“Un espíritu de cooperativismo, robustecido por la necesidad de defender los propios intereses, surgió hace más de medio siglo en un grupo de hombres laboriosos, honrados artesanos que dignificaban sus vidas en las faenas constructivas del trabajo y contribuían al mismo tiempo con su diario y continuo laborar al desarrollo de una de las más sólidas bases de la riqueza nacional: la industria tabacalera.

“Por el año de 1879, esos hombres, dedicados a la elaboración de tabacos, resolvieron constituir una sociedad, que si bien de carácter comercial, no privara en ella el fin exclusivo de la especulación económica, sino de modo esencial, el de proporcionar a sus asociados, todo género de facilidades en lo relativo a la satisfacción de la más perentoria necesidad humana: el diario sustento.

“En los comienzos del citado año de 1879, existía entre las calles de Amistad, Dragones, Industria y Barcelona, un gran número de fábricas de tabacos, consecuencia del auge que esta rica industria nacional había adquirido conjuntamente con la de la fabricación de azúcar a partir del año de 1840, cuando la ruina del café cubano brindó al tabaco y a la caña excelentes oportunidades para expansionar su cultivo.

“La mayoría de los tabaqueros que trabajaban en aquellas fábricas eran asturianos, hijos de la esforzada raza de hombres luchadores que tanta savia vigorosa ha infiltrado en nuestro tronco secular. Estos tabaqueros solían almorzar en una fonda que había entre las calles de Zanja y Dragones denominada "La fonda del Asturiano", y en otras que existían en el mismo barrio y en los alrededores. Quejosos de que los precios que les cobraban en estas fondas eran muy altos en relación a la calidad de las comidas decidieron formar una sociedad que operara el mismo género de negocio, con el propósito de tener en el establecimiento que se instalare, buen servicio y comida bien condimentada a precios razonables. Surgió La Reguladora, nombre dado a la sociedad y al establecimiento, como indicación del fin primordial que perseguían sus fundadores: precios regulares para los alimentos que ellos necesitaban.

“El aporte inicial de cada socio fue de $5.00 y la primera gestión de la sociedad, fue adquirir un local frente al edificio donde hoy está el Hotel Restaurant La Reguladora, en la calle de Amistad entre las de Barcelona y Dragones.

“Con estos fines de tan elevado alcance proteccionista para los asociados, y con clientela tan segura y numerosa interesada al mismo tiempo en el mejor éxito de la sociedad, los primeros cuatro años bastaron para reunir el capital suficiente para la construcción del amplio y adecuado edificio de dos plantas de La Reguladora, y en el año de 1883, bajo la gerencia del señor Santos García, se procedió a la compra del terreno y a la fabricación del edificio.

“El alto espíritu de autoprotección que animó a los fundadores de la interesante sociedad, se ha mantenido incólume a través de sus sesenticinco años de vida activa. La Constitución y Reglamento de La Reguladora S. A. son de originales y especiales características. Impera en ellos, el interés primordial y trascendente, de proporcionar a sus asociados (accionistas), la mayor suma de ventajas en lo que se refiere a los servicios de comida y hospedaje que el establecimiento les ofrece.

“Una de las más importantes disposiciones que tiene establecida de modo riguroso el Hotel Restaurant La Reguladora es, la prohibición absoluta de aprovechar en la cocina, todo remanente de comida que a ella vaya de la mesa para confeccionar nuevos platos, como suele ocurrir generalmente en fondas y restaurants. Esta medida escrupulosa es de hondo alcance sanitario, pues tiende a la preservación de la salud de los comensales del establecimiento.

“A los accionistas de La Reguladora S. A. no los mueve el interés de ganar dinero. La verdadera finalidad que la sociedad persigue es, que los productos con que se condimenten las comidas, sean de primera calidad, que las habitaciones reúnan las máximas condiciones de comodidad y salubridad: limpieza, ventilación adecuada y claridad; que los precios que se cobren sean razonables, y que la atención que se les dispense a los clientes, sea cortés.

“El Hotel Restaurant La Reguladora es un establecimiento público, pero, uno de los apartados de la Constitución de La Reguladora S. A. establece, de modo categórico, que para utilizar los servicios de La Reguladora, ya sea el de restaurant o el de hospedaje, es indispensable ser accionista, o presentado por una persona que lo sea. Otro apartado indica asimismo, de modo concluyente, que el Administrador General del establecimiento tiene que ser accionista también; con la potestad, además, de seleccionar la clientela.

“La solvencia moral y económica de la reputada firma La Reguladora S. A., responde al crédito y prestigio que esta seria entidad ha ganado en su larga y honesta brega constructiva.

“La mutación del tiempo, ni las hondas crisis económicas y sociales porque ha atravesado nuestro país en más de medio siglo, han quebrantado las sólidas bases de La Reguladora S. A., ni menoscabado el elevado espíritu que animó a sus previsores fundadores.”