Guije.com Agrupación coral “Santa Cecilia” en Folklorismo - Cosas de mi Tierra.

Agrupación coral “Santa Cecilia”. Bandera de Cuba.

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Agrupación coral “Santa Cecilia”
en Folklorismo
en Cosas de mi Tierra

Artículo en “Folklorismo” por Eduardo Sánchez de Fuentes editado en 1928 por Imprenta “Molina y Compañía”, Ricla, Num 55-57 en La Habana.


“Señoras y señores:


“Más de una vez he dicho, hablando de nuestro pasado musical, que el proceso artístico de Cuba ha sido hasta hace unos quince años desigual e intermitente. No quiere esto decir que en los viejos tiempos, antes de nuestra guerra de Independencia, no existieran plausibles iniciativas, como veremos después; ni negamos, tampoco, que a raíz de la fecha apuntada, algunas manifestaciones surgieron en idéntico sentido. Hay que tener en cuenta, para no hacer enojoso el comentario, que pesaba entonces sobre nuestra nación una serie de problemas políticos y económicos y que sus hijos, por grande que fuera el entusiasmo que sintieran por las bellas artes, no pudieron dedicar a estos esparcimientos del espíritu (tan necesarios para poder compensar las rudas tareas de la vida) sus fecundas actividades, empeñados como estaban en la intrincada obra de cimentar nuestra República.


“Ya calmado el océano de nuestras pasiones y sosegado nuestro ambiente político; progresando día por día nuestra Isla en todos los órdenes, iniciose por la época que decía, hará unos tres lustros escasos, como un florecimiento en el campo de nuestra música, y debido al patriótico empeño de nuestros laboriosos artistas y de inteligentes y entusiastas dilettanti. Cuba cuenta hoy, entre otros elementos culturales e instituciones que la prestigian, con una sociedad como Pro Arte Musical, que nos hace conocer anualmente a los mejores artistas del mundo; tiene en nuestra capital dos orquestas sinfónicas que han despertado la afición a tan difícil y elevado género, y nuestra música, nuestro cancionero, ha tomado su verdadera carta de naturaleza, dignificándose y propagándose dentro y fuera de nuestro territorio.


“El motivo que nos congrega aquí esta noche es una prueba más de cuanto dejo apuntado. Asistimos a la presentación de una nueva sociedad coral, en cuya formación han laborado con el calor y la fe de siempre antiguos maestros que conviven con nosotros, estimulados por el afecto que les profesamos y por el prestigio que merecidamente gozan.


“Hace un año precisamente, y con ocasión de dar a conocer mi cantata Navidad, en cuya empresa colaboró conmigo otro maestro no menos querido y respetado, que también se ha interesado por nuestro desenvolvimiento artístico, mi amigo el profesor Néstor de la Torre, sentí yo, más que nadie, la necesidad de la existencia de una sociedad coral. Escrita mi obra para coros y orquesta, hubo que organizar, con magníficos elementos por cierto, un núcleo de ciento cincuenta voces, que interpretó admirablemente el oratorio, en colaboración con nuestra gran Orquesta Sinfónica, bajo la batuta del maestro Roig, y fue entonces cuando quedó plenamente demostrado que entre nosotros, en nuestra bulliciosa capital, hay elementos bastantes para formar una brillante asociación coral que contribuya con su actuación a nuestro progreso innegable en el arte de los sonidos. Y he aquí que, con igual nombre que existieran antaño otras agrupaciones musicales en la Habana, surge hoy, para orgullo nuestro, esta flamante institución, integrada por un grupo de distinguidas señoritas; institución que no sabemos que amplios límites podrá alcanzar, conocidos el entusiasmo y laboriosidad de sus organizadores; feliz iniciativa, de la que yo auguro que en no lejano plazo nos dará sazonados frutos, facilitando la labor de nuestros compositores, como un nuevo medio interpretativo; atinado y necesario esfuerzo por el que debemos felicitar a sus directores, la señora Tina Farelli de Bovi y el maestro Arturo Bovi, y a sus colaboradores la señora Rafaela Serrano y el maestro Hubert de Blanck.


“Con motivo de este fausto acontecimiento, y volviendo nuestros ojos al pasado, viene a mi memoria el recuerdo de uno de nuestros artistas músicos más notables, cuya importante personalidad, como pianista y notable acompañante, hace que figure a la cabeza de nuestros más respetados maestros ya desaparecidos: Emilio Agramonte, perteneciente a una de las familias más distinguidas de Cuba, llegó a adquirir en los Estados Unidos un sólido prestigio, siendo camarada de los más grandes artistas que desfilaron por la gran metrópoli en los últimos años que precedieron a su regreso a la amada patria. Este talentoso hijo de Puerto Príncipe estableció entre nosotros, con innegable éxito, la academia de canto y el núcleo coral que llamó "Chaminade." Fue profesor de nuestra Academia Municipal y miembro de número de la Nacional de Artes y Letras. Entiendo que es nuestro deber honrar su memoria en este acto, con el homenaje de nuestro recuerdo, ya que él fue uno de los que vivamente se interesó entre nosotros por la enseñanza del canto, en diversos aspectos.


“Y ya puestos en ese camino de recorrer con nuestra vista el pasado, es interesante que sepáis que desde el año de 1816, en que se fundó en la Habana la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia, en cuyos programas figuran arias de óperas como la de Le Nozze de Figaro, de Mozart; cuartetos vocales, sinfonías, etc., etc., aparecen con claros destellos, que más tarde hubieron de intensificarse, para nublarse, lógicamente, en la era libertadora, brillantes manifestaciones dentro del arte musical, que siempre alcanzó en nuestra Isla innumerables prosélitos.


“Entre otros programas de aquellos tiempos, no menos curiosos y dignos de ser recordados en estos momentos, citare el de una función lírico dramática, dispuesta por la señora condesa de Merlin (María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, ilustre hija mayor de los condes de Mompox y Jaruco, nacida en Cuba el año de 1789), espectáculo que se verificó en la noche del 18 de julio de 1840 en el Gran Teatro Tacón, ya desaparecido.


“En ese programa y entre otros números musicales de importancia, aparece el aria coreada de Ana Bolena, cantada por la señora Merlin, y el coro del segundo acto de la ópera Norma. Más adelante, el 15 de noviembre de 1844, la sociedad Liceo Artístico y Literario de la Habana, según reza el programa que conservo, "ejecutaba en escena la gran ópera seria en tres actos del inmortal Bellini Los Puritanos. En dicho programa, bajo este epígrafe: "Señoritas y caballeros, socios facultativos a quienes ha tocado el turno de cantar los coros de esta ópera," aparecen los nombres de muy distinguidas damas y de caballeros muy conocidos en aquellas fechas, que se disputaban el honor de formar parte de aquel nutrido coro.


“Los empeños artísticos en tal sentido son, en verdad, extraordinarios durante toda aquella época.


“El propio Liceo anunció para el 15 de marzo de 1845 una audición completa del Stabat Mater, de Rossini, y para el 31 de mayo de ese mismo año, la Lucía de Lammermoor, completando sus magnificas fiestas musicales con la interpretación de Il Pirata, de Bellini.


“También en la morada del conde de Peñalver se rendía culto al arte de Rossini; al canto, principalmente, allá por el año de 1851. El Liceo también llevó a escena la ópera Favorita, y en 1866 aparece la Sociedad de Música Clásica celebrando un concierto de inauguración con un hermoso programa que, como los anteriores, demuestra cuánto se preocupaban desde aquellos tiempos nuestros antecesores por el adelanto musical de la Isla.


“Fuera tarea larga y monótona relacionar ahora toda una serie de importantes acontecimientos artístico musicales que tuvieron ocasión en aquel pasado glorioso, que debemos tomar como ejemplo para nuestros trabajos de hoy.


“Andando el tiempo, esas iniciativas se reverdecieron por el año 80, antes de la última epopeya redentora, con el florecimiento de la notable cantante cubana Margarita Pedroso, cuyo nombre llenó por su sólido prestigio toda una época, dentro de nuestro pasado musical. Pertenecía Margarita a una de nuestras más ilustres y linajudas familias, y plena de entusiasmo y de amor al prójimo, siempre inspirada por los más sublimes sentimientos de caridad, llegó a cantar con resonante éxito en nuestro histórico Teatro Tacón la ópera Sonámbula, secundada en su arduo empeño por un grupo de jóvenes dilettanti. El recuerdo de tan esclarecidos amantes de la música aun perdura entre nosotros.


“He aquí a grandes rasgos nuestras más salientes manifestaciones de arte vocal en el pasado.


“Hoy que nuestro mejoramiento artístico se hace palpable, como ya dije, es necesario que todos laboremos con igual empeño que antaño lo hicieran esos esforzados hijos de nuestro suelo, a quienes tan altos sentimientos inspiraron, y a quienes nosotros, los de la presente generación, debemos amor y respeto.


“No todos los mortales abrigan en su ser iguales aptitudes artísticas; pero es necesario educamos en ese sentido, pues las artes constituyen la verdadera pedagogía del espíritu.


“El poeta Schiller nos dijo que hay que encarnar el ideal en las formas sensibles y espirituales; que el artista debe trabajar para sus contemporáneos, haciendo lo que ellos necesiten, no lo que alaben.


“Camille Mauclair, otro gran poeta de la literatura musical, ha dicho "que los hombres se consuelan generalmente con palabras." La casta de los que se consuelan con sonidos es limitada y especial. Proporciona al ser que lo busca súbitas referencias que no dan ni el alcohol, ni el opio, ni los otros medios de olvido que el hombre llama a veces en su ayuda, ya sea para proyectarse en lo infinito, ya para desterrar su obsesión. Pero este consuelo es tiránico en medio de su dulzura. Transforma a aquel a quien conforta, y el que ha pedido una vez a la música que le arrancara de los brazos del dolor, ya no vuelve a pertenecerse por entero, y así, el que ha llegado a admitir en su existencia la emoción y el consuelo musical, es más esclavo, a la postre, que el alcohólico, el fumador de opio, el morfinómano. Ha contraído alianza no con un vicio, sino con una abstracción suprema; ha permitido que su breve existencia, su pequeña curva personal, fuera tangente con la curva de los mundos, y ha apelado del momento presente a la eternidad, y, gustado el sabor de esa eternidad, ya no querrá en sus labios la insipidez del buen sentido, ni la vulgar resignación.


“Por este motivo, el consuelo en el bell canto es uno de esos consuelos que no deben pedirse a tontas y a locas, sin un estudio serio de sí mismo. No es remedio para todos. Nadie debe encaminarse hacia la tumba de Berenice no habiendo amado a Berenice. No debe fingirse que se tiene necesidad de la música. La música no nos enseña a comprender la belleza útil y poderosa del dolor, sino el dolor de la propia música, y quien no llegue a ella con todo un viático de penas fecundas, éste no la conocerá, no hará más que recitar sus fórmulas, enumerar sus signos, estimar sus medios. Debemos cultivarnos ampliamente antes de que acaricien nuestras manos la milagrosa escala de seda por la que hemos de ascender...


“Orgullosos deben sentirse, pues, los iniciadores de esta flamante institución coral que por primera vez vamos a escuchar esta noche.


“Educar es el sacerdocio más alto que puede el hombre ejercer sobre la tierra, y este nuevo empeño que hoy surge en nuestro ambiente musical debe encontrar el calor de todos nuestros corazones. Es una fase de la música que necesariamente tenemos que cultivar entre nosotros y que en definitiva será una positiva ventaja para nuestro desenvolvimiento musical.


“Además, no olvidemos que "quien no encuentra en cual­quiera de los aspectos de la música un amigo capaz de quitarle del pecho abrumado el peso que todos sus amigos humanos no supieron quitarle; quien no ha preferido, aunque sólo fuera un instante, esa hada inmaterial a todas las amadas de carne y hueso, no podrá contar con ese supremo recurso: el canto no le elevará sobre sí mismo y la ansiada visita al sepulcro no le consolará."”





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Última Revisión: 1 de Mayo del 2006
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