Esta es la anécdota de un joven que en una fiesta pasó gran parte de la noche bailando con una joven muy atractiva. En el transcurso de la noche la temperatura refrescó. La muchacha le dejó saber al galán que sentía un poco de frío a cual comentario el joven le brindó el saco de su traje. Pues claro que ella accedió, lo cual como todos sabemos, son indicaciones muy favorables para el comienzo de lo que puede llegar a ser una bonita relación. Y bueno, eventualmente llegó la hora de regresar a casa. Una vez más, el muchacho insistió que no se fuera desabrigada, y aparentemente ella se fue muy contenta con aquella pieza de vestir prestada.
Algunas versiones de este cuento, porque esto fue famoso en Cuba cuando sucedió, dicen que la parejita habían sido novios anteriormente. Otros dicen que se conocían y aun otros dicen que se conocieron en tal baile. Realmente no sabemos, pero si algún día encontramos este hecho redactado en alguna de esas revistas viejas que nosotros tanto nos gusta hojear, porque sí fue publicado por la prensa, le agregaremos todos esos detalles aquí.
Al otro día el muchacho fue a la casa de la muchacha que vivía en otro pueblo en busca de su saco y tal vez una conversación amena. Si aquello, por lo general, era un proceso bien lento. Había que buscar una excusa para visitar a la muchacha o irse introduciendo en la casa como amigo. Después venía la parte del noviazgo lo cual, claro, comenzaba con el muchacho declarando su interés por la muchacha. Y más tarde, tal vez lo peor de todo y sumamente difícil, había que pedirle la mano de la muchacha al padre o algún adulto en la casa. En sumidas cuentas, una verdadera tortura prolongada, pero así era.
Si el joven iba solamente a recoger su saco o ilusionado a ver a la joven, tampoco sabemos. Sin embargo cuando llegó a la casa de ella tocó en la puerta y le salió una señora mayor. El preguntó por la joven y la señora le respondió que allí no vivía tal muchacha. Al describirla él, ella le dijo que se estaba refiriendo a su hija, la cual había fallecido hacía seis meses.
En las otras versiones, donde ya los jóvenes se conocían, dice que el muchacho al salirle la madre a la puerta le preguntó por ella. No habiéndose visto los jóvenes por un tiempo, él no sabía que ella había muerto hacía seis meses, como la madre le informó. Sea ésta o la otra versión el asombro del muchacho fue bien serio.
Le explicó a la señora lo sucedido y que el no podía creerle, era simplemente incierto. Tan seguro esta él de lo que la noche anterior había sucedido que la señora no encontró más forma de convencerlo que llevarlo hasta el cementerio para que con sus propios ojos viera la tumba de su hija. Fueron hasta el campo santo y allí, sobre la losa de quien bailó con él toda la noche, estaba el saco tendido.
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