Guije.com Los reconcentrados y el Maine en Historia Local de La Habana.

Los reconcentrados y el Maine. Bandera de Cuba

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Los reconcentrados y el Maine
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Lección 35

“Los cubanos dieron fin a la Guerra del 68, con el Pacto del Zanjón. Pero de nuevo en 1879 se alzaron los orientales, y combatieron hasta 1880.


“La revolución del 95, la que hizo el genio y el patriotismo de José Martí, no se limitaría a las provincias orientales. Las tropas de Maceo y Gómez la llevarían, mediante la Invasión, desde los Mangos de Baraguá, en Oriente, hasta Guane en Pinar del Río.


“Uno y otro Capitán General español fracasaría en su empeño de dominar la revolución del 95, el primero de ellos Martínez Campos, el titulado Pacificador por su victoria de la Guerra Grande.


“La provincia de La Habana sentiría, más que Oriente, Camagüey y Las Villas, los efectos de la Guerra del 95, y en grado igual que Matanzas y Pinar del Río. Y nuestra ciudad vería como se combatía casi a sus puertas, mientras sus cárceles, presidio y fortalezas se llenaban de conspiradores y en el foso de Los Laureles, en la Cabaña, un día y otro día las descargas de los soldados españoles privaban de la vida a los prisioneros de guerra. Los asesinatos de patriotas, cuyos victimarios jamás eran descubiertos, también eran frecuentes en las calles de la ciudad. No es necesario decir que los voluntarios, como en el 68, se mostraban agresivos para todo lo cubano.


“La Guerra del 95 sumió a la ciudad en la pobreza. Aun las familias pudientes llegaron a carecer de todo, pues vieron sus fincas devastadas o carentes de toda producción.


“El 10 de febrero de 1896 Martínez Campos, impotente para dominar la revolución, renunció su mando. Estaba fracasado militarmente, pero más que su fracaso le llevó a tal determinación el proceder de los voluntarios y de los españoles intransigentes que le acusaban de no mostrarse lo bastante fuerte. Fuerte, en labios de los que fusilaron a los Estudiantes, podía tomarse por asesino.


“Valeriano Wéyler, el sucesor de Martínez Campos, se había acreditado de enérgico en Oriente, durante la Guerra del 68. Apenas tomó el mando dictó algunas medidas que juzgaba infalibles para vencer a los revolucionarios. La más diabólica de ellas fue el decreto disponiendo la reconcentración en los pueblos y ciudades de todos los guajiros. Y Wéyler, a la vez que reconcentraba a los guajiros, hacía una requisa de todos los ganados y animales domésticos.


“Wéyler pensó que privados los revolucionarios en armas del apoyo de los campesinos, tendrían que rendirse o perecer de hambre. Nadie sabe cómo los insurrectos buscaban la comida, pero el hecho es que ni se rindieron, ni perecieron.


“La reconcentración fue algo horrendo que estuvo a punto de acabar con la población campesina. Cuan frecuente era el ver en los portales de una regia mansión habanera a un grupo de campesinos desdichados con brazos y piernas descarnados, ojos hundidos, los pies descalzos y llagados y a menudo el vientre enormemente abultado. Sin lugar donde dormir cómodamente, sin alimentos y sin medicinas, morían a cientos estos infortunados, arrancados a su hogar, alejados de donde disponían de sus medios de vida.


“Lo más triste es que nadie socorría a los reconcentrados. Unos no querían hacerlo, otros no podían. No querían hacerlo las autoridades a las órdenes de Wéyler o de sus segundos, por no desagradar a quien quería rendir al cubano por el hambre y el dolor. No podían hacerlo los vecinos que también padecían escaseces.


“Wéyler, con el hambre y el crimen, no terminó la guerra y fue sustituido como lo fuera Martínez Campos. Ramón Blanco, el nuevo Capitán General, no tenía como Wéyler un pasado de crímenes.


“España con el General Blanco mandó a Cuba la autonomía, es decir, el derecho a que la gobernaran sus propios hijos, sin que dejara de ser colonia de España. Esto era lo que habían pedido, durante muchos años, Montoro, Govín, Gálvez y otros cubanos. Martí en cambio, frente a ellos, con Sanguily, Juan Gualberto Gómez, etc., pidió para Cuba el derecho a gobernarse sin ninguna dependencia de España.


“La autonomía llegó demasiado tarde. Los cubanos alzados no la tomaron en cuenta; pero en cambio los voluntarios y los españoles intransigentes la recibieron con grandes protestas; traducidas en disturbios y ataques, en enero de 1898, a las redacciones e imprentas de varios periódicos.


“Temieron los Estados Unidos por las vidas y propiedades de sus ciudadanos residentes en La Habana y para protegerles, y a petición del cónsul Lee, mandaron al acorazado Maine. El 15 de febrero volaba el buque americano. Dos meses después, el 19 de abril de 1898, quedaba declarada prácticamente la guerra entre los Estados Unidos y España.


“A orillas del mar, en la prolongación del Malecón, un sencillo y bello monumento recuerda la catástrofe del Maine. De entre los dos cañones más grandes del buque, colocados longitudinalmente, se levanta una airosa doble columna. Un águila, con las alas extendidas en disposición de volar, corona el monumento.


“Año tras año el 15 de febrero las más altas autoridades de la República, las de la Ciudad y el Representante Diplomático de los Estados Unidos se reúnen junto al monumento al Maine. Se pronuncian discursos, desfilan las tropas de la república y desfilan los veteranos de la guerra del 95, y los veteranos americanos que lucharon en la guerra hispanoamericana, que más bien debía llamarse guerra híspano-cubana-americana. Y todos juran, de modo solemne, que los Estados Unidos y Cuba, dos naciones distintas, estarán eternamente unidas para defender la libertad y el derecho.”



Lección 34: La leyenda del himno nacional

Lección 37: De cómo las viejas fortalezas nos dicen la historia de La Habana



Más información relacionada con los temas tratados en esta lección:
Cuba y el Monumento a las víctimas del Maine en Así es Cuba




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Última Revisión: 1 de Octubre del 2006
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