13 de enero de 1896: La Invasión Libertadora en Pinar del Río avanzó el 13 de enero de 1896 de La Palma a Laguna de Piedra (Viñales), en total 6 leguas recorridas. La columna invasora acampó en Laguna de Piedra. Los exploradores se aproximan a la población de Viñales, sosteniendo fuego con los voluntarios de guarnición.
1° de octubre de 1896: Para dar cima al arduo proyecto de forzar las líneas de Viñales -narró el general José Miró- Maceo se dirigió a Peña Blanca el día 1° de octubre. Aunque toda la tarde llovió copiosamente, se enviaron correos al prefecto de Pan de Azúcar, para que, sin perdida de momento, condujera al Cuartel General a los hombres más conocedores del término de Viñales, y especialmente de los caseríos de Cabezas, Isabel María, Santo Tomás, El Mulo y Sumidero, puntos principales de aquella comarca indomable, que jamás la cruzó el insurrecto sin hostilidad. El propósito del Lugarteniente era firmísimo. Sus providencias todas se dirigieron a desandar a marchas forzadas el trayecto que lo había conducido al extremo occidental de la Isla. La zona que debía atravesar se hallaba erizada de peligros. Pero era urgente e imperiosa la necesidad de mostrar la vitalidad de los servidores de Cuba. El conductor de la heroica campaña de Pinar del Río quería consumar nuevas hazañas, dignas de figurar entre las más memorables de la historia guerrera del país. La jornada del 1° de octubre de 1896, poniéndolo cerca del baluarte español de Viñales, constituyó desde luego un notable avance.
3 de octubre de 1896: En el camino de la trocha de Viñales las huestes insurrectas realizaron distintos movimientos. Las zonas de cultivo fueron devastadas. Al acercarse al caserío de Cabezas, los voluntarios que lo guarnecían saludaron a los libertadores con vivo tiroteo, al que Maceo hizo responder con el estruendo del cañón. En Viñales, en el entretanto, el general Bernal y los movilizados se aprestaban a la defensa. Pero se hallaban en condiciones poco seguras para aventurarse a reñir con el Lugarteniente. Los refuerzos aguardados por la playa de La Esperanza no llegaban tan pronto como los españoles necesitaban y ansiaban. El cuadro general fue dominado con admirable precisión por Maceo. Su actividad estuvo entonces al nivel de las circunstancias. El 3 de octubre de 1896, dirigiéndose al amanecer a los pinares de Cayo de San Felipe y Sumidero, suscitó animadas pendencias con los guerrilleros que por allí rondaban. Fue un día aprovechado para aumentar la alarma entre los adversarios.