El barrio de Vedado es uno de los barrios en el municipio de La Habana, Cuba. Este elegante barrio de admirables residencias de mampostería fue una vez un caserío de unas treinta chozas, en las que descansaban en horas solaz y luego guardaban sus herramientas los peones que trabajaban en las canteras que se explotaron en el siglo XVIII para la construcción de las viviendas y edificios de La Habana. Eventualmente se edificaron algunos barracones para los chinos que venían con destino a labores agrícolas. No existía vecindario estable, ni era, por tanto, un caserío en forma.

Comenzaba el Monte Vedado, que así se le llamaba entonces, en el paseo de Isabel II, o sea en donde está el Castillo de La Punta, siguiendo por el litoral marítimo hasta la calzada de Belascoaín, llegando hasta el Almendares o Chorrera. En el fondo, en el llamado Monte de la Gata, estaban las canteras que fueron por mucho tiempo abrigo de piratas y por cuya razón hasta 1820 los vecinos hacían guardia. Hasta ese año existió la cueva del indio Taganama, situada en una altura que al tomar los ingleses La Habana la fortificaron. Cinco caballerías de ese monte fueron entregadas a la familia Seigler y Espinosa en 1836 en compensación de los terrenos que le fueron expropiados al construirse en ellos la Muralla de La Habana.

Al correr el tiempo y cerca del río Almendares se comenzaron a fabricar viviendas en solares repartidos a censo, formando el pequeño caserío de Carmelo. En este caserío, cuando adquirió desarrollo, se edificó un gran paradero para depósitos de los tranvías urbanos que lo comunicaban con la capital y cuya tracción fue primero animal, después por máquinas a vapor y finalmente eléctricas.

Después comenzaron a edificarse quintas y chales hasta convertirse el Monte Vedado en el reparto llamado Vedado con sus magníficos paseos y parques y como el pulmón más oxigenado y comunicado de la gran urbe habanera.