Guije.com ¿Hemos evolucionado? en Folklorismo - Cosas de mi Tierra.

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¿Hemos evolucionado?
en Folklorismo
en Cosas de mi Tierra

Artículo en “Folklorismo” por Eduardo Sánchez de Fuentes editado en 1928 por Imprenta “Molina y Compañía”, Ricla, Num 55-57 en La Habana.


“Discurriendo acerca de cuanto ocurre en el presente momento en nuestro ambiente musical, viene a la memoria lo que hemos dicho en más de una ocasión sobre este particular. Sin referirnos a las épocas anteriores al período revolucionario; desde los albores de la República a la fecha, bien puede asegurarse que nuestra música ha evolucionado favorablemente, y la actual orientación de nuestros cantos vernáculos, la labor de nuestros compositores de hoy, el conocimiento que ya se tiene de nuestro cancionero, no son sino consecuencias lógicas de un proceso de adelanto, de mejoramiento, ocurrido en nuestro campo musical.


“Contando con escasos centros de educación artística; sin un Conservatorio Nacional donde puedan adquirirse los más altos conocimientos del difícil arte de los sonidos, es, sin disputa, notable nuestro progreso en esta materia.


“Fijémonos en el número de profesores con que contamos, unos dedicados a la enseñanza, otros afiliados en las bandas y orquestas de la República, y observemos la labor de los que se han distinguido en la composición, dotados de magníficas cualidades para ese linaje de estudios.


“De día en día, la producción nacional se ha ido ennobleciendo, y en cualquiera de las fases de nuestros cantos populares, lo que se escribe es cada vez más aceptable. Claro es que nos referimos a lo producido en cierto ambiente, pues las corrientes inferiores mantienen siempre sus raíces originarias, que coadyuvan, después de todo, al fenómeno selectivo que invariablemente se verifica del centro a la periferia; del fondo a la superficie.


“Hemos dicho que ya no se escriben nuestras canciones sobre letras disparatadas, ni desprovistas de interés armónico, y no son solamente las composiciones basadas sobre los ritmos más populares, como el bolero, la danza, la rumba, etc., las que alcanzan el favor del público. Nuestro lied, hecho con vistas a un horizonte más amplio, sin dejar de ser cubano, como cuanto escriben en Cuba los compositores nacidos y cultivados en esta tierra que no se empeñen en aparecer españoles, franceses o rusos, también ha adquirido carta de naturaleza entre nosotros, y en ellos no es sólo el ritmo lo que, a las veces, entusiasma a nuestro auditorio.


“En honor de la verdad, hay que recordar a los que por su juventud lo ignoran, o a los que maliciosamente aparentan olvidarlo, que desde el pasado siglo, y antes también, en esta Isla hermosa se admiraba lo clásico y se hacía muy buena música. Nuestro cancionero, en justicia, no se había desarrollado; los compositores, ciertamente, eran escasos; pero la afición por el divino arte existía lo mismo que hoy, si no era mayor, y asombra leer los programas de los conciertos y fiestas musicales que se celebraban en aquellas lejanas fechas.


“Ultimamente, hay que confesar que nuestro desarrollo artístico y nuestro amor a las bellezas de la música no se han debido ni se deben al feliz arribo a nuestras playas de tal o cual maestro, más o menos competente, ni a la aparición en nuestro escenario musical de tal o cual inteligente personaje o talentoso crítico ultramodernista, de los cuales nada sabíamos. No; se deben, antes que a ninguna otra causa, a la labor consciente de una sociedad que nunca debió ser combatida por ningún artista de verdad, llamada "Pro-Arte Musical", y se deben también a la periódica enseñanza de las laboriosas orquestas con que hoy cuenta la capital de nuestra República, y a los con­ciertos que otros artistas nacionales y extranjeros celebran entre nosotros.


“Con relación a nuestra música, conviene advertir que bas­tante ha evolucionado, como bastante han progresado nuestros compositores nacionales. Es irrisorio que actualmente a éstos se les tache de italianizados y de ingenuos porque no han escri­to siempre como se escribe en Europa en la hora presente. Y es lo más triste que no se conoce la obra de nuestros precur­sores; ni siquiera la de nuestros contemporáneos, pues enton­ces habría, en los que juzgan por impresión, un poco más de res­peto para ellos.


“Albéniz, en su primera manera, fue bien simple y no exen­to de vulgaridades. Fue preciso que en Alemania se diese cuen­ta de los nuevos procedimientos para que produjera su admi­rable Iberia. Falla, cuando comenzó a escribir, corrió la mis­ma suerte que Albéniz al cultivar el canto popular hispano, y sin embargo, a ningún español, en España, se le ha ocurrido, que sepamos, llamarlos mediocres o incapaces porque evolucio­naron paralelamente con la época en que florecieron.


“Hay otro aspecto que atender en defensa de nuestros compositores vernáculos. No olvidemos que los que escriben para nuestro público los cantos populares temen dificultarlos con ropajes demasiado complicados, que ese buen público, que debe comprarlos, rechaza más tarde por dificultosos. Y sin embargo, como el movimiento se demuestra andando, compá­rese lo que se publica hoy, dentro de ese género, con lo que se publicó hace diez años, y dígase sinceramente si ha evolu­cionado o no nuestra música, y con ella nuestros autores, y si algunos de ellos no practican ya las nuevas tendencias.


“Aunque toda la falange de afrancesados, alemanizados y rusos honorarios que puedan existir en nuestra República lo deseen a voz en cuello, el salto no puede ser tan violento. A todo llegarán nuestros músicos, siempre que ese todo signifique belleza y sentido común. No importa que por no igualar a los actuales ultramodernistas se les califique despectivamente.


“Debe medirse la estatura artística de nuestros compositores, desaparecidos o existentes, de otra manera más justa. Cono­ciendo a fondo la obra de los que dejaron pedazos de la vida en una dedicación desinteresada y fantástica, cuando todavía no se preocupaban por estas cosas los que hoy desdeñan a esos mismos precursores que han practicado siempre obra nacional; dominando la génesis y el desarrollo de nuestra música en sus diversas manifestaciones; comprendiendo su innegable evolución en los últimos veinte años; dando, en una palabra, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”





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Última Revisión: 1 de Mayo del 2006
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