Según tenemos entendido Soroa obtiene su nombre de dos hermanos españoles, Lorenzo y Antonio Soroa Muñagorri, que a aquellos lugares llegaron por el año 1856 con la ilusión de hacer fortuna. Era la siembra del café a lo que se dedicaron y como muchas otras personas trabajadoras en aquella Cuba de antes, lo lograron. Pronto su propiedad comprendía gran parte de la zona.

En Soroa hay un orquideario de renombre mundial, por muchos años conocido como el Rancho Pilila y del cual vemos algunas muestras en algunas de estas tarjetas. En este orquideario hay más de 700 especies diferentes de orquídeas, muchas de ellas no muy comunes. Según nos han dicho, fue un español de las Islas Canarias, Tomás Felipe Camacho, quien en 1943 comenzó a cultivar las orquídeas, importando una gran cantidad de ellas de todas partes del mundo. También se ocupó de obtener las especies locales, logrando una colección de unas 150 especies endémicas (parte del total anteriormente mencionado) de Cuba. Desde el punto de vista económico, este orquideario vale una fortuna. De acuerdo a una página Web, que leímos no hace mucho, de un muy reconocido criadero de estas plantas en el sur de la Florida, algunas de las orquídeas de Soroa en el mercado internacional se encuentran entre las más cotizadas.

El cultivo de las orquídeas fue algo que en Cuba tuvo gran auge. Recordamos varios lugares en el norte de Las Villas donde se veían colecciones, muchas de ellas con muy buenas selecciones, de estas plantas tanto en casas privadas como en lugares públicos. En la isla hay al menos otro orquideario muy interesante en la zona de la Gran Piedra, Oriente.

No solo es Soroa famosa por su orquideario, su fauna silvestre es también bien diversa. Tenemos entendido que se han visto allí más de ochenta especies diferentes de aves, muchas de ellas endémicas de Cuba y entre las cuales se encuentra el Tocororo, ave nacional de Cuba. Se ha encontrado una especie de lagartija que sólo allí se conoce. Tenemos entendido que las ranitas también tienen su gracia zoológica. Y los guajacones (pececito cubano, no es un renacuajo) en la poceta del Salto son coloridos y simpáticos. Su flora silvestre es también de atención ya que se registran unas trescientas especies de plantas diferentes; claro, eso es sin contar las orquídeas. Sin embargo, dicen los que conocen de esas cosas, que la naturaleza en otras partes de la Sierra del Rosario es aun más diversa y las vistas más impresionantes.

Notas personales:
Cuando nosotros visitamos Soroa, ya hace muchos años de esto, había una piscina y un resort turístico allí. Cuando aquello Soroa y el orquideario se podían visitar públicamente. De acuerdo a ciertas fotos recientes que hemos visto, todo permanece igual. Las construcciones por la mano del hombre eran bien modernas y complementaban a la naturaleza con gran gusto. Recordamos haber subido por un terraplén hasta un mirador, el Mirador de Venus a una elevación de unos 375 metros, desde donde se podía observar la belleza de los valles de Pinar del Río y cuando el día estaba claro, nos dijeron, que hasta la costa del mar se divisaba. En aquellos tiempos era muy usual ir a pasarse un día allí, a sólo unos 95 kilómetros de La Habana, aquello era uno de las tantas distracciones familiares de la cuales se podían disfrutar módicamente.

En Cuba hay llanuras y hay montañas, y por todas partes los ríos y riachuelos bañan el fértil terreno. Algunos de estos cursos de agua, cuando el relieve es propicio, se precipitan de forma espectacular. No serán como Niágara ni tampoco Iguazú, pero no dejan de ser atractivas y muy interesantes.