“Corría el año 1514 cuando, en sus correrías por la Isla de Cuba, el Adelantado don Diego de Velázquez, fundó una ciudad nueva con el nombre de Santa María de Puerto Príncipe. Para ello escogió el lugar que el Gran Navegante señaló con una gran cruz, en uno de sus desembarcos, denominándolo Puerto Príncipe que se encontraba en la inmensa bahía de "Mar de Nuestra Señora". |
“Cuando en 1516 pudo comprobar que sus moradores se habían trasladado poco a poco hacia el poblado indio de Caonao, toda vez que el lugar escogido por él era objeto de constantes incursiones de corsarios y de piratas, al mismo tiempo que sede de plagas de mosquitos y jejenes, amén de carecer de agua potable para vivir, determinó que sus moradores fijaran definitivamente su residencia en otro lugar situado entre los ríos Tínima y Hatibonico, que era una extensa llanura y se denominaba Camagüey. |
“Allí, pues, fue donde sentó sus raíces definitivamente la ciudad que actualmente con su configuración y el trazado de su casco colonial, con sus calles tortuosas, con sus casas solariegas, con sus jardines andaluces que siempre dejan ver, junto a sus flores, una linda sonrisa femenina, es sin duda alguna la mejor atracción para el turista que sabe serlo, ya que el Camagüey moderno al presentar a la antigua Santa María de Puerto Príncipe hace revivir tiempos de romance y de hidalgos, tal como brillantemente lo expuso en cierta convención rotaria de hace años, el doctor Gárate Brú cuando se expresó así: "Fue en esta ciudad de Camagüey histórica y patriótica, de abolengo cubano, donde en aquellos días sentí en mí el beso rumoroso del misticismo, de la idealidad y del ensueño. Fue aquí, contemplando en el centro de sus viejas plazas coloniales, los contornos de sus templos cristianos, en cuyo ambiente flotan todavía los ecos rumorosos de las plegarias que las mujeres cubanas elevaban al cielo implorando del Altísimo su divina protección para la causa de Cuba, donde vi, con los sueños de mi imaginación, sobre la pátina con que la mano de las centurias pasadas esmaltaron y pulieron las viejas piedras camagüeyanas de su construcción, como esculpidas sobre ellas las poéticas estrofas con que tejió los laureles de la corona de triunfo que, para su frente y para Cuba conquistó, el alma sutil de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Y fue aquí, en estas viejas calles camagüeyanas, prestigiadas por evocaciones de sublimidades patrióticas y saturadas por visiones de románticos amores, donde una madrugada primaveral, volviendo de una fiesta, percibiendo todavía, en la quietud, en el silencio de una noche perfumada, la armonía cadenciosa de una orquesta que llenaba con sus notas los jardines del Tennis, que me detuve emocionado en la encrucijada que formaban dos calles centenarias, para admirar la romántica visión de un viviente cuadro evocador de la Edad Media; cuando en la serena quietud de aquel ambiente, la luz esplendorosa de la luna brillando sobre un cielo azul celeste, plateaba los viejos muros de las viejas casonas de construcción cubana y colocaba en altos y bajos relieves de luz y de sombra, las salientes rejas de madera, de ventanas que sirvieron de marco a bellas novias, de épocas caballerescas y evocando la romántica leyenda, me parecía que aquella quietud y aquella soledad augusta y soñadora había de romperse de un momento a otro con la aparición de un doncel que ocultando bajo la capa, su espada toledana y flotando al viento la pluma del sombrero, acudía galante a contarle sus cuitas a una niña de ojos negros y soñadores que lo estaba esperando emocionada y... en el sueño de mi imaginación me pareció sentir el rumor de un beso que se perdía en el infinito sereno de la noche azul, elevándose al cielo como una plegaria". |
“Así es, en realidad, el Camagüey centenario, aquel que el paso de los tiempos no ha podido despojar de su abolengo cubano; el Camagüey de carácter noble, honrado y sencillo, "cuyas mujeres mantienen aún entre sus manos el cetro de la legendaria belleza cubana". |
“En pleno Siglo XX ha surgido también el Camagüey de elegantes barrios modernos, de grandes avenidas y de plazas inmensas, con edificios que la honran por su hermosura arquitectónica, por la riqueza de líneas y de estilo refinado, el Camagüey siempre culto y siempre dotado de "exquisito gusto" que ha sabido adentrarse por los derroteros del progreso con los más altos exponentes que reflejan ante el mundo que en su seno se ha obrado la maravilla de mancomunar los intereses dé las ventajas de nuestra obra de avances progresistas sin que por ello se resintiera el sabor de sus más legítimos timbres de gloria que hacen de la ciudad, por sus remembranzas pasadas la Ciudad de los Tinajones, cuna indiscutible de hidalgos y de las más lindas y hermosas mujeres. |