Guije.com Rentas Reales en «Historia de Trinidad» en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba


Rentas Reales en la Historia de Trinidad, Las Villas, Cuba


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El Municipio de Trinidad
“Historia de Trinidad”
“Parte Sexta”
“Capítulo I”
“De las Rentas Reales”
“y de las Comunicaciones”
Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

“Sumario: Trinidad y el comercio interior. -E1 real decreto de 1778 sobre libertad de comercio. -Comercio de Trinidad con Jamaica y Tierra-Firme. -Aumento de las recaudaciones fiscales. -Proyecto de creación de una Intendencia de Hacienda en Trinidad. -El administrador de Rentas, José Tomás Muñoz y el edificio la "Hijuela". -La casa de Muñoz y el Barón de Humboldt. -El puerto del río Guaurabo y el comercio marítimo. -El servicio de correos. -El Correo Mayor. -El servicio de postas. -Itinerario de estas postas.-El administrador de correos, Manuel Suárez del Villar. -El Comisionado don José Armona. -El vapor "Reunión". -Franqueo de la correspondencia en 1854. -Buzones públicos. -Tarjetas postales. -El telégrafo hasta 1862. -La primera estación en Trinidad. -Las líneas telegráficas y la guerra de 1895. -Inauguración del servicio telefónico. -La estación de radio. -Telegrafía. -Asistencia de altos funcionarios. -El servicio de cables submarinos. -La construcción del ferrocarril a Santa Clara. -Se inaugura en 1919.


“A pesar de las restricciones a que estaba sometido el comercio, al principio, autorizado tan sólo con Santiago de Cuba, y después, en 1552, con la Habana al declararse ésta, Capital de la Isla, todo el movimiento de la parte Central se realizaba por el puerto de Trinidad. Aumentó considerablemente cuando por virtud del Real Decreto de 12 de octubre de 1778, se autorizó el comercio entre Santiago de Cuba, Trinidad. Batabanó y otros puertos españoles, privilegio que se hizo extensivo a Nuevitas en 1784, a Matanzas en 1793, a Caibarién en 1794 y Manzanillo y Baracoa en 1813; todo esto, unido a la privilegiada situación de Trinidad, en contacto y comunicación con Jamaica y Costa-Firme, hizo aumentar muchísimo el volumen de su exportación e importación a tal extremo que, la Administración de Rentas de esta ciudad que, en el año de 1822, no tenía ingresos, sino unos cien mil pesos, recaudó en 1827, según su estado general, cuatrocientos dos mil treinta pesos, cinco reales (Memoria escrita por el Regente de la Audiencia de Puerto Príncipe, Don Joaquín Bernardo Campuzano sobre mejoras en los ramos de la pública administración de la Isla de Cuba), pensándose, en vista de estas cuantiosas rentas, en crear una nueva Intendencia de hacienda en Trinidad.


“El Capitán José Tomás Muñoz impulsó grandemente el aumento de las rentas en la oficina a su cargo, situada en el lugar conocido por "La Hijuela", calle Encarnación, esquina a Candelaria, una de las tantas casas del Estado abandonada hasta convertirse en solar. Sabido es que el Administrador de la Real Hacienda, Muñoz, dio origen a una distinguida familia que vivió en la calle del Cristo No. 7, donde aun se conserva una cruz en el frente; y es casona histórica, porque en ella fue alojado, en 1801, el célebre Barón de Humboldt. Después fue trasladada la Administración de Rentas a la calle de la Gloria, otro edificio del Estado que se dejo caer, despiadadamente, casa tan espaciosa que tenía salida al público por el callejón, después, llamado de "La Tertulia", que da a la calle Gutiérrez.


“Al terminar el siglo XVIII, los paquebotes correos hacían el servicio por el puerto del Guaurabo; y subía por dicha calle la correspondencia hasta la lomita llamada "del Correo". Este servicio era administrado por la Real hacienda desde el año 1765 en que gobernando la Isla el General Don Diego Manrique, fue incorporado el oficio público de Correo Mayor a la Corona, de conformidad con lo dispuesto en el reglamento provincial del 24 de agosto del año anterior, despojándose así el cargo de su condición de vendible y renunciable.


“Se despachaba en el edificio de la Hijuela no solamente la correspondencia llegada por vía marítima, sino la terrestre, porque, desde 1756, año en que se creó el oficio de Correo Mayor, se fijó también el itinerario que habían de recorrer las postas en el trayecto desde la Habana hasta Santiago de Cuba, señalándose las haciendas o estancias del camino en las cuales habían de tomar caballos los correos y el precio de tres cuartillos de real por cada legua que anduviesen los caballos tanto a la ida, como a la vuelta.


“Las postas directas hacían cuarenta y seis relevos, no llegando el "Correo del Rey", como se le denominaba, nada más que hasta la finca "Quemadito"; y, partiendo del citado lugar de "La Hijuela", un correo terrestre, hacía combinación con la posta directa de la citada finca, entre Sancti Spíritus y Quemado Grande. Después. restablecido el cargo de Administrador de correos de esta ciudad, don Manuel Suárez del Villar, por Decreto del Capitán General, fue nombrado Sub-Delegado del ramo; y, desde el 30 de septiembre de 1824 (según anuncio publicado en "El Correo"), se despachaba a las horas acostumbradas en su primitivo sitio, calle Real del Xigue, donde habitaba el administrador propietario.


“Antes de venir a Cuba Don José Armona, comisionado por el Consejo de Indias en 1764, para organizar el servicio de correos por el interior de la Isla, se hacía éste mensualmente. Armona estableció dos expediciones al mes, y así se continuó hasta 1854, en que el General Pezuela dispuso que el Correo General de la Isla hiciese tres expediciones mensuales. Así estuvo este servicio hasta el 10 de mayo de 1837, cuando empezó a prestar servicio el vapor "Reunión", después conocido con el nombre de "Trinitario" cuyo Capitán fue el catalán, J. B. Frasquet.


“De 26 de abril de 1774 data la prohibición de entrar en las casas correos mientras se estuviese despachando la correspondencia. En 18 de diciembre de 1854, el Ministro de Estado de España expidió un Real Decreto dirigido a los Gobernadores y Capitanes Generales de Ultramar en el cual se disponía que el franqueo de la correspondencia pública se pagase por medio de sellos, ya que, con anterioridad, la tasa la fijaba un cuño impuesto por el empleado de correos. Sin embargo, no se empezó a usar los sellos hasta abril de 1855, y, en ese propio año, se inició la colocación de buzones en distintos lugares de la ciudad, suprimiéndose, también, el derecho de un cuartillo de real que se cobraba por la distribución de cada carta en el interior de la ciudad.


“En 15 de noviembre de 1855, por disposición del Gobernador General y en conmemoración del santo de la Reina Isabel II, día 19 de ese mes, se inauguró el servicio de correos interiores, cobrándose la cantidad de un cuarto de real fuerte, como tasa de las cartas, tanto sencillas como dobles. Hasta 1880 no se publicaron las condiciones que debían tener las tarjetas postales para que fuesen admitidas en circulación por los correos.


“El ramo de Telégrafos fue gestionado en 1840 por Antonio María Escobedo, administrador del ferrocarril de la Habana a Güines por solicitud que hizo para el establecimiento de una línea telegráfica, utilizando el sistema Morse, solicitud que le fue negada, pero que obtuvo, en 1851, Samuel A. Kennedy. La línea solamente tenía un tendido desde el Teatro de Villanueva hasta la plaza de Monserrate, y fue la primera vía telegráfica que se estableció en Cuba, con estación instalada en una pequeña casa de maderas en el lugar que hoy ocupa el Parque Martí.


“Hasta 1862 no se prolongó la línea telegráfica a la provincia de Santa Clara, y se hizo, por el camino de Sancti Spíritus a Trinidad. La primera estación se estableció al final de la calle de Rosario, costado de la Iglesia parroquial y, después, en la calle de Gutiérrez No. 65, entre Colón y Rosario.


“En la guerra de independencia de 1895, la, mayor parte de las líneas telegráficas quedaron destruidas e inservibles, entre ellas, las de Trinidad. Siendo Gobernador Civil de las Villas el General José Miguel Gómez apoyó las gestiones para la inauguración de esta línea, y se verificó su feliz reapertura el 16 de mayor de 1901. Con tal motivo, se reunió el Ayuntamiento y, copio primer despacho, envió su felicitación por esa vía al citado Gobernador.


“En 9 de abril de 1870, por Decreto de la Regencia del Reino se autorizó a la Cuba-Submarina, cesionaria del señor Guillermo F. Schmidt para establecer un cable entre Santiago de Cuba y Cienfuegos, continuándolo hasta Batabanó; y, en septiembre de 1895, fue autorizado el tendido de nuevos cables desde Cienfuegos a Manzanillo con estaciones en Casilda, Las Tunas, Júcaro y Santa Cruz del Sur por la Compañía denominada "Sub-marine Telegraph", constituyendo esa vía submarina y un aparato de señales o heliógrafo, establecido en la loma de la Vigía, los medios de comunicación con Trinidad durante la guerra de 1895.


“Antes de concluir estas noticias relativas a los medios de comunicación de Trinidad, debemos decir que, en 1927; a las 3 p.m. del 27 de febrero, se inauguró, oficialmente, el servicio telefónico con el exterior (anteriormente había funcionado una empresa telefónica de carácter interior y particular), estableciéndose comunicación con el Palacio Presidencial de la Habana y con el Gobernador de la Provincia, y así continuó el servicio particular con 335 teléfonos, pero este número ha quedado reducido a poca cosa.


“En 1926, sábado 27 de marzo, se celebró en Trinidad un acto de extraordinaria resonancia. Fue la inauguración de la estación radio-telegráfica a las cuatro de la tarde, en un edificio preparado, al efecto, detrás de la Iglesia de Nuestra Señora de la Popa.


“La estación quedó instalada, definitivamente en enero, habiendo dirigido los trabajos de ella el ex-inspector Sr. Francisco Mayo y el Jefe del Negociado de asuntos técnicos, Sr. Arturo Novo. El mástil tenía una altura de ciento noventa pies, alcanzando el transmisor cuatrocientas millas durante el día y ochocientas de noche llegando a recoger señales de la estación de Nauen (Alemania). Con motivo de esta inauguración, el primer centro le esta clase establecido en la ciudad, se celebraron distintos actos a los que asistieron el Secretario y Sub-Secretario de Comunicaciones. Don José María Espinosa y Don Juan Clemente Zamora, funcionario esté último de los más eficaces que ha tenido el Departamento de Comunicaciones.


“Constituyó una nota de efectivo progreso la inauguración de esa estación radio-telegráfica, con la que se proponía el Gobierno mejorar el servicio local de comunicaciones, en vista de la deficiencia de la línea telegráfica de esta ciudad a Cumbre; pero, la referida estación jamás funciono con regularidad y últimamente, cuando pudo haberlo verificado, por haberse instalado un moderno aparato de onda corta y prestar el servicio, con frecuencia interrumpido, de la línea telegráfica local, fue suprimida la estación que se había trasladado para los bajos de la casa del Juzgado de Primera Instancia. Con anterioridad, habían sido suprimidos el mástil, el motor y otros aparatos de la primitiva estación. ¡Así ha ocurrido en las últimas décadas en Trinidad con todo lo que significa mejora y adelantamiento!


“Ya se informó sobre el cable que se colocó en Casilda. Basta agregar que en este lugar, fue creada una estación telegráfica que no ha pasado del presupuesto nacional, sin prestar servicio alguno. El servicio de conducción de correspondencia se continuó por la vía marítima, aunque los frecuentes casos de tardanza de los vapores costeros que, a veces tenían en sus viajes el intervalo de una semana, hizo que, en ocasiones, se ensayara el servicio por rutas montadas, que tampoco dio resultado a consecuencia de las crecidas de los ríos y de los malos caminos. Puede decirse que, con normalidad, no se estableció el servicio le correspondencia hasta el 10 de marzo de 1919 en que quedó inaugurada la línea férrea y establecida la ruta ambulante Casilda-Santa Clara.


“No fue solamente esta ventaja la que trajo consigo la comunicación ferroviaria. En primer lugar, el ferrocarril resolvió el importante problema económico que supone para una población, en decadencia, el empleo de cuatro millones de pesos a que ascendió el costo de construcción del ramal de Fomento a Casilda, hasta el 1º de enero de 1920, según carta del Administrador General de la Empresa del Ferrocarril de Cuba, Mr. C. E. Hudson, al autor de este libro. Con esta comunicación adquirieron valor los terrenos de la comarca y se inició un período de reconstrucción y esperanza en que aun vivimos.


“El 30 de enero de 1914 aprobó la Cámara de Representantes el proyecto de ley que aumentó la subvención establecida por ley de 5 de julio de 1906, hasta doce mil pesos por kilómetro; en 4 de febrero -día histórico- se elevó el proyecto al Senado a los efectos del art. 18 de la ley de relaciones y, el Senado impartió su aprobación el 25 de mayo. El 1º de junio fue sancionada la ley por el Presidente de la República, General Mario G. Menocal, que vinculó de este modo, su obra a esta nunca bien celebrada empresa.


“Adjudicada la obra a la empresa del Ferrocarril de Cuba, fue acometida prontamente, y el 4 de febrero de 1919 quedó vencido el obstáculo, o sea, cruzado el puente Agabama; y en 10 de marzo siguiente se abrió el ferrocarril al servicio público, celebrándose jubilosas fiestas con la asistencia del administrador de la empresa, Mr. C. R. Hudson, y del General Francisco Carrillo, Gobernador Provincial, que fue decisivo defensor de ella cerca del Gobierno Central.”




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Última Revisión: 1 de Mayo del 2005
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