“Cuba tiene entre sus reliquias históricas que pertenecen, más que a lo olvidado a lo desconocido, un reloj de sol que data del año 1817. Para verlo hay que subir a la gran azotea del actual Cuartel Maestre General del Ejército, comúnmente conocido con el nombre de Cuartel de "San Ambrosio" que se encuentra entre las calles de Suárez y Factoría de La Habana. |
“Refiriéndose a este reloj, el culto e ilustrado doctor Antonio Iraizoz dice que "el venerable reloj de sol que se mantiene sobre un lienzo de pared de San Ambrosio es un cuadrante vertical no declinante. Expertos técnicos españoles lo fijaron con tanta precisión, que en su honor debemos decir que nunca ha sido errónea la sombra de su estilo. Invariable como el astro a que obedece, exacto como los cálculos astronómicos y geométricos que le originaron, desde 1817 funciona sin que haya merecido reproche alguno". |
“Los cuadrantes fueron las primeras manifestaciones humanas en sus ansias de seguir los pasos al tiempo inmutable, majestuoso, impertérrito e inexorable que con sus fraccionamientos va marcando el camino que de la cuna al sepulcro ha de seguir todo humano al que con sordina va musitando día tras día "cómo se pasa la vida y cómo se viene la muerte tan callando"... |
“El reloj que nos ocupa, con sede en la Capital de la República de Cuba, lleva ya 136 años de existencia y es, ha sido y seguirá siendo un mensajero fiel de la hora solar, de aquélla para la cual no hay posibilidad de adelantos ni de atrasos, so pena de llevar al mundo a la mayor de las catástrofes y, como siempre, con la inexorabilidad de las horas que pasan, sin que se vean perturbadas ni por el insignificante "tic tac" de los relojes de cuerda con su estilo-índice, año tras año, va señalando los momentos todos de la vida cubana y si pudiera hablar de los tiempos idos haría revivir al rojo vivo, páginas de historia del todo descoloridas ya, donde el dolor y la miseria, la tragedia y la desesperación, las ilusiones y las esperanzas, las preocupaciones y los aplausos, en fin toda la gama de las manifestaciones externas de la humana existencia encontrarían escenas inolvidables para aquellos que fueron sus protagonistas ya que lo que es hoy Cuartel de "San Ambrosio", oficialmente conocido con el nombre de Cuartel "Capitán Emilio Alvarez" centro de la Administración y Abastecimiento del Ejército, con sus paredes y muros centenarios data del Siglo XVIII habiendo iniciado su vida como Factoría y, como dice el ya citado doctor Iraizoz "decir Factoría significa la angustiosa vida económica de Cuba durante largas décadas. Representa estrechez de criterio, limitación de posibilidades, dificultades y trabas al progreso de la riqueza cubana". Posteriormente sus salas y corredores se vieron transformadas en hospital y sus pétreos y fuertes muros oyeron quejidos, suspiros y gritos de dolor y de angustia, de desesperación y también de rabia, mientras el estilo del inconmovible reloj de sol iba marcando las horas sombrías cual índice fatídico que para unos eran señal de estertor y de agonía envuelta en desesperación y tormento ante una muerte que no querían y que sin compasión les segaba la vida que tanto amaban y que para otros señal era de paz y bendición, ya que aquella muerte era mensajera que les anunciaba el fin de penas y desengaños... Más tarde, con motivo de la Intervención Americana el inmenso edificio se remozó al entrar en él la niñez y la juventud cubanas ya que se convirtió en el Centro Escolar "Luz y Caballero", más tarde Escuela Normal, para convertirse por fin en lo que es hoy Cuartel Maestre General del Ejército, como dicho queda. |
“Para llegar hoy hasta el "cuadrante vertical no declinante que nunca con su estilo ha marcado una sombra errónea ni ha merecido, desde 1817, reproche alguno" hay que enfrentarse con centinelas, pero las sombras horarias siguen sin perturbarse, la ruta del tiempo contemplando los ortos y ocasos del astro rey, retando impertérritos lo mismo el calor de la canícula que las ráfagas huracanadas de los furiosos ciclones tropicales. Y, a su paso se desliza la vida y viene la muerte muy callando...” |