“Tiene La Habana un bello paseo llamado de Carlos III, a cuya entrada se alza la estatua del rey español así nombrado y donde, entre las calles Castillejo y Soledad se asienta un bello edificio de construcción reciente, en la parte superior de cuya fachada, con letras cinceladas en la dura piedra, se lee: Sociedad Económica de Amigos del País MDCCXCIII - MCMXLV. El escudo de la ciudad igualmente cincelado, completa la inscripción. Antes de continuar, vamos a decirte que esas letras mayúsculas de la leyenda equivalen a los números 1793 y 1945, el primero expresivo del año en que se fundó la sociedad, y el segundo de la fecha en que se construyó el edificio.

“Ya veo que te extraña la vecindad en lugar tan bello de La Habana de la estatua de un rey, y el edificio de una sociedad formada por amigos del país, pues siempre has oído decir que los reyes no fueron amigos de Cuba y los cubanos. También te extrañará que en esta lección titulada los habaneros en los luchas por la libertad antes del 68 te hable de un rey y de personas que no derramaron su sangre en los campos de batalla. Pero acaso cuando hayas leído toda la lección tu extrañeza se haya disipado.

“Cierto que la generalidad de los reyes fueron malos con Cuba y los cubanos, pero toda regla tiene su excepción, y este Carlos III de mi cuento, que reinó a fines del siglo XVIII -murió en 1788- en cierto modo fomentó el comercio en Cuba, pues si no lo declaró libre, por lo menos suprimió sus más fuertes trabas. En su reinado se podía comerciar con todos los puertos de España, no sólo con los de Sevilla y Cádiz, y recibir mercancías de cualquier país a condición de que vinieran en buques españoles.

“Vamos a explicarte ahora por que entre los habaneros en las luchas por la libertad andes del 68 podemos mencionar a muchos que no derramaron su sangre por la patria.

“Cuba, después de la partida de los ingleses, contó con algunos buenos gobernadores, y entre ellos el mejor de todos, Don Luis de Las Casas, que gobernaría el país de 1790 a 1796. Este buen español supo apreciar a los cubanos, se hizo entre ellos de buenos amigos y los asoció, de una u otra manera, a su obra de gobierno.

“Gobernaba Don Luis de Las Casas cuando se fundó la Sociedad Económica de Amigos del País. En ella se reunieron los hombres más capaces y que más anhelaban el bienestar de Cuba. Esos hombres querían que sus hermanos amasen la libertad, y la comprendiesen. Para lograr ambas cosas pensaron que uno de los medios mejores era difundir la enseñanza. Y a sus otras obras agregaron la creación, en La Habana, y en otros lugares de Cuba, de muchas escuelas, algunas de las cuales aun subsisten. Los niños de La Habana que hoy tienen una escuela con varios maestros al doblar de cada esquina, no pueden calcular lo rara que resultaba una hace ciento cincuenta años, y aun mucho después.

“No voy a mencionar los centenares de cubanos ilustres que formaron parte de esa Sociedad Económica de Amigos del País antes del año 1868. Citaré a uno sólo de ellos: a Don José de la Luz y Caballero. ¿Qué niño no ha oído hablar de Don Pepe y de su colegio "El Salvador"? ¿Que niño habanero ha dejado de visitar su estatua, en los jardines que rodean la Avenida del Puerto?

“Luz y Caballero, nacido al empezar el siglo XIX año 1800 y muerto seis años antes de comenzar la Guerra Grande, la de los Diez Años, con sus consejos morales, con el ejemplo de sus virtudes, con su concepto del deber, con su cultura y con su sabiduría, llevó a muchos de sus discípulos a luchar por la libertad de Cuba.

“Todos los niños cubanos deben conocer que si bien la república surgió en definitiva de la manigua heroica, también necesitó de hombres buenos, de hombres sabios, de hombres justos, que como Don Pepe, enseñaran a comprender y a amar la libertad.

“No todos los que voy a mencionar a continuación nacieron en La Habana; pero como en nuestra ciudad vivieron y trabajaron y lucharon de diversos modos por la libertad de Cuba, justo es que sus nombres sean recordados entre los habaneros en las luchas por la libertad antes del 68: José Antonio Saco, Domingo Delmonte, Benigno Gener, Cirilo Villaverde, Juan Bellido de Luna, el Conde de Pozos Dulces, Anacleto Bermúdez, José Morales Lemus, Juan Cadalso, Nicolás Pinelo, Eduardo Facciolo, Ramón Pintó... Unos sufrieron en las prisiones, otros tuvieron que emigrar. Los dos últimos, Facciolo, en 1852 y Pintó en 1855, pagaron con sus vidas, ajusticiados en la Punta, el crimen enorme de amar a Cuba.

“Aunque no era habanero ni por el nacimiento ni por la residencia, mencionaremos aquí, entre los que fueron ejecutados en La Punta a Narciso López, el primero que hizo tremolar en tierra cubana la bandera de la estrella solitaria.”

Lección 29: Riqueza agrícola e industrial de La Habana, a través de la historia

Lección 31: La Revolución del 68 y sus repercusiones en La Habana