Un güije es un ser de la fantasía que en ciertos lugares, como el norte de la provincia de Las Villas, Cuba, se ha vuelto parte de las leyendas populares. Al menos, tal vez, así lo describiría algún doctor universitario o incrédulo forastero. Pero el güije es muy real para muchos, algunos que decían haberlo visto le tenían terror.
Dicen algunos que es como un hombrecito no muy alto, de la raza negra y edad avanzada. Otros reclaman que es como un monstruo no muy grande, con patas de chivos y cola de caimán. También le hemos oído ser descrito como un muchachito, no muy alto, de la raza negra con ojos saltones. Y así, las descripciones físicas de este ser, que no se sabe si es uno sólo o si es que son varios, varían de acuerdo al narrador.
Su comportamiento es muy similar al de un duende, que quien sabe, tal vez lo sea. Dicen que es pícaro y maldito, capaz de cualquier cosa. Corre más rápido que los caballos y salta las cercas de piedras de un salto. Capaz de desaparecer, o aparecer, en un pestañar.
Siempre hemos oído decir que vive en una poza de algún río donde el agua nunca llega a desaparecer. Porque en Cuba mucho de los ríos pequeños, los arroyuelos y los arroyos durante el tiempo de seca pierden toda el agua. Aun algunas lagunas se llegan a secar del todo. Sin embargo en algunos ríos hay pozas, al igual que ciertas lagunas, que nunca llegan a perder toda el agua. Es en alguna de esas pozas donde vive el güije. De vez en cuando sale de su guarida acuática. Hay quienes dicen que es a ciertas horas específicas y otras personas no definen tal evento con las horas.
Muchos dicen haberlo visto, sentado en algún lugar. Otros cuentos hacen relatos de que una vez lograron atraparlo. Nos hicieron el cuento que una vez unos muchachos estaban jugando pelota en un placer próximo a un cañaveral. Cuando ya el juego iba por la mitad, un muchachito de la raza negra se acercó a mirar. Muy natural, y muy natural también que se le invitará a participar a aquellos que estaban observando, como sucedió en este caso. El muchachito jugó dos o tres innings cuando algo pasó. Quien nos hizo el cuento realmente no tenía el detalle que causó que los otros muchachos le prestaran atención al físico de este muchachito, pero así sucedió. Le vieron ojos saltones y algo en la boca, tal vez colmillos, que no era natural. Hasta que uno de los peloteros dijo que era un güije. Acto seguido el muchachito se mandó a correr y desapareció dentro del cañaveral. Lo buscaron, pero fue en vano, no se le volvió a ver.
Muchos cuentos del güije hemos oído, mas ninguno menciona el que este ser haya cometido alguna fechoría seria, algún verdadero daño a alguien. Dicen que es capaz de cualquier cosa, pero no sabemos de nada malo que se le pueda atribuir. Es cierto que se describe un ser que no es humano, y son muchos los testimonios. Quizás sea ese su delito, ser diferente, por el cual siempre los cuentos terminan en que se le persigue.
Un día visitamos el zoológico de Nuevo Orleáns. Allí tenían una sección dedicada a la naturaleza de los pantanos de Luisiana con algunas canoas y casitas representando la vida como era en esa zona. Para nuestra gran sorpresa había un muñeco como de un caimán caminando en dos patas. Según los relatos representaba a un ser llamado Swamp Thing, o Cosa de los Pantanos. Un ser que supuestamente vivía en las ciénagas del sur de los Estados Unidos, muy lejos del norte de Las Villas y definitivamente una cultura totalmente distinta. Tan pronto lo vimos, eso podía ser, bajo algunas de las descripciones, un güije. Años más tarde, volvimos a visitar tal zoológico, llevábamos la idea de indagar un poco más en este asunto. El muñeco lo habían retirado de las presentaciones y todo el mundo trataba el asunto como tabú. Aun en el museo de vudú en Nuevo Orleáns no supieron darnos ninguna respuesta concreta cuando preguntamos de este ser.
Si realmente existe tal ser o no, nosotros nunca le hemos visto. Si es pícaro o atrevido o intranquilo, de eso, no tenemos duda. Ser peculiar, y aunque dicen que se ha logrado capturar, no se ha podido detener. Todas sus leyendas son coloridas, y hasta cierto punto simpáticas, al punto que no logramos olvidarlas. Por tantas horas de alegres recuerdos, sea real o ficticio, nos complacemos en dedicarle este sitio a uno de nuestros héroes más admirado; al güije.
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