores quitasoles u otros artefactos, a cuya vera, los bañistas se regocijan paradisíacamente. Las playas trinitarias tienen árboles que brindan sombra, y, sin embargo, no se les cuida ni se les ama como a buenos amigos. |
“El cuidado de los árboles de las márgenes, tan útiles, no debe abandonarse. Hay que encender el amor al árbol en Cuba. En Honolulu, un árbol es el sitio preferido por los turistas y, a su sombra, bajo sus ramas, pasan los viajeros horas deliciosas, extasiados, además, con la música indefinible de los juncos hawayanos. |
“Los árboles cercanos a las riberas de María Aguilar no tienen más agua que aquella que, piadosamente, les viene de las alturas o de la humedad de las raíces a través de la filtración del suelo; y, así, están sus ranas mustias, y por esto, en las mesas que, para yantería se improvisan a su sombra, penetran, como dardos, los rayos del sol ardiente. |
“Menos mal que, desde allí se contempla el acantilado y el mar azul que es una maravilla, cuyo recuerdo inspiraba a Fornaris, cuando evocaba las bellezas de Cuba, a orillas del golfo napolitano. |
“Este es el mar que, tranquilo y magnífico, baña las playas de María Aguilar, colmado de leyendas que describen a la trágica indiana flotando sobre las espumas que se rompen en el acantilado. Lo contemplo siempre con recogimiento, con los ojos extasiados en la belleza esplendorosa del paisaje, mientras allá, a lo lejos, como mariposa de níveas alas abiertas, una vela lejana da al cuadro cierta nota de encantadora poesía...” |
- - - |
“(1) La familia Aguilar fue toda de marinos, y tuvieron su residencia en
el lugar que, todavía, conserva el nombre de la "Progenitora". En un libro de apuntes antiguo se lee: "El día 3 de julio de 1846, a las siete de la mañana, navegando el hermoso vapor "Genil" de Cayo Blanco a Cayo Piedra, se perdió e incendió, reduciéndose a cenizas; hubo catorce víctimas, incluso su Capitán, que lo era Don Ramón Moncada; también quedaron heridos una porción; y si, afortunadamente, en aquellos momentos tan desgraciados, no aparece la goleta "Merced", con su patrón Don Francisco Aguilar, ciertamente, que todos hubieran perecidos; pero este socorro, tan a tiempo, mejoró en un todo la suerte de los náufragos, haciendo Aguilar cuentos esfuerzos estuvieron a su alcance para la salvación".” |
Vistas de la ciudad de Trinidad y Casilda |
en la provincia de Las Villas en las Tarjetas Postales |
|
|