Guije.com En la tumba de Ignacio Cervantes en Folklorismo - Cosas de mi Tierra.

En la tumba de Ignacio Cervantes. Bandera de Cuba.

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En la tumba de Ignacio Cervantes
en Folklorismo
en Cosas de mi Tierra

Artículo en “Folklorismo” por Eduardo Sánchez de Fuentes editado en 1928 por Imprenta “Molina y Compañía”, Ricla, Num 55-57 en La Habana.


“Señoras y señores:


“La Liga Musical Cubana, la naciente institución artística que, a más de los diversos fines culturales que persigue con todo empeño, aspira a mantener una estrecha unión entre los elementos profesionales, procurando al propio tiempo el amplio desarrollo y el mejoramiento de la música cubana; este nuevo sector de nuestras actividades en el campo de las artes, no podía dejar pasar esta fecha sin hacer acto de presencia en este sagrado paraje, junto al sitio donde reposan los restos del glorioso músico cubano que se llamó Ignacio Cervantes, para ofrendarle, con esas rosas llenas de perfume, las flores más vivas del recuerdo y de la admiración, que en Cuba, la tierra de sus amores, han sabido guardarle en todo tiempo sus conciudadanos.


“Hoy, que conscientes de nuestros deberes en todos los órdenes, se suceden aquí las peregrinaciones y los tributos florales en honor de nuestros hombres ilustres ya desaparecidos, patriotas, soldados, intelectuales, etc., justo es que los músicos de la Habana, por iniciativa de uno de sus más prestigiosos voceros, como es la Liga, se reúnan en este momento de sentidas evocaciones para rendir pleitesía a la memoria del insigne pianista, del excelso compositor que hace hoy veintitrés años nos abandonó para siempre, perdiendo nuestra patria con tan infausto suceso a uno de sus más geniales representativos, ya que Ignacio Cervantes ha sido, en nuestro concepto, el músico más grande que ha tenido Cuba. Basta enfocar su personalidad para darnos cuenta de ello.


“Discípulo de otro gran maestro, de Nicolás Ruiz Espadero, fue el inmortal autor de las Danzas Cubanas-nacido en esta capital en 1847-un sugestivo artista de múltiples talentos que tuvo la fortuna de poder disfrutar del cariño de su amante padre, quien un día, presintiendo el porvenir del adolescente, se traslado con el a Europa, luego de haberlo preparado en sus estudios pianísticos, durante cinco años, el no menos insigne maestro cubano autor del Canto del Esclavo.


“En 1866, y ya como alumno del Conservatorio de París, obtuvo Cervantes el Gran Premio de Piano, fruto codiciado que alcanzo dentro de su brillante carrera, en la que laboro sin descanso, bajo la dirección de los celebres maestros Marmontel y Alcán. La obra de concurso en esa reñida lid fue el Quinto Concierto de Herz, y nuestro pianista no fue superado por ningún otro opositor. Más tarde, en 1868, triunfaba Cervantes otra vez al alcanzar el Primer Premio de Armonía de aquel Conservatorio, y si no logro el de Roma fue porque no pudo aspirar a el, debido a su condición de extranjero. En casa de Rossini, en la bella Lutecia, tomo parte en los conciertos de música de cámara que allí se celebraban, honor, este, incomparable, al que aspiraban los jóvenes músicos de aquellos tiempos.


“Así, de triunfo en triunfo, se completo su vigorosa personalidad en el viejo mundo, hasta que el día 6 de enero de 1870 regreso Cervantes a Cuba, cargado de laureles.


“Es indudable que si el llorado maestro no hubiera tornado a los patrios lares, allí donde dio pruebas inequívocas de su envidiable mentalidad, en la capital del mundo civilizado, hubiera compartido el cetro de la música con las más ilustres figuras de aquellos días. Pero fue otro su destino. Y el maravilloso pianista, luego de ser entre nosotros la primera figura de nuestro mundo musical, viose obligado a dedicarse a la enseñanza, luchando indiscutiblemente con la pequeñez del ambiente insular; que si los grandes artistas jóvenes de todos los tiempos brillaron y se desenvolvieron entre corrientes de estímulo, renovadas de continuo en la vieja Europa, en nuestras capitales de América, donde la vida se desenvuelve absorbida por la política, por las industrias y el comercio, no encontraron nunca los factores complementarios de que el arte ha menester en su desenvolvimiento.


“No obstante lo manifestado, desde el año 1870 hasta los albores de nuestra Revolución libertadora, en que el recordado maestro viose obligado a emigrar a México, donde se le admiró y se le quiso como el merecía, llevo en nuestra Isla una existencia prodiga en actividades artísticas, pues, como hemos dicho, su nombre sintetizaba el arte musical en Cuba.


“Esta labor del pianista maravilloso, ídolo de los habaneros, y la que su claro numen de compositor realizara dentro de los diversos géneros que cultivo, fueron, en nuestro concepto, los destellos de un alto espíritu ahogado por el medio, pues si Ignacio Cervantes no hubiera regresado a su país al terminar sus estudios en Europa, es innegable, como hemos apuntado antes, que su nombre se hubiera hecho célebre en el viejo continente.


“El tiempo, severo juez que cumple generalmente los mandatos de la inflexible Themis, ha demostrado la verdad de tal creencia, señalada en estas apreciaciones, que hacemos al correr de la pluma, ya que era necesario en este acto el comentario acerca de la vida y la obra de este preclaro artista que tantos días de gloria proporciono a su patria. Las Danzas Cubanas del ilustre maestro, que se conocen hoy en todo el mundo, han devenido como la consagración del inmortal compositor. Múltiples son las ediciones publicadas en diversos países, y su genio creador y sus profundos conocimientos, demostrados en aquéllas, han logrado el respeto y la admiración de distintas generaciones en uno y otro continente. Su preclaro ingenio traspuso victorioso las lindes de su amado terruño, y hoy nos honran sus creaciones en el extranjero. Ignacio Cervantes, desde la sinfonía hasta la danza, desde la opereta hasta la canción, recorrió triunfante, dentro de su envidiable producción, casi todas las formas musicales, y ha sido siempre para nosotros sus discípulos, amigos y admiradores, un verdadero honor mantener viva la llama de su recuerdo, honor que el mismo, y a pesar de su eterna ausencia, nos ha facilitado con el oro puro de sus inmortales creaciones.


“A diario las escuchamos en todas nuestras fiestas de arte, y podemos decir que oyéndolas, los que más cerca estuvimos de el, reafirmamos siempre nuestra vieja admiración, y las nuevas generaciones aprenden, día tras día, a venerar el nombre excelso del ilustre músico.


“Su Scherzo, su Maledetto, su Sinfonía en do menor, sus Valses, sus Danzas, sus Intermezzos, sus Mazurcas, todo cuanto brotó de la alta mentalidad de aquel grande artífice de los sonidos, han demostrado y demuestran en todo tiempo las extraordinarias facultades del insigne precursor de la música cubana.


“Yo no voy a cansaros con un minucioso y meditado estudio hecho al margen de su egregia figura.


“Mis palabras son nacidas del corazón, templadas al calor del imborrable afecto y de la más honda veneración, palabras que he tenido la suerte (ya que méritos no tengo para ello) de poder ofrendar en este sagrado asilo, como vivos resplandores de una preciosa reliquia que llevo conmigo desde el día en que recibí sus sabios consejos.


“Yo quiero que mis palabras hagan revivir en el espíritu de todos mis oyentes los sentimientos de honda emoción y afecto a la memoria del maestro, digno, por su genio, de todos los tributos y de todos los honores.


“Gracias, mil gracias a cuantos han concurrido a este piadoso acto: y para los suyos, para los vinculados con el artista por los insustituibles lazos de la sangre, entre los cuales se encuentra su hija María, la Vicepresidenta de la Liga Musical, que heredó del compositor talento y galanura y a quien admira hoy y aplaude de continuo la sociedad cubana; para ellos, que han sabido amar la memoria del desaparecido en el altar del recuerdo, el homenaje de nuestro cariño y de nuestro respeto.


“Sirva la vida y la obra del sabio mentor, cuya pérdida nunca lloraremos bastante, de magnífico ejemplo a nuestra juventud, que hoy se afana por encontrar la victoriosa salida en la difícil senda del arte. Y que no sean sólo las enseñanzas de Ignacio Cervantes en el campo de la música las que dirijan sus pasos. Imiten todos su hombría de bien, su caballerosidad, su tradicional gentileza; que el autor de Maledetto, a más de un perfecto artista, fue siempre un perfecto caballero.


“La Liga Musical se enorgullece de haber tomado iniciativa en este acto y ruega a los presentes que, a serles posible, concurran con ella a este solitario retiro en los futuros aniversarios, cumpliendo así el deber que tenemos todos los cubanos de recordarlo en todo tiempo, alzando nuestras oraciones al Altísimo en demanda de una paz eterna para su alma.


“Habana, 29 de abril de 1928”





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Última Revisión: 1 de Mayo del 2006
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