El Castillo de San Severino fue edificado para la protección de la ciudad de Matanzas, Cuba. El lugar donde se edificaría esta fortaleza se seleccionó en 1693 y ya en 1698, al menos parte de sus facilidades, se encontraban operando. Se terminó la obra en 1735 y se le asignó una guarnición de un capitán y ochenta hombres bajo su mando. En 1762 el castillo fue destruido bajo la orden del capitán Felipe García de Solís, quien se encontraba al mando del castillo en ese momento. Este oficial tomó estas medidas para evitar que no cayera la fortaleza en manos de los ingleses, que ya ocupaban La Habana. Después que la capital regresó a la Corona Española, este castillo se reconstruyó.

No es la única fortaleza que protege a Matanzas. Además del Castillo de San Severino se construyeron otras fortificaciones que auxiliaran al castillo en su obligación. Estas otras fortalezas eran el Morrillo, La Vigía y la batería de Peñas Altas. El Morrillo recibiría atención nacional a principios del siglo XX ya que fue allí donde en enfrentado combate murió Antonio Guiteras Holmes.