Guije.com Antonio Maceo en «Próceres» por Néstor Carbonel
  
Antonio Maceo en «Próceres». Bandera de Cuba.

Guije.com
Ciudades y Pueblos
Municipios de Cuba
Biografías Cubanas
Templos Religiosos
Cosas de mi Tierra
Cocina Cubana
Diccionario Guije
Cine en Cuba
Revistas de Cuba
Tarjetas Postales
Filatelia Cubana
Postalitas Cubanas
Cubanito
Cuentos de Antaño
Fotos de Cuba
Directorio Güije
Links
Literatura Cubana


Libros de Cuba
Historia de Cuba
Patriotas Cubanas


Próceres
Agramonte, Ignacio
Aguilera, Francisco Vicente
Arango y Parreño, Francisco
Betancourt Cisnero, Gaspar
Cisneros Betancourt, Salvador
de Agüero, Joaquín
de Armenteros, Isidoro
de Céspedes, Carlos Manuel
de Goicuría, Domingo
del Castillo, Honorato
de la Luz y Caballero, José
de Quesada, Gonzalo
de Quesada, Manuel
Estrada Palma, Tomás
Figueredo, Pedro
García Iñiguez, Calixto
García y González, Vicente
Gómez, Máximo
Gutierrez, Miguel Jerónimo
Heredia, José María
López Narciso
Lorda, Antonio
Maceo, Antonio
Maceo, José
Martí, José
Masó, Bartolomé
Moncada, Guillermo
Morales Lemus, José
Morales y González, Rafael
Pintó, Ramón
Rabí, Jesús
Saco, José Antonio
Sánchez, Serafín
Spotorno, Juan B.
Varela, Félix
Villaverde, Cirilo



Santiago de Cuba


10 de octubre - Calendario Cubano.


24 de febrero - Calendario Cubano.

Antonio Maceo
en Próceres
por Néstor Carbonel

Antonio Maceo en «Próceres» por Néstor Carbonel.
Antonio Maceo
“Nació el 14 de julio de 1845.”
“Murió el 7 de diciembre de 1896.”

“De otros cubanos fue la tarea escribir; de Antonio Maceo pelear, luchar sin tregua, sin descanso. De otros, dar alas al pensamiento y luz a la idea: de él, subir lomas, vadear ríos, recorrer largas jornadas. De otros, vivir de casquete de seda y lentes de oro, inclinados sobre los libros: de él, vivir a caballo, vivir guerreando y sin ultrajar la dignidad humana ni cargar botín de aventurero; vivir peleando por la redención de su país y el decoro de sus paisanos. El tiempo le faltó para hacerse bachiller y aprender gramática y aritmética, mas no para hacerse profesional del heroísmo y maestro de austeridad. En la batalla tuvo su escuela, en las armas, sus libros; de guía, el corazón. No fue, pues, un pensador, sino un guerrero genial; el Héroe por antonomasia, a quien se verá siempre, en la inmutable serenidad de la Historia, explorando la sabana primero, y cayendo luego, con arrogante gesto y seguido de sus soldados, alto el machete y desplegada la bandera, sobre el cuadro enemigo...


“En Santiago de Cuba nació, y no en palacio regio, sino en una humilde casa. Fue su padre un mestizo oriundo de Venezuela, la patria del libertador Bolívar, y su madre, una pobre y sencilla mujer del pueblo, de quien pudiera decirse que tenía el corazón de una leona. A leer y a escribir aprendió de mozo, pero no a distinguir los verbos regulares de los irregulares, ni a conocer la familia de los tropos. De estrategia no tomo lecciones jamás, ni de táctica militar, ni de geometría. Buen jinete lo fue desde su juventud y diestro manejador del machete. La revolución iniciada en Yara lo encontró recién casado, en pleno vigor y con el alma ya templada para el sacrificio. Al abogado Asensio, su padrino que lo había hecho afiliar en la francmasonería, centro entonces de conspiración, debió sus primeros entusiasmos por la patria y por la libertad.


“Cuando su padre -padre de una tribu de bravos- supo el día fijado para el levantamiento, llamó, de acuerdo con su esposa, a los hijos todos, y cuando éstos estaban a su alrededor, les tomó juramento de fidelidad a la causa redentora, y los arengó para que la secundaran. Y así lo hicieron todos. Juntos el padre, la madre, la compañera de Antonio y los siete hermanos, marcharon resueltos al campo de la revolución. En los primeros combates cayó el viejo, luego cayeron otros, todos de cara al enemigo. Maceo, Antonio, no: la muerte lo respetó mucho tiempo. ¡Acaso si fue su amiga; tal vez si fue su aliada!


“A las órdenes de Máximo Gómez y de Calixto García, comenzó su carrera militar. Fue sirviendo en las fuerzas de estos jefes que comenzó a distinguirse por su valor disciplinado y por su inteligencia acometedora. De una en otra acción, de una en otra hazaña, llego de simple soldado a general, de arriero a plenipotenciario de la gloria; de hombre incapaz de entender las epopeyas, a hombre capaz de vivirlas y dar tema para muchas. Durante los diez años aquellos de la guerra grande, recorrió Maceo todo el territorio de Oriente y parte del de Camagüey. Y lo recorrió incendiando, matando, dejando en los caminos jirones de su propia carne y sangre de su propia sangre. La Indiana, la Galleta, Chaparra, Zarzal, Báguano, Manzanillo, Yabazón, las Guásimas, Naranjo, Mojacasabe, los Mangos de Megía -acción ésta en la que recibió nueve balazos-, San Ulpiano, Floridablanca, Los Llanados de Juan Criollo, y ciento de lugares más, fueron teatro constante de sus proezas: de sus improvisadas arremetidas, cargas fantásticas y asaltos imprevistos.


“¿Lo de Baraguá? Allí, bajo los mangos aquéllos, se mostró un gigante. Allí, protestando contra el pacto del Zanjón, escribió una de las páginas más gallardas de la Historia de Cuba, y una de las más conmovedoras y magníficas de la propia suya. A él siempre lo verán los cubanos, después de diez años de rudo y perenne batallar, y cuando los más de sus compañeros se descalzaban las botas de montar a caballo y dejaban caer la espada, airado y fiero, dispuesto a no quitarse aquéllas ni a rendir ésta, sino en el ara de la patria libre.


“Y vino la tregua, la guerra chiquita -así se llama la intentona que siguió a la paz del Zanjón-; su odisea por Haití, donde quisieron asesinarlo; sus nuevos intentos de rebelión; su estancia en Costa Rica; su vida de trabajos y virtud callada; los días de propaganda, los días de esperanza y de zozobra en que Martí, de pueblo en pueblo, iba pregonando la necesidad del sacrificio. Y vino el 24 de febrero de 1895, en que Cuba se alzó de nuevo, armada de hierro y venganza; y vino el primero de abril en que después de varios días de navegar sin rumbo en la goleta Honor, desembarcó en las playas ásperas y melancólicas de Duaba. A las pocas horas de desembarcar tuvo que entablar combate. Los españoles lo persiguieron incesantemente. Dispersa su gente, se ve precisado a andar cerca de un mes entre breñas y a alimentarse con naranjas agrias. Así, hasta que logró caer en un grupo de los suyos, de sus camaradas de la guerra grande.


“Cuando pudo darse a conocer, hacer acto de presencia, los pueblos enteros se le unían. ¡Hasta los muertos dijérase que despertaban ansiosos de acompañar al gran capitán en sus nuevas correrías! ¡La invasión! Ella es el poema estupendo de la guerra de independencia. ¡Y con qué lujo de estrofas! Con menos de dos mil hombres de infantería y caballería la emprende. Antes, se deja sentir en todo Oriente. En cuatro meses atacó el poblado del Cristo, recorrió el distrito de Holguín y Tunas triunfalmente; derrotó en Paralejo a Martínez Campos, y acuchilló en Sao del Indio a las fuerzas del coronel Canella. Luego, el 22 de octubre, se pone en marcha, camino de Occidente. Lo que fue la invasión no se puede decir en unas páginas: se necesitarían libros. Basta decir que desde Oriente llego, después de librar más de cien combates, hasta Guane, uno de los últimos pueblos de la región vueltabajera...


“Era Maceo caballeroso, franco, leal, sencillo, casi ingenuo. No era cruel: era magnánimo. No era grosero ni duro: era cortés, afable, bondadoso. No gustaba de fumar ni de las bebidas alcohólicas. Aquel hombre león se sentía mareado cuando le fumaban al lado o aspiraba el vaho del alcohol. Los bebedores la pasaron mal a su lado. Limpio era como una dama. En literatura gustaba del estilo empenachado y conmovido, y que revelara sinceridad. ¿Racista? El significado de esa palabra no lo conocía. Para él no hubo en Cuba más que cubanos. De negros y blancos, hablarían otros, no Maceo. ¡Era de bronce macizo aquel hombre, sin cuevas para víboras y gusanos!


“Cuando el siete de diciembre de 1896 cayó en Punta Brava, herido por dos balas, tenía ya veinticuatro cicatrices. Las dos últimas hicieron veintiséis. ¡Veintiséis condecoraciones de gloria!”



| Antonio Maceo |
| Patriotas Cubanos |
| Guije.com |

Gracias por visitarnos


Última Revisión: 1 de diciembre del 2010
Todos los Derechos Reservados

Copyright © 2005-2010 by Mariano Jimenez II and Mariano G. Jiménez and its licensors
All rights reserved