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Fundación de la Villa de
San Cristóbal de La Habana
en El Ayuntamiento de La Habana
Reseña Histórica
en La Habana
en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba

Fundación de San Cristóbal de La Habana.
Primera misa celebrada en La Habana en 1519
Cuadro de Vermay existente en el lado derecho del
Saloncillo del Templete

Fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana

“En las inmediaciones del río de Güines, Mayabeque u Onicajinal. -Traslación a la desembocadura del Casiguaguas, Chorrera o Almendares. -Establecimiento definitivo junto al Puerto de Carenas. -Narración tradicional -l6 de noviembre de 1519. -La primera misa -Reunión del primer cabildo, origen de la vida municipal de la Habana, presidido por Diego Velázquez de Cuéllar -La ceiba histórica. -Pilar u obelisco erigido por Cagigal de la Vega. -El Templete. Organización del Ayuntamiento -Su funcionamiento. -Facultades de los Alcaldes Ordinarios -La administración de justicia -Período embrionario. -Los Tenientes a Guerra -Pedro de Barba -Destrucción de la mayor parte de la villa por un corsario francés -Resistencia opuesta a Roberto Baal. -Esfuerzos del Cabildo para salvar de tan repetidas borrascas cuanto se creaba lo mismo en el orden material que en el aspecto institucional.


“Fundadas en 1512 a 1514 las villas de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador del Bayamo, Santiago de Cuba, Trinidad, Sancti Spíritus y Santa María del Puerto del Príncipe, correspondió a San Cristóbal de la Habana -la capital de la República hoy- ser la séptima de las poblaciones erigidas en Cuba por el Teniente Gobernador de la Isla, Diego Velázquez de Cuéllar. Fue el 25 de julio de 1515 (1), día de San Cristóbal, aquel en que Velázquez, organizador de pueblos en el país cuya conquista le había sido encomendada, plantó el estandarte de Castilla en un lugar de la costa sur del cacicazgo de la Habana, hacia la desembocadura del río de Güines, Mayabeque u Onicajinal (2). Con facultades bastantes para ello, el Teniente Gobernador erigió la nueva villa, en atención sin duda a la fecha del suceso y a la denominación del sitio en el lenguaje de los siboneyes, con el nombre de San Cristóbal de la Habana. El hecho, corriente y sin trascendencia en cualquier otro caso, en aquel revistió interés indiscutible, por lo mismo que, rematando la tarea esencial de la colonización, debió de cuidarse Velázquez de que todo resultase en armonía con antecedentes y circunstancias de tal monta. La obra, en suma, no era fruto del azar o la ventura, sino consecuencia inmediata de planes meditados y dirigidos a la consecución de fines trascendentales.


Diego Velázquez de Cuéllar.
Diego Velázquez de Cuéllar

“La previsión, con todo, tuvo sus quiebras en el acontecimiento de la fundación de la primitiva villa de San Cristóbal de la Habana. La experiencia demostró casi inmediatamente, pues no fue menester mucho tiempo para cerciorarse de la adversa realidad, que el paraje escogido para crear la séptima y última de las poblaciones fundadas bajo la dirección de Diego Velázquez estaba desposeído de las condiciones más elementales para el objeto a que se destinaba. Fuera por la existencia de hormigas y mosquitos que hacían insufrible la vida, fuera por lo insano del suelo, fuera por haberlo así dispuesto el Teniente Gobernador (3), lo cierto es que poco después de su fundación la villa quedó trasladada a la desembocadura del río Casiguaguas, Chorrera o Almendares (4). Pero tampoco las márgenes del rumoroso río depararon las ventajas apetecidas por sus moradores, y en grave peligro se encontraba su vida en medio de inseguridades y vacilaciones realmente amenazadoras. Velázquez de Cuéllar y sus conmilitones, colocados frente a tales obstáculos e inconvenientes, no tardarían, empero, en buscar nuevas soluciones a los males persistentes.


“Hubo aun algo más en menoscabo de la obra desarrollada en torno de San Cristóbal de la Habana. Fundada la villa en la vertiente meridional del cacicazgo de la Habana y trasladada poco después a las márgenes del Casiguaguas, Chorrera o Almendares, ni en una oportunidad ni en la otra se realizaron actos bastantes, por lo ostensible y solemne de su índole, a trascender a los tiempos de lo porvenir, cual sucedió en precedentes casos análogos. Regla invariable, y no ya costumbre, fue, en efecto, de Diego Velázquez de Cuéllar y los suyos, al explorar, conquistar e iniciar la colonización de Cuba, erigir villas mediante el cumplimiento de determinadas formalidades y la creación de ciertas instituciones: nombramiento de alcaldes con ejercicio de la justicia ordinaria, designación de alguaciles mayores, concesión de encomiendas de indios y organización de ayuntamientos para el cuidado y fomento de las nacientes poblaciones (5). Natural parecía que, a falta de grandes elementos de población europea con que dar existencia verdadera a las villas fundadas, se las proveyera desde luego de instituciones generadoras de personalidad jurídica y de seguros y relativamente rápidos progresos. Había en todo ello un alto sentido de previsión y un conocimiento asaz ventajoso del corazón humano, y el éxito feliz coronó siempre los cálculos y ajustes de aquellos varones, si obcecados en su fanatismo e inclinados con frecuencia a la consumación de actos en pugna con la moral pura, por lo demás animados del anhelo de dilatar por las tierras del Nuevo Mundo los dominios de la lengua y religión de los Reyes Católicos.


“Con vida incierta, al par que sin haber dejado pruebas elocuentes de su erección, se hallaba, pues, la villa de San Cristóbal de la Habana, no por espacio de meses, sino a través de cuatro años, contados desde la fecha en que Velázquez de Cuéllar hizo flamear la enseña de Castilla en las inmediaciones del río de Güines, Mayabeque u Onicajinal. La situación así creada era realmente difícil. Pero el momento histórico propicio a la obra perseguida por el fundador de pueblos en Cuba, al fin llegó respecto de San Cristóbal de la Habana. Los dos hechos necesarios, demandados por el interés de que todo marchara en orden progresivo, concurrieron en términos insuperables: el establecimiento definitivo de la población y la existencia de solemnidades acordes con la norma invariable seguida por Velázquez de Cuéllar.


“Narra la tradición, y parece corroborarla un documento epigráfico de incontrovertible autenticidad, -ha escrito el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez (6)- que el día 16 de noviembre de 1519, veintisiete años después del descubrimiento de Cuba por el Almirante Cristóbal Colón, celebráronse, bajo la amplia sombra de una corpulenta y frondosa ceiba (7) que se hallaba no lejos del mar, dos actos, a cual más importantes para la naciente población habanera de aquellos viejos tiempos: el canto de su primera misa, cuyo oficiante la historia desconoce, y la reunión de su primer cabildo, origen de la vida municipal de la Habana, presidido por Diego Velázquez de Cuéllar, Teniente Gobernador de la Isla, Capitán de los ejércitos reales y recién distinguido con el honroso título de Adelantado. ¿Cuál fue, empero, el lugar donde tales sucesos se desarrollaron? ¿Qué antecedentes concurren a atestiguar la tradición que habla del primer cabildo, de la primera misa y de la fecha en que uno y otra tuvieron efecto en San Cristóbal de la Habana? Preciso es detenerse, en mérito por supuesto a la importancia de tales detalles, para dejar determinados los conceptos que a dudas y vacilaciones pudieran dar pretexto u ocasión.


Fundación de San Cristóbal de La Habana.
Cuadro de Vermay presentando la celebración
del primer Cabildo de La Habana en 1519
Lado Izquierdo del Saloncillo del Templete

“El llagar donde se hallaba la ceiba bajo la cual se llevaron a cabo los actos del primer cabildo y de la primera misa no fue otro, atendiendo siempre al dictamen de la tradición generalmente aceptada, que el ocupado por el Templete erigido en las inmediaciones de la Plaza de Armas de la Habana para perpetuar, por cierto, la memoria de tan gratos sucesos, génesis verdadera de la capital definitiva de Cuba. Cuando aquella elección recayó en el paraje antes dicho, no era éste desconocido para los colonizadores de la Isla. Ya Sebastián de Ocampo, -comisionado por el comendador Nicolás de Ovando, en cumplimento de la voluntad del soberano español- había descubierto en la banda del norte de Cuba el Puerto de Carenas. Armada en la Española o Santo Domingo la expedición de dos carabelas encargada de averiguar si Cuba era o no una isla y de observar si se podría poblar de cristianos, y dado el mando de aquella al capitán Sebastián de Ocampo, hízose a la vela en la primaria de las colonias del Nuevo Mundo a mediados o fines de 1508. Navegando por la costa septentrional, luego de salvar los escollos más tarde llamados Jardines del Rey y en los momentos precisos en que el ánimo abatido de los expedicionarios se reanimaba merced a las ventajas encontradas a la altura de Matanzas, pudo Ocampo observar el mal estado de sus bajeles, deshechas las quillas y horadados los maderos, y resolvió entrar en el primer puerto que hallase, con el doble propósito de reparar las averías y ofrecer descanso a su tripulación. Ocupado con esta idea, cuenta el historiador Guiteras (8), descubrió Ocampo a pocas leguas una entrada angosta, como de un canalizo, muy semejante a la desembocadura de un río, y, dirigiendo la proa hacia aquella parte, se halló con un puerto abrigado, seguro y espacioso, con playas de arena de fácil acceso y una de las más bellas vistas del país. Estaba empeñado en los preparativos para la reparación de las naves y pesaroso de no traer consigo brea ni alquitrán para la carena de que tanto necesitaba, cuando la buena suerte le deparó cosa de mayor provecho, descubriéndole en una de sus exclusiones por el litoral un abundante manantial de asfalto, que le fue en extremo útil para librar las carabelas de una destrucción casi cierta. Fue así como Sebastián de Ocampo (9) descubrió y denominó el Puerto de Carenas, el mismo junto al cual fue trasladada en 1519, definitivamente, la villa de San Cristóbal de la Habana.


Dos centurias y un tercio de otra vivió en la memoria de los habaneros la tradición expresiva de que fue el 16 de noviembre de 1519 (10) el día en que, bajo una corpulenta ceiba y junto al Puerto de Carenas, se celebraron un cabildo y una misa para solemnizar el establecimiento allí de la villa de San Cristóbal de la Habana, después de haber estado sucesivamente en las inmediaciones del Güines, Mayabeque u Onicajinal y en las márgenes del Casiguaguas, Chorrera o Almendares (11). A la sombra del gigantesco árbol, si se permite la expresión, mantuvieron los moradores de la Habana la leyenda, sin detenerse a través de tantos años a traducirla en otro exponente del hecho histórico por ella fijado. Con reverente cariño, ha apuntado el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez (12), debieron de observar aquellos antiguos vecinos de San Cristóbal de la Habana la histórica ceiba, no osando nadie tocarla, dejándola, por lo contrario, desarrollarse y esparcir sus poderosas ramas, hasta 1753, en que fue derribada, o por terrible huracán o por haberse esterilizado, como lo advirtieron los hombres de tales días en la lápida existente en el padrón o columna que al año siguiente, en 1754, la sustituyó. Gobernaba entonces la Isla el Mariscal de Campo Francisco Cagigal de la Vega (13), quien hizo erigir en 1754, en efecto, un pilar u obelisco de piedra, con una altura de nueve varas y con dos lápidas, una de piedra y otra de mármol, en sus lados sur y norte, escritas en Castellano y en latín (14), en los términos siguientes:


“FUNDOSE LA VILLA (0 CIUDAD) DE LA HABANA
EL AÑO DE 1515 Y AL MUDARSE DE SU
PRIMITIVO ASIENTO A LA RIVERA DE ESTE PUERTO
EL DE 1519 ES TRADICION QUE EN ESTE SITIO
SE HALLO UNA FRONDOSA CEIBA
BAJO DE LA CUAL SE CELEBRO LA PRIMERA MISA Y CABILDO:
PERMANECIO HASTA EL DE 753 QUE, SE ESTERILIZO.
Y PARA PERPETUAR LA MEMORIA
GOBERNANDO LAS ESPAÑAS NUESTRO CATOLICO MONARCA
EL SEÑOR DN. FERNANDO VI, MANDO ERIGIR
ESTE PADRON EL SEÑOR MARISCAL DE CAMPO
DN. FRANCISCO CAXIGAL DE LA VEGA
DE EL ORDEN DE SANTIAGO GOBERNADOR Y CAPITAN GENERAL
DE ESTA ISLA, SIENDO PROCURADOR GENERAL
DOCTOR DN. MANUEL FELIPE DE ARANGO.
AÑO DE 1754.

“SISTE GRADUM VIATOR ORNAR HUNC LOCUM
ARBOS SEBA FRONDOSA POTIUS DIXERINT PRI
MEVE CIVITATIS PRUDENTIAE RELIGIONIS PRI
MEVE MEMORABILE SIGNUM: SIQUIDEM EJUS
SUB UMBRA A PRIME HAC IN URBE INMOLATY
SALUTIS AUTOR. HABITUS PRIMO PRUDENTUM
DECORIONUM SENATUS DUOBUS PLUS AB IN SE
CULIS PERPETUA TRADITIONE, HABEBATUR. CE
SSIT TAMEN AETATI. INTUERE IGITUR ET NE PE
REAT IN POSTERUM. HABANENSEM FIDEM. ASPICIES
IMAGINEN SUPRA PETRAM FUNDATAN HODIE
NIMIRUM L. V T MENSIS NOVEMBER .ANNO M. D. CC. LIV.

“La previsión, en lo que tocaba a la necesidad de conservar la noticia tradicional recogida por Cagigal de la Vega, fue aun más lejos tres cuartos de siglo después de erigida la columna de que acaba de hablarse. Bajo el mando del general Francisco Dionisio Vives, que patrocinó con entusiasmo y decisión la idea, corriendo parejas su afán con el del Ayuntamiento, se realizó una obra digna del recuerdo perpetuado. Convencidos todos de la necesidad de atender a la conservación del obelisco levantado a iniciativa de Cagigal de la Vega, decidieron el Capitán General y los Regidores Habaneros, proceder a lo indicado para decorar la columna y despejar sus alrededores de las casillas de tablas que constituían un desdoro del lugar. Quedó pronto acordado fabricar un edificio que sirviera de monumento duradero, y en 1827, poco después de concebido el proyecto, echáronse los cimientos de la obra, llamada desde luego el Templete, monumento de líneas clásicas y con capacidad suficiente para que, al par que encerrase dentro de sus límites el histórico pilar, -reto del tiempo- poniéndolo a salvo de mutilaciones o deterioros, resultase símbolo elocuente y ostensible de los actos, sencillos en sí, pero trascendentales por obra del tiempo y de las circunstancias, desarrollados el 16 de noviembre de 1519. Ejecutados los trabajos (15) con extraordinaria prontitud, llevose a efecto el 19 de marzo de l828, solemnizada por el obispo Juan José Díaz de Espada y Landa, la inauguración del Templete, en las lápidas de cuyas columnas se fijaron las siguientes inscripciones:


“REINANDO EL, SEÑOR DON FERNANDO VII DE BORBON. Q. D. G.
SIENDO PRESIDENTE, GOBERNADOR Y CAPITAN GENERAL
EL EXCMO. SEÑOR DON FRANCISCO DIONISIO VIVES Y PLANES,
OBISPO DIOCESANO EL EXCMO. E ILMO. SR. DOCTOR
DON JUAN JOSE DIAZ DE ESPADA Y LANDA,
SUPERINTENDENTE GENERAL DE REAL HACIENDA EL EXCMO.
SOR. DON CLAUDIO MARTINEZ DE PINILLOS Y CEBALLOS,
Y COMANDANTE GENERAL DE ESTE APOSTADERO EL SR. BRIGADIER
DON ANGEL LABORDE Y NAVARRO, SE CONSTRUYO
ESTE EDIFICIO PUBLICO PARA PERPETUAR LA MEMORIA DEL PRINCIPIO
DEL CRISTIANISMO EN ESTE PAIS, A EXPENSAS DEL EXCMO.
AYUNTAMIENTO Y DE LOS FIDELISIMOS Y PIADOSOS HABITANTES
DE EL; HABIENDO SIDO EL DIRECTOR DE LA OBRA EL CABALLERO
REGIDOR DON JOSE FRANCISCO RODRIGUEZ CABRERA.
AÑO DE MDCCCXXVIII.

“EL EXCMO. SOR. DON FRANCISCO DIONISI0 VIVES Y PLANES,
CABALLERO GRAN CRUZ DE LA REAL Y DISTINGUIDA ORDEN
ESPAÑOLA DE CARLOS III, CABALLERO GRAN CRUZ DE LA
REAL ORDEN AMERICANA DE ISABEL LA CATOLICA Y DE LA
MILITAR DE S. HERMENEGILDO, CABALL° DE TERCERA CLASE
DE LA REAL DE S. FERNANDO. DECLARADO VARIAS VECES
BENEMERITO DE LA PATRIA, CONDECORADO CON EL ESCUDO
DE FIDELIDAD, LA ESTRELLA DEL NORTE, Y Pr. OTRAS
NUEVE ACCIONES DE GUERRA, TENIENTE GENERAL DE LOS
REALES EJERCITOS, GOBERNADOR DE LA PLAZA DE LA HABANA,
CAPITAN GENL DE LA ISLA DE CUBA, PRESIDENTE DE LA
REAL AUDIENCIA, ETC., ETC. PROTEGIO CON PARTICULAR
EMPEÑO ESTA OBRA, CUYOS PLANOS PROYECTO Y LEVANTO
EL S. D. ANTONIO MARIA DE LA TORRE Y CARDENAS,
DEL CONSEJO DE S. M. SU SECRETARIO HONORARIO Y
EFECTIVO DE ESTE GOBIERNO.
AÑO DE MDCCCXXVIII.

“REINANDO EL SEÑOR DON FERNANDO VII,
SIENDO PRESIDENTE Y GOBERNADOR
DON FRANCISCO DIONISIO VIVES,
LA FIDELISIMA HABANA, RELIGIOSA Y PACIFICA,
ERIGIO ESTE SENCILLO MONUMENTO
DECORANDO EL SITIO DONDE EL AÑO DE 1519
SE CELEBRO LA PRIMERA MISA Y CABILDO:
EL OBISPO DON JUAN JOSE DIAZ DE ESPADA,
SOLEMNIZO EL MISMO AUGUSTO SACRIFICIO
EL DIA 19 DE MARZO DE 1828.

“La organización que, como a todos los de su clase, dio el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar al Ayuntamiento de San Cristóbal de la Habana revistió, desde el punto de vista institucional, la mayor importancia. Cuando el 16 de noviembre de 1519 (16) quedo en funciones el Cabildo debió de llevarse a cabo ese acto en medio de estudiada solemnidad. La vida municipal, generadora de la unidad política y administrativa de la villa establecida definitivamente junto al Puerto de Carenas, entrañaba singular trascendencia. Al Ayuntamiento fue atribuido el ejercicio de todas las facultades de gobierno, sin excluir la de justicia en sus manifestaciones civil y penal, ni reconocer otros superiores en grado que el Teniente Gobernador de la Isla en lo político y militar y la Audiencia de Santo Domingo en lo judicial y administrativo. Autorizado Velázquez por su condición de Adelantado para designar en nombre del monarca español, los funcionarios de cada institución municipal en las poblaciones que fundara (17), de su voluntad dependió, por supuesto, la composición del Cabildo de San Cristóbal de la Habana, si en el campo de las ideas usufructuario de prerrogativas extraordinarias, de hecho centralizado, con su tipo romano dentro del cuadro español bajo la autoridad del Teniente Gobernador de la incipiente colonia.


D. Francisco Cagigal de la Vega.
D. Francisco Cagigal de la Vega

“En el primer período de la existencia institucional del Ayuntamiento de San Cristóbal de la Habana, muy pocos eran los elementos integrantes de la corporación. Oscura en verdad fue la vida del Cabildo, en aquellos días. Los Tenientes a Guerra de la Habana nombrados por la suprema autoridad de la Isla, resultaban entonces Presidentes natos del Ayuntamiento, que no se componía sino de dos Alcaldes Ordinarios (18) y tres Regidores (19), escogidos entre los individuos de mayor capacidad y verdadero arraigo y encargados de todos los empleos y todas las atribuciones concejiles. Pero quien, hallándose presente en la Habana, figuraba a la cabeza de la corporación era el Gobernador, representante del Rey. Sólo a falta de él presidía el Teniente a Guerra, como en ausencia de uno y otro, y por su orden, lo hacían los Alcaldes primero y segundo. Aun a despecho de la forma primitiva de organizar el gobierno municipal, emanando el nombramiento de sus componentes de la voluntad del Gobernador, importante era el papel que desempeñaban los Alcaldes. Tenían en sus manos el poder judicial, -con la limitación de la ley del fuero personal, que establecía tribunales de privilegio para los eclesiásticos, militares y otros funcionarios,- y sucedían interinamente a los gobernadores (20), deparando tales preeminencias prestigio legítimo a las instituciones guardadoras del bienestar y fomento del pueblo en creación.


“Vicisitudes de toda índole se sucedieron a través de aquellos primeros años de existencia todavía incierta para la villa de San Cristóbal de la Habana y para su institución municipal. Hubo, en el concierto de las novedades dichosas, la debida a una Real Cédula dispositiva de que no asistiesen a los Cabildos los Gobernadores ni sus Tenientes, sino los Alcaldes Ordinarios (21). Pero en general las cosas no marchaban bien. Todo andaba en embrión y mucho había que crear en un pueblo apartado y regido casi siempre por hombres de escasa experiencia y cortos conocimientos en el arte de gobernar. Por muy cuidadoso que fuera, en el círculo de sus facultades y previsiones, el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, faltaban las bases fundamentales, faltaba una legislación acomodada a los colonos y a los indígenas (22). Sus pobladores, además, formaban cifra poco elevada (23). No podía, pues, crecer y desarrollarse en términos extraordinarios ni bastantes a despertar admiración la obra institucional cuyos cimientos levantó Velázquez en San Cristóbal de la Habana el 16 de noviembre de 1519.


Dr. D. Juan José Díaz de Espada y Landa.
Dr. D. Juan José Díaz de Espada y Landa
Obispo de La Habana que celebró la misa del día
19 de marzo de 1828 en el Templete

“Intima fue la relación, sin duda alguna, que ligó la suerte del Cabildo, en su época inicial, a los Tenientes a Guerra, en el carácter por éstos sustentado de delegados del Gobernador de la Isla. Y a al fundar la villa de San Cristóbal de la Habana, Diego Velázquez nombró Teniente a Guerra a Pedro de Barba, que tuvo encomienda de indios, al igual que Francisco Montejo, Diego de Soto, Sebastián Rodríguez, Juan de Nájera y Alonso González (24). La misma situación especial existente entre el Cabildo y los Tenientes a Guerra condujo más de una vez al primero a adoptar actitudes preventivas ciertamente plausibles. Convencido, verbigracia, de que el Teniente a Guerra Juan Bono de Quejo observaba una conducta asaz peligrosa, debió de hacerse eco de las protestas del vecindario y sostener sus quejas hasta lograr el reemplazo de aquel por Juan Velázquez, colateral en tercer grado del Adelantado (25). El nuevo Teniente a Guerra mereció la confianza de los Alcaldes y Regidores, pues que se halló siempre animado del anhelo de contribuir a la defensa y al mejoramiento de la villa. Grandes tuvieren que ser entonces y después, en el período rematado al mediar justamente el siglo XVI, los esfuerzos del Cabildo en la vigilancia celosa de los intereses públicos. En 1538 la población sufrió grave quebranto. Un corsario francés la asaltó, saqueó la iglesia y puso fuego a la mayor parte del caserío. Mejor suerte gozaron los habaneros un lustro después, en 1543, al presentarse frente al puerto otro corsario francés, Roberto Baal, con cuatro navíos y un patache, dispuesto a hallar rico botín. Enfrentáronse al enemigo y le arremetieron en condiciones tales, que le obligaron a reembarcarse dejando quince muertos, mientras ellos no sufrieron baja ni daño de ninguna especie (26). Ruda, necesaria, inevitablemente, fue sin duda, la lucha que a la sazón sostuvo el Ayuntamiento de San Cristóbal de la Habana para salvar de tan repetidas borrascas cuanto se levantaba junto al Puerto de Carenas, lo mismo en el orden material que en el aspecto institucional.”


* * *

(1) Lo que fuimos y lo que somos o la Habana antigua y moderna. Por D. José María de la Torre, Habana, 1857, p. 5.”


(2) Lexicografía Antillana... Por Alfredo Zayas y Alfonso, Habana, 1914, p. 408. Se refiere esta cita a una aseveración, única en tal sentido, de Gomara. Además, el autor trae a colación las indicaciones acerca del mismo extremo hechas por José Martín Félix de Arrate, que, por su parte, opina que el primitivo asiento de San Cristóbal de la Habana pudo estar en las riberas del arroyo de la Bija, en las inmediaciones de Batabanó.”


(3) Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica... Por el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez, Habana, 1916, t. I, p. 29.”


(4) Lo que fuimos y lo que somos o la Habana antigua y moderna. Por D José María de la Torre. Habana. 1857. p. 6-7.”


(5) Historia de la Isla de Cuba... Por D. Pedro J. Gaiteras, Nueva York, 1865, t. I, p. 252.”


(6) Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica... Por el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez, Habana, 1918, t. I, p. 29-30.”


(7) Las genealogías de las ceibas, cuya celebridad ha emanado del acto famoso de que se viene tratando, según interesante cuadro presentado por el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez, son las siguientes:

1a. Siglo XV

“Ceiba Prehistórica, bajo la cual el 16 de Noviembre de 1519, se dijo la primera misa, y se celebró el primer Cabildo.

“Su origen se remonta a una fecha anterior al descubrimiento (1492), habiéndose secado en 1753. Cuando esto aconteció, fue arrancada, por orden del Gobernador Cagigal de la Vega, siendo su tronco cortado en pedazos y repartido como valiosa reliquia, sustituyéndola por otras tres nuevas.

2a. Siglo XVII

“Ceibas sembradas entre los años de 1755 a 57.

“1a. -Se secó en marzo de 1755. (Cabildo de 11 de abril 1755).

“2a. -Prendió y vivió lozana, hasta 1827 en que ordenó cortarla el ayuntamiento porque sus enormes raíces amenazaban el edificio del Templete. (Cab. de 14 de diciembre de 1827).

“3a. -Al poco tiempo se secó.

3a. Siglo XIX

“Ceibas ordenadas sembrar por el ayuntamiento en 1828, traídas por el capitán D. Andrés de Acosta de una finca llamada María Ayala, a legua y media de esta capital, hoy reparto Lawton, después de fabricado el Templete, en sustitución de la cortada en 1827.

“1a. -Se secó poco después.

“2a. -Se secó completamente: fue sembrada delante de la columna, mirando al mar.

“3a. -Arraigó, y es la existente que se mantiene sola y en todo su vigor, a pesar de contar hoy con 91 años de existencia, toda vez que se sembró en 1828.

4a. Siglo XIX

“Ceibas sembradas por el ayuntamiento en 1873.

“1a. -En 1883 tenía cuatro varas de altura. Pero al En se marchitó y secó.

“2a. -En 1883 llegó también a cuatro varas de altura, pero al fin se secó.”


(8) Historia de la Isla de Cuba... Por D. Pedro J. Guiteras, Nueva York, 1865, t. I, p. 224.”


(9) Era el capitán Sebastián de Ocampo un hidalgo natural de Galicia. Había sido criado de la reina Isabel la Católica. Acompañando a Cristóbal Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo, debió de permanecer sin realizar cosa digna de nota, pues que el Almirante no le recomendó en ningún sentido. Vuelto a España, por allá tuvo una riña con un Juan Velasques, de Jerez. Hubo de acabar muy mal la cuestión, acaso con la muerte del Velasques, ya que, encargados de hacer justicia los alcaldes de casa y corte, pronunciaron sentencia contra Ocampo, condenándole a último suplicio. Mas el, habiendo logrado escapar y esconderse, no tardó en alcanzar asimismo gracia en el ánimo de sus monarcas, que por Real Decreto de 2 de octubre de 1501 le conmutaron la pena impuesta por la de confinamiento a la isla de Haití. Esta propia conmutación tuvo que ser también modificada, cuando al cabo de fue posible merecer el mando de la expedición encargada de bojear a Cuba, para llegar, de consecuencia en consecuencia, a ser el descubridor del Puerto de Carenas. La vida de Ocampo, después de tan notable suceso, no sobresalió en cosa alguna.”


(10) El hecho de ser San Cristóbal el 16 de noviembre, como lo es el 25 de julio, habiéndose cambiado de la segunda a la primera de esas fechas la festividad del patrón de la Habana, ha llevado a alguien a dudar de la exactitud de la tradición que se refiere al 16 de noviembre de 1519. Lo cierto es, que existió la tradición desde lejanos días y que contra ella sólo han podido aducirse dudas personales.”


(11) Trasladada la villa de San Cristóbal de la Habana junto al puerto de Carenas, la desembocadura del Casiguaguas fue llamada durante largo tiempo Habana Vieja o Pueblo Viejo, según lo atestiguan diferentes documentos de la época: los autos del juicio de residencia de Hernán Cortés y algunas actas del Ayuntamiento de la Habana, verbigracia.”


(12) Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica... Por el Dr. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez, Habana, 1916, t. I, p. 30.”


(13) Alrededor de lo que dispuso Cagigal de la Vega se han manifestado distintas versiones, llegando hasta atribuirle el hecho de ordenar fuese derribada la frondosa ceiba por el mero deseo de contemplar mejor la belleza panorámica de la bahía.”


(14) La inscripción en latín fue modificada por acuerdo del Ayuntamiento y con intervención del sabio orientalista Dr. Juan Miguel Dihigo y Maestre”...


(15) En la ejecución del Templete tomaron parte principalísima el coronel Antonio María de la Torre y Cárdenas, Secretario del Gobierno General, y José Francisco Rodríguez y Cabrera, Regidor del Ayuntamiento.”


(16) La desaparición absoluta de la parte de los archivos anterior a 1550, en todo lo que se refiere al Cabildo de San Cristóbal de la habana, priva al investigador del conocimiento circunstanciado de antecedentes y detalles siempre interesantes. Sirva ello, en el presente caso, de necesaria explicación.”


(17) Dr. F. Carrera y Jústiz. Introducción a la Historia de las Instituciones Locales de Cuba... Habana, 1905, t. II, p. 45.”


(18) Dr. F. Carrera y Jústiz. Introducción a la Historia de las Instituciones Locales de Cuba... Habana, 1905, t. II, p. 46.”


(19) Los tres primeros historiadores de la Isla de Cuba, Habana, 1876, t. I, p. 211.”


(20) Al fallecer el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, en 1524, le sucedió interinamente en el cargo de Gobernador de la Isla su pariente Manuel de Rojas, Alcalde de Santiago de Cuba, con aprobación de la Audiencia de Santo Domingo.”


(21) Dr. F. Carrera y Jústiz. Introducción a la Historia de las Instituciones Locales de Cuba... Habana, 1905, t. II, p. 48.”


(22) Historia de la Isla de Cuba, por D. Jacobo de la Pezuela. Madrid, 1868, t I. p. 123.”


(23) Los primeros vecinos de la villa de San Cristóbal de la Habana fueron Juan de Rojas, Pedro Blasco, Antonio de la Torre, Antonio de Reina, Baltasar de Avila, Francisco Martín, Antonio López, Bernardo Nieto, Juan Lobera, Juan de Inestrosa, Juan Gutiérrez, Calixto Calderón, Bernardino de Soto, Antonio de Rojas, Antón Recio, Ambrosio Hernández, Bartolomé Cepero, Juan Núñez, Sebastián Bravo, Francisco Hojas, Juan Díaz, Bartolomé Bazago, Tomás Daza, Manuel Juan, Domingo Alonso, Jerónimo Rodríguez, Juan Genovés, Francisco de Aguilera, Antón de Alonso, Martín Ruiz, Cristóbal Galindo, Francisco Pérez Borroto, R. Martín, Pedro Andrés, Domingo de Córdoba, Domingo de Talavera y Francisco Genovés, según Lo que fuimos y lo que somos o la Habana antigua y moderna. Por D. José María de la Torre, Habana, 1857 , p. 5-6.”


(24) Historia de la Isla de Cuba... Por D. Pedro J. Guiteras, Nueva York, 1865, t. I, p. 283.”


(25) Historia de la Isla de Cuba, por D. Jacobo de la Pezuela. Madrid, 1868, t. I, p. 144.”


(26) Historia de la Isla de Cuba... Por D. Pedro J. Guiteras, Nueva York,. 1865, t. I, p. 363.”


Fin del capítulo - Fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana.


Más información relacionada con los temas tratados en este capítulo:
Como se organizó el Gobierno de Cuba en Historia Elemental de Cuba




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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2006
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