“Los españoles en Cuba, como en toda la América, descubrían, conquistaban y colonizaban a la vez. Apenas vencida la resistencia de Hatuey, y cuando aun había indios en situación de rebeldía en la región oriental, se propuso Velázquez tornar posesión absoluta de la isla, recorriéndola de oriente a occidente.

“Apenas llegado Velázquez a Cuba dedicó parte de su gente a la fundación de una villa a la cual pondría por nombre Asunción de Baracoa. Otra parte la destinó a quebrantar la resistencia de Hatuey, según se ha dicho antes. Fue Baracoa la primera población, y la primera capital de Cuba.

“Velázquez organizó su gente para ocupar la isla de modo que el avance fuera simultáneo por tierra y por mar. Dividió sus hombres, que no llegarían a 300, en tres grupos. Uno iría embarcado y bordeando toda la costa norte hasta La Habana, entonces puerto de Carenas; otro avanzaría por el centro de la isla, y un tercero, por mar, recorrería la costa sur. Al grupo que marcharía por el centro, el más numeroso, fuerte de 140 españoles, amén de muchos indios, le estaba encomendada la misión más difícil y penosa; ya que tendría que abrir los caminos por donde avanzara, sufrir los calores y soportar las lluvias. Del mando de este grupo se encargó a nuestro ya conocido Pánfilo de Narváez.

“A la fundación de Baracoa seguirían las de San Salvador de Bayamo, Trinidad, Sancti Spíritus, Santiago de Cuba y Santa María del Puerto del Príncipe. Esta última, fundada en el lugar donde hoy se encuentra Nuevitas, fue trasladada más tarde al centro de la provincia. Santiago de Cuba, por lo abrigado y grande de su puerto, y por su situación respecto a Tierra Firme, es decir, las costas de Venezuela, Colombia y Panamá, pronto quitó a Baracoa su título de capital. La Habana sería la última de las poblaciones fundadas por Velázquez o sus tenientes. Pero de esto se dirá en la próxima lección.

“La fundación de poblaciones, llamadas por lo general pomposamente villas o ciudades, se practicaba con iguales ceremonias en todas las tierras de América. El conquistador, o su teniente, plantaba un rollo de madera u horcón en el centro del terreno que debía ocupar la plaza. A caballo, con sus insignias y espada en mano, rodeado de los pobladores futuros, preguntaba por tres veces consecutivas con voz inteligible y clara si alguien tuviese razones para oponerse a la nueva fundación, así lo manifestase. Y a cada pregunta daba un golpe de espada al madero, hecho lo cual declaraba fundada la ciudad con el nombre que debía llevar. Nombrábanse acto seguido las autoridades, se fijaban los sitios para la iglesia y las casas y, por último se levantaba el acta de la fundación.”

Lección 8: Narváez y el buen sacerdote que amaba a los indios

Lección 10: Una población que cambia su asiento o lugar