Antiguamente se le llamó La Chorrera de Consolación y por corto La Chorrera. Está situada a orillas del riachuelo de su nombre y al norte de la Sierra de Guacamayos, dependencia de los Organos, cuyas estribaciones le rodean por ambos lados. A diez kilómetros del embarcadero de Río Blanco, en la costa norte. Tiene esta ciudad algunos edificios dignos de mención, como el centro escolar Luz Caballero, el de la sociedad Patria, la iglesia parroquial y algunos otros públicos y particulares. |
El 12 de enero de 1896 en la Invasión Libertadora bajo el mando del Mayor General Antonio Maceo, del 9 de enero al 14 de enero de 1896 - ...“Nuestra columna dio vista al pueblo de la Palma, entre ocho y nueve de la mañana del 12, cuando ya la guarnición se hallaba prevenida. Es de señalarse, entre los innumerables descuidos del ejército español, este acto de diligencia y marcialidad realizado por el capitán Pozo, jefe del destacamento. Tres meses más tarde, el mismo capitán, con la misma tropa y los bravos voluntarios de la Palma, habría de causarnos un completo desastre al ser acometida la población por la hueste de Maceo. El ataque hubiera sido fructuoso en la mañana del 12 de Enero; pero al dar vista a la localidad, con el propósito de romper las hostilidades, se apareció una mujer con dos niños en el Cuartel general, pidiendo y suplicando, con la elocuencia de la aflicción, que no acometiéramos la operación del asalto, a fin de evitar escenas sangrientas de represalias, de las cuales serían víctimas los mismos españoles de la localidad. La desolada dama, era esposa del jefe de los voluntarios don Antolín M Collado. Maceo, que jamás negó nada a las mujeres, y que siempre se dejó cautivar por el llanto de las madres de familia, accedió a lo que solicitaba la afligida señora, y sólo impuso, ó. mejor dicho, aceptó buenamente lo que la emisaria le brindaba una contribución de guerra y la promesa de que los caciques de la Palma abandonarían el negocio del tabaco. La contribución se hizo efectiva parcialmente; pero la cantidad principal de ella, consignada en una orden mercantil contra la casa de Seña y Compañía de la Habana, quedó sin pagar, y poco faltó para que no le costara un serio disgusto a don Perfecto Lacoste, a quien se la envió Maceo para que la cobrara y girara el importe de tres mil pesos a la delegación del partido revolucionario. Lacoste pretendió cobrar la libranza, pero la casa citada, que, por lo visto, estaba en conocimiento de aquel valor entendido, se negó de plano a efectuar el desembolso, no sin manifestarle al destinatario que la operación era filibustera, netamente separatista, y relacionada con un secuestro. Ya Wéyler mandaba en Cuba, y el patíbulo estaba alzado, con carácter de institución, en el foso de los Laureles”... |