Además de ser una de las calles de mayor importancia histórica de la Ciudad de La Habana, como ya veremos en los siguientes párrafos, esta calzada delimita algunos barrios del Municipio de La Habana. Siendo la Calzada del Monte su límite al norte-noroeste: Arsenal (de Egido a Factoría), Ceiba (de Factoría a Angeles), Chávez (de Belascoaín a Matadero) y Atarés (Matadero a Calzada de 10 de Octubre). Siendo la Calzada del Monte su límite al sur-suroeste: Tacón (de Egido a Prado), Marte (de Prado a Angeles), Pueblo Nuevo (de Belascoaín a Matadero) y Pilar (de Matadero a Infanta). Nota: Entre Angeles y Belascoaín la Calzada del Monte corre por dentro del barrio de San Nicolás y parte del de Chávez, siendo esta sección la única donde la calzada no es límite de barrio. |
“Calzada del Monte. -Porque conduce al campo o monte, y también por que por ella se iba al ingenio, hoy barrio, de Jesús del Monte. En 1,736 estaba pavimentada hasta la calle del Carmen. Se llamo antes Calzada de Guadalupe, por la ermita de esta advocación situada entonces frente a la esquina del Peñón (véase el capítulo sobre las iglesias). Es de advertir que en el camino de Santiago de las Vegas a que también conduce esta calzada había un ingenio titulado Nuestra Señora de Guadalupe y otro nombrado San Juan (que dio nombre a la loma y estancia de San Juan, situadas a dos leguas Sur de la Habana. Se citan en 1,742 y en 1,762). Hasta 1,826 existía en la misma calzada, acera del Norte, entre la calle de Someruelos y de Cienfuegos, una gran cruz con base de mampostería, conmemorativa del sitio donde murió el ingeniero don Agustín Crámer, de resultas de habérsele desbocado la pareja de mulas con que venía del campo, en el mismo punto donde estaba la iglesia de Guadalupe (que había mandado destruir y que se pasó a la ermita al Señor de la Salud.) El tramo de esta calzada desde la puerta de la Real Muralla hasta el Puente de Antón Moco, se hallaba concluido en 1735. Hacia el año de 1760 se sembraron ceibas a los lados de esta calzada, desde la Puerta de Tierra hasta la altura de Guadalupe o sea del Peñón, situándose debajo de ellas las negras fronteras y baratilleros para vender a los transeúntes, y siendo la más notable de dichas ceibas la que había en la ferretería que hace esquina a la calle del Aguila, quedó dicho sitio con el nombre de La Ceiba. (1) Al lado de esta ceiba había hacia 1825, un baratillo de don Belén López, y las últimas de las indicadas ceibas fue la que existió en la esquina a la calle de Someruelos, donde hay hoy una confitería. Desde la esquina de la calle del Carmen hasta la de la Orqueta, era una ciénaga poblada de Mangles, atravesado por un brazo de mar que llegaba hasta medio de la calzada de la Infanta (véase el mapa), por el cual navegaban buques de alto bordo. En 1735 se construyó un puente de madera que se dijo la Puente nueva, y en 1796 lo reconstruyó don Miguel de Chávez, administrador de Rentas Reales de ese punto, que le dejó el nombre de Puente de Chávez, con que es conocido, pues más tarde fue cuando se construyó el de mampostería que se ve al presente. Por escritura otorgada en la escribanía de Real Hacienda, en 8 de Julio de 1807, compró el citado don Miguel Chávez, a nombre de S. M., en cantidad de $1,199, una casa para el servicio de la administración, y por escritura de 1° de Marzo de 1814, se permutó por otra de don Domingo Ramos (que estaba en frente), en $800. (En la misma que se reconstruyó en 1829, cual en el día se ve.) Desde el Puente de Chávez hasta el depósito del Consulado, se llama esta Calzada del Horcón (nombre que también tuvo el barrio del Pilar hasta 1852), por un horcón que servía de hito o señal a una estancia de don Manuel González, o sea en la esquina opuesta al Jardín de Villanueva, hoy del señor don Jacinto Larrinaga.” |
“(1) La indicada ferretería de la esquina al Aguila, fue una fonda de madera, la cual se incendió en 1826, pereciendo en el incendio, entre otros, tres toreros, uno de los cuales fue el conocido picador Bartolo. A consecuencia de haberse notado falta de agua para apagar este incendio, se dispuso que en todas las plazas y otros lugares hubiesen pozos; y por eso los hay cerrados en la puerta de la botica del Peñón, en medio de la plaza de Santa Clara, que no tiene hoy aplicación por haber cañería desde 1835.” |