“La historia del puerto de Carenas, hoy llamado de La Habana, es muy interesante. En lecciones precedentes ya nos hemos referido a él por distintas causas.

“Fue descubierto el puerto que sirve a la magnífica ciudad capital de la República de Cuba, por Nicolás de Ocampo cuando, en 1508 y por orden de Ovando, gobernador de Santo Domingo, bojeaba la isla. En el puerto se refugió Ocampo para carenar, es decir, para reparar sus naves.

“Difícil será que un niño habanero de los que cursan el tercer grado no conozca nuestro puerto. Todos habrán notado lo estrecho de su entrada, medida desde la Punta al Morro; y los que por él hayan viajado conocerán sus amplias ensenadas, llamadas de Marimelena y de Guasabacoa. Del mismo modo habrán advertido la profundidad de sus aguas, al contemplar los grandes buques amarrados a sus muelles. Su profundidad media es de ocho brazas, equivalentes a 16 varas.

“Mucho ha variado la bahía desde la fecha de su descubrimiento. Sus orillas eran entonces cenagosas y bajas, cubiertas de mangles y de hierbas, y abundantísimas en cangrejos. Al desecar los pantanos, talar los mangles y rellenar terrenos, se ejecutaron, aun cuando se persiguieran otros fines, obras de saneamiento. Hoy casi todas sus orillas, si se exceptúan porciones en las mencionadas ensenadas de Marimelena y Guasabacoa, están ocupadas por muelles, almacenes y otras construcciones.

“En diversas épocas, y de ello se ha dicho en otra lección, se ha quitado espacio al mar en nuestra bahía: por el lugar donde se alza la Catedral; por donde se construyera la muralla hacia la Punta; por lo que se llamó Cortina de Valdés; por los muelles y, últimamente, por la Avenida del Puerto y sus hermosos parques.

“Ya en 1574 el puerto de La Habana empieza a tener algún movimiento. En ese año arriban al mismo 101 buques de España, y 115 de la América española, y salen 109 para cada uno de esos puntos. A mediados del siglo XIX el movimiento de embarcaciones ascendió a 2,000. Claro que no debemos asombrarnos de tan alta cifra, si consideramos que incluye toda clase de buques, y si pensamos que sería necesario sumar el tonelaje de muchos de ellos para lograr el equivalente de un solo vapor de nuestros días.

“Hemos dicho del peligro que corrían los navíos españoles a causa de los ataques de piratas y corsarios. Ese peligro les obligó a realizar sus viajes reunidos, y protegidos por naves de guerra. A esas reuniones de buques mercantes y de guerra se les llamó flotas.

“La magnífica situación de La Habana hizo que se le escogiera como lugar de reunión de la flota procedente de Veracruz con la que venía de Tierra Firme para después, debidamente convoyadas, seguir viaje para España.

“A veces los galeones permanecían anclados por muchos días en el puerto. Eran esos días de gran prosperidad y de contento para los habitantes de La Habana. El comercio, la industria, los ganaderos y los agricultores hallaban fácil salida a sus productos. Muchos de los pasajeros bajaban en las esperas largas a hospedarse en las casas de la ciudad. Así se reponían de las molestias del viaje ya realizado, y se aprestaban para reanudarlo hasta España.

“La estancia de las flotas era pretexto para toda clase de diversiones, no todas lícitas y morales. En realidad, tanto como beneficiaban estas visitas en lo económico a La Habana, le perjudicaban en lo moral.”

Lección 26: Piratas y Corsarios, motivo de zozobra para los habaneros

Lección 28: Identificación de cubanos y españoles hasta la toma de La Habana por los ingleses