En todas partes del mundo a los bebitos en los automóviles se acomodan en un asiento infantil diseñado para que no corra ningún riesgo en caso de accidentes. Muy seguros tales asientos, pero el pobre chiquito va que no puede ni mirar para los lados.

Cuando por una de esas casualidades, al bebito se le lleva a pasear en bicicleta, se le pone su casquito, rodilleras, coderas y cuanta amortiguación sea posible; y siempre amarrado al asiento en caso que lo peor suceda. Le ponen tantas cosas que parecen que van a ir a la luna. Después de un par de veces, es tanto el trabajo de vestir y después desvestir al chiquito que termina la cosa en que es mejor sentarse en el sofá a ver la televisión.

En Cuba también hay asientos infantiles, diseñados para la protección del bebito pero sin tantos amarres ni cosas que limiten el poder disfrutar del sol y el aire puro. Muy sencillo, si no se porta bien se cae y si se cae, sólo se va a caer una vez. No será lo más civilizado del mundo, pero sí se desarrolla el respeto a los padres y el sentido de preservación desde muy temprana edad.

Por cierto ¿vieron que niño más hermoso? que Dios se lo bendiga.