Guije.com La evolución de los vestidos, las comidas y las costumbres de los habaneros en Historia Local de La Habana.

La evolución de los vestidos, las comidas y las costumbres de los habaneros. Bandera de Cuba

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La evolución de los vestidos,
las comidas y las costumbres de los habaneros
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Lección 21

“Los pocos indios, principalmente las mujeres, que sobrevivieron a las primeras décadas de la conquista, adoptaron el modo de vestir, en líneas generales, de los europeos. Lo mismo hicieron los negros esclavos, si bien las telas que unos y otros usaban para sus vestidos, que en los hombres no pasaban con frecuencia de los pantalones, eran de las más bastas y fuertes, como la llamada cañamazo. En cuanto a los zapatos, las pocas veces que los usaban, eran de los llamados de baqueta, toscos por su hechura y de cueros malamente curtidos. Mujeres y hombres eran dados, cuando podían tenerlos, al uso de grandes pañuelos de colores y gustaban de avalorios, especialmente grandes argollas que colgaban de las gruesas orejas. Andando el tiempo se haría notar por lo pintoresco el traje de los caleseros, o negros esclavos que guiaban, montados en uno de ellos, los dos caballos que tiraban de las volantas.


“Los negros que compraban su libertad o que nacían libres y llegaban a tener posibles, ponían celo y cuidado en el buen vestir. Andando el tiempo los mejores sastres serían hombres de color, principalmente pardos.


“Arrate, en 1761, dice lo que sigue, prueba de cómo va desde entonces gustaban las habaneras del buen vestir: La calle de Mercaderes es de "extensión de cuatro cuadras, y por una y otra acera están repartidas las tiendas de mercaderías en que se halla lo más precioso de los tejidos de lana, lino, seda, plata y oro y otras brujerías y cosas de común uso, las que atraen mucho concurso es decir, concurrencia- a este paraje. Lo que se gasta es sin número de pesos ni medida.


“En 1840 María de la Merced Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlín, escribía: "Las reuniones públicas tienen aquí un aspecto de buen gusto exclusivo del país; nada de chaqueta ni de gorra; nadie viste mal; los hombres van de frac; con corbata, chaleco y pantalones blancos; las mujeres con trajes de linón o de muselina. Estos vestidos blancos que respiran coquetería y elegancia... armonizan con las bellezas del clima.


Las Comidas

“Los conquistadores dependieron para su alimentación, en gran escala, de lo que los indios les suministraban. Pero al poco tiempo de llegados a Cuba el ganado, tanto vacuno como de cerda, había aumentado de tal modo que la carne se convirtió en factor en la alimentación.


“Es interesante comprobar con documentos de la época cómo las autoridades municipales, representadas por los cabildos -alcalde y regidores- cuidaban de poner precio a los comestibles para evitar los precios abusivos. Llegaban esas autoridades a ordenar que se colgara en lo público el arancel, es decir, la lista de precios.


“Varaos a referirnos a varios acuerdos de los cabildos, pues de ese modo nos daremos cuenta de lo que confían los habitantes de La Habana, en los primeros tiempos.


“Un cabildo -reunión del alcalde y los regidores o concejales- en 1576, señala los precios que siguen: sardinas, 4 libras un real, que sería el real de vellón, con valor de 12 centavos y, medio. Pez grande de chinchorro, a real y medio la libra; vino a real el cuartillo, o poco menos de medio litro; y carga de casabe a 18 reales. La libra de pescado frito, que vendían las negras, a un real.


“Sabemos, por el acuerdo de un cabildo en el año 1555, acerca de la venta por las cales de longanizas y buñuelos de maíz molido, por negros y otros, prueba de que, desde los primeros días, y en buena parte hasta hoy, ha sido costumbre la venta de ciertas comidas, principalmente de las llamadas frituras, por negras y negros. Éstos, en ocasiones, durante la colonia eran negros libres, o esclavos a quienes los amos daban libertad para trabajar por su cuenta, mediante el pago de cierta cantidad.


“En otro cabildo del año 1551 vemos fijar a la libra de pan precio de cuatro cuartos; a los huevos el de 6 por un real; un medio a dos rábanos, cuatro cuartos a una lechuga y un medio a una col. Es de notar que el precio de las verduras era relativamente elevado.


“En 1556 se fijan estos precios, en el correspondiente cabildo. 2 reales a las 3 lbs. de casabe; medio real a la libra de puerco cocido o asado; un medio, a una piña y a 12 plátanos un real. Aquí debemos fijarnos en lo barato de la carne, hecho que nos llamará la atención más adelante.


“De España recibían también algunos víveres los colonos, principalmente harina de trigo, vinos y también velas. La harina venía en pipas. La libra y media, es decir 18 onzas de pan blanco, valía un real en 1590. Por esta fecha se hacía buen consumo de tortillas de maíz, de las que daban tres de a diez onzas cada una por un real.


“Antes de pasar adelante vamos a decir cómo en 1588 sufrieron los habitantes de La Habana un hambre espantosa, a causa del ciclón de 20 de septiembre de ese año que destruyó todas las labranzas de la villa y su jurisdicción. Fue necesario acudir por auxilios urgentes a Santo Domingo y España.


“La Torre, en su libro "La Habana Antigua y Moderna" toma de una descripción de la ciudad en 1598, lo que sigue: "Las comidas se aliñan aquí de un modo tan extraño que repugnan al principio, pero habituándose luego a ellas los europeos olvidan las de su país y les dan preferencia. Una reunión de carnes frescas g saladas, divididas en pequeños trozos que hacen cocer con diversas raíces que estimulan por medio del pequeño pimiento cáustico (ají-ji-jí) y dan color con tina semilla (bija)... es el plato principal... El maíz, preparado de mil modos es también otro de los alimentos predilectos del país. El pan de casabe es insípido y desagradable al sabor... se hace en los cortijos circunvecinos de una raíz venenosa que los indígenas llaman yu-cay (yuca)".


“Ahora, vamos a dar un salto de dos siglos en esto ele las comidas. El papel Periódico de la Havana, de 17 de agosto de 1800, nos dirá que la libra de jamón de España, costaba entonces 3 reales y medio como 44 centavos y del Norte, lo que quería decir de los Estados Unidos, 2 reales (25 centavos); la carne de vaca, cebada en la ciudad, $3 la arroba; el arroz 12 onzas por medio real; y poco más de doce onzas de tasajo -12 onzas y 14 adarmes- un real.


“El hielo o nieve, como entonces le decían y aun muchos le dicen, no se conoció hasta 1806 y costaba medio peso, y a veces más, la libra. Los médicos de aquel entonces lo estimaban contrario a la salud. Fue por esa época cuando fue sustituido el chocolate por el café. Las horas de comer eran entonces: de comer, las doce del día; de merienda, por la tarde; y de cena, de 8 a 10 de la noche. Los empleados iban de mariana y tarde a sus trabajos.


Las Costumbres

“En 1598, cerrada la noche, nadie salía a la calle en La Habana. Pero el día bastaba a las autoridades procedentes de España y a las municipales para enfrascarse en constante lucha por el reparto de los productos del suelo, las ganancias del comercio legal y del de contrabando, y el trabajo de indios y de negros esclavos. Y a los desórdenes y porfías no escapaban las autoridades religiosas, de obispos para abajo.


“Mientras las autoridades se peleaban por hacerse de riquezas, los vecinos a su vez batallaban por convertirse en caciques, amos y señores de vidas y haciendas de cuantas tierras podían acaparar y explotar con sus indios encomendados primero, y con sus negros esclavos después.


“Emilio Roig de Leuchsenring dice que "los hombres que colonizaron desde Velázquez hasta los días de la dominación inglesa no fueron en realidad colonizadores sino buscadores de fortuna fácil y rápida".


“El comercio exclusivo con España, el contrabando y la visita por semanas y en ocasiones por meses de las flotas, tuvieron mucho que ver en la corrupción moral de la población habanera hasta mediados del siglo XVIII -alrededor del año 1750- Roig llama a la visita de las flotas la temporada de turismo para hacer su agosto los vecinos. Nada importaba que el cabildo tomara acuerdos para evitar el aumento de los precios a los comestibles. Cada flota que llegaba era motivo de explotación, de corrupción, de juegos, de escándalos y hasta de crímenes.


“Pese a lo dicho antes, y muy especialmente a partir del comienzo del siglo XIX -año 1800- se fue formando en la colonia una sociedad cubana, criolla se pudiera decir, cuyas virtudes privadas y públicas eran cada día más notables. Sensible es que el juego, hasta fines de la dominación española, sedujera buena parte de los vecinos de La Habana, sin distinción de razas ni de posición social económica.


“Las mujeres cubanas en el siglo XIX se criaban y educaban en el calor de los hogares y en el temor a Dios. Difícilmente se veía a una joven recorrer las calles sin ir acompañada de uno de sus mayores. Durante muchos años las que tenían medios, iban en sus volantas o quitrines a la Alameda de Paula o a la llamada de Extramuros y también de Isabel II, o Paseo del Prado. En estos paseos, en los días de fiesta, no se admitían las volantas de alquiler. La Plaza de Armas, construida y ampliada en 1783 por el Marqués de La Torre en el lugar de la antigua Plaza de la Iglesia, era también lugar escogido para sano solaz, en las noches de retreta ofrecidas por las bandas militares. Las visitas a los templos, y las que se hacían a los hogares de parientes y amigos, también daban motivo a las habaneras para, siempre acompañadas, salir de sus hogares.”



Lección 20: La Habana y su provisión de agua

Lección 22: Las fiestas del patrono y otras diversiones





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Última Revisión: 1 de Octubre del 2006
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