“Cuando nació, allá en el mero Jalisco, todos quedaron asom­brados de lo linda que era. Pocas veces puede decirse de un recién nacido que es bonito, ¿verdad? Pues a esta niña rubia, con la piel dorada y la boca modelada en rosa, no más la presentó el partero a la familia, arrancó exclamaciones parecidas a -esta: -¡Es una muñe­ca!... ¡Una linda muñeca! Y una vecina aficionada a los augurios sentenció: -¡Será- reina de belle­za! ¡No la habrá más linda que ella en los contornos!

“Le pusieron los nombres de Ana Berta. En el padre, hombre que trabaja en la industria cinemato­gráfica en calidad de técnico, no hubo nunca la intención de que aquella profecía se cumpliera. ¡No quería reinas de belleza en su fa­milia! Su niña se educaría y estu­diaría una carrera. Pero la niña a medida que crecía de tamaño, cre­cía en belleza, en gracia y en sim­patía. En la escuela se ganó varios concursos. Unos deportivos, otros escolares ¡pero no pocos de belleza!

“La niña siguió creciendo. Dejó las aulas primarias. Ingresó en las superiores para estudiar secreta­riado. Y un día, planteó a los pa­dres el problema tan temido:

“¿Saben una cosa? Que voy a estudiar para actriz... En la ma­dre, de quien la muchacha había heredado la finura de sus faccio­nes, sonrió casi complacida. El pa­dre se quiso poner severo. Las in­clinaciones dramáticas de la mu­chacha podían ser el comienzo de que la profecía iba a cumplirse. ¡Pero no se opuso!

“Era muy estudiosa. Cosa rara en una muchacha bonita. Su inteligen­cia era despierta, y las asignatu­ras del secretariado las dominaba con tanta facilidad como las ense­ñanzas que recibía en la Academia de Actores, del Sindicato de la Producción Cinematográfica de Méxi­co. El otro paso tan temido por el padre, lo dio Ana Berta animada por sus compañeros de estudios: -Papá. Ya sé que te voy a dar un gran disgusto. Pero mis compañe­ros quieren que aspire a Miss Mé­xico...

“Vencida la débil oposición pater­na, la futura Miss México luchó con las armas únicas de que dispo­nía. Su cara bonita y su cuerpo ma­ravilloso. La competencia fue un paseo para ella. Y triunfó. En el si­guiente concurso, para elegir Miss Universo, ¡por poco se gana tam­bién el reinado! Y terminados los festejos, vinieron los contratos. De­butó en el reparto de la película "Miradas que Matan". Después Tin Tan la llevó de co-estrella con el, en "El Vizconde de Montecristo"...

“El padre y la madre la acompa­ñan ahora a donde ella va urgida por los contratos. Después de sus dos primeras películas, consiguió alcanzar papeles muy importantes en "Contigo a la Distancia" y "Kid Tabaco". Tiene ofertas para ir a Italia a filmar. En sus ratos de descanso, estudia inglés, hace equi­tación, estudia piano y lee. Ahora está en, La Habana como actriz de la película que protagoniza Nini Marshall y dirige René Cardona, con el título de "Una Gallega en La Habana".

“Cuando le preguntamos si el amor la quisiera alejar del cine, suele responder con toda solemni­dad: -El cine es mi gran amor. El hombre que se case conmigo de­berá compartir su amor con el ci­ne... Y en efecto, parece que sí. Que llegará a escalar las más altas cimas de la fama como interprete, porque Ana Berta Lepe, está ungi­da, por el destino, de todas las gra­cias que propician el camino hacia el triunfo: la hermosura, la belle­za, la simpatía y, sobre todo, el ta­lento...