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Costumbres y diversiones |
actuales de los habaneros |
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en La Habana |
en Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba |
Lección 55 |
“De cuantos conocieron La Habana a comienzos del siglo, llama la atención el hecho siguiente: los habaneros actuales, de cualquier sexo y hasta de cualquier edad, gustan más de estar en sus hogares el menor tiempo posible. |
“¿No leímos en alguna de estas lecciones que desde los comienzos de Pascuas hasta el Día de Reyes hacían por reunirse en el hogar paterno todos los miembros de cada familia? Pues hoy, pongamos por ejemplo a la típica Noche Buena, todos buscan solaz y esparcimiento fuera de la casa. Unos comen en el club, otros se reúnen en casa determinada, que no es la propia y pagan a escote, es decir, proporcionalmente, los gastos. Y de esta fuga del hogar propio en día tan señalado, gustan por igual hombres y mujeres. |
“Pero hay algo más que muestra la tendencia a estar el mayor tiempo posible en calles y paseos. Antes, durante la colonia, el dueño de una tienda y sus dependientes, sobrinos éstos u otra clase de parientes del propietario en muchos casos, permanecían en sus comercios desde la salida del sol hasta bien entrada la noche en los de ropas, zapatos y sombreros; que en las bodegas lo hacían hasta las once y las doce de la noche. Hoy las tiendas no abren hasta las 7 o las 8 de la mañana, cierran durante las horas del mediodía y terminan sus labores antes de que el sol se oculte. Y donde permanecen abiertas más tiempo, tal es el caso de los cafés, ningún empleado trabaja más de ocho horas diarias. A lo anterior se une la llamada jornada de verano, en la cual las oficinas privadas no trabajan los sábados, y en tiendas de todas clases, incluyendo cafés y bodegas, en dos días de la semana se suspenden las operaciones a partir e la una de la tarde. |
“El habanero vive fuera del hogar durante muchas de las horas del día. A ello le obliga, en parte, el calor excesivo. Hay que ir a la playa distante, que no las tiene muy buenas el propio término. Hay que ir al base-ball, al jai-alai y al boxeo. Cuando no el club, el café donde espera el amigo para charlar con frecuencia de política, y el cabaret, demandan su presencia. |
“Es verdad que, como sucedía a comienzos del siglo, ya no demandan su presencia ni Tacón, ni Payret, ni Irijoa, ni Albisu, ni Alhambra, con sus temporadas de óperas, de dramas, de zarzuelas y de sainetes y revistas, pero en cambio el habanero consume algunos minutos buscando en los diarios en cuál de los cien cines de la ciudad ponen la película que pueda agradarle. |
“Ya no son frecuentes los bailes del Pilar, ni los de cualquier otra sociedad de instrucción y recreo, pero no por ello los habaneros dejan de bailar. Se baila en cabarets de la ciudad y de los municipios cercanos, se baila en los restaurants, se baila en los cafés. Y en estos lugares bailan cuantos quieran, con una sola condición: que con sus trajes discretos y su comportamiento adecuado demuestren que son personas educadas y decentes. Ya no es necesario para poder asistir a un baile, como lo fuera antaño, ser de familia conocida y, en ocasiones, hasta presentar la partida de nacimiento. |
“Las jóvenes ya no andan por la calle con la buena madre o la tía, o con la dama de compañía o, en último caso, con la sirvienta de cara muy seria y de feroz mirada. Y no pudiera ser así porque hoy la joven es empleada en oficinas privadas y del gobierno, dependiente en todas clases de tiendas, y va a la Academia, y al Instituto, y a la Universidad, y a las Conferencias y otros actos de carácter artístico o científico. Hoy la joven no necesita guardianes ni para ir a San Juan Bosco. Y nunca antes fue más digna de admiración y respeto. |
“Hay otras cosas distintas a las de comienzos del siglo. No visten los médicos de negro, ni se cubren con bombines o sombreros de copa, ni para creerse en verdad tales médicos necesitan tener coche propio. Catedráticos, profesores, maestros, no creen imprescindible para salir a la calle o entrar en el aula el traje completo, sin olvidar tan siquiera el chaleco, el cuello alto y bien aplanchado y los puños muy blancos, saliéndose por las mangas del saco. Hoy unos más y otros menos han permitido que las exigencias del clima venzan a los mandatos de la etiqueta. Hoy hasta al acto más serio se asiste enfundado en cualquier guayabera. |
“¿No has oído hablar de Mr. Pitcher, el Juez Correccional habanero, de la Primera Intervención? No es difícil, pero las gentes al comenzar el siglo le llamaban, con mas frecuencia, ten days o ten dollars, es decir diez días o diez pesos. El famosísimo juez, tal era la multa que imponía a la mayoría de los llevados a su presencia, y entre ellos a los carretoneros acusados por Miss Jeanette Ryder de apalear a sus mulas, y a los conducidos por la policía por andar por las calles en camiseta, y hasta por mostrarse con esa indumentaria en puertas y ventanas. ¡Como se sorprendería Mr. Pitcher, de vivir en estos días, al ver las calles colmadas de personas en camisetas de sport, pero camisetas al fin! |
“El habanero de comienzos del siglo se extrañaría de muchas cosas más. No comprendería que muy pocos cedieran el paso en la estrecha acera, o el asiento en la guagua o el tranvía, al anciano, al niño o la dama. Pero confesemos aquí que también se sorprendería al ver como, en medio de sus premuras y afán por estar en la calle el mayor tiempo posible, el habitante de La Habana, ahora más que nunca antes, asiste al concierto, a la exposición artística, a la conferencia del sabio, a la biblioteca, y a todos aquellos lugares donde le es dable mejorar su educación y su cultura; la educación v la cultura necesarias para vivir en la era del aeroplano, del radio, del cine, de la televisión, de la penicilina y la estreptomicina, época muy distinta a la de 1900.” |
Lección 54: Lo que se ha hecho y lo que se hará, por el ornato y mejor urbanización de La Habana |
Lección 56: La Habana, centro futuro del Mundo Americano |
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Cuba y los Carnavales de La Habana en Así es Cuba |
Cuba y su típica rumba en Así es Cuba |
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