Buscando y buscando se encuentran las cosas. Aunque esta torre sobre una loma próxima a la ciudad de Bejucal no hay que buscarla mucho porque desde lejos sus proporciones atraen como caramelo de azúcar cubana a todo güije travieso.

Dicen que esta torre es el campanario de una antigua iglesia. Aun no sabemos ni como se llamó tal templo, ni siquiera el nombre de la loma. Aunque para ser francos, eso no detiene la curiosidad, al contrario, la hace misteriosa y ¿quién sabe? tal vez tenga más leyendas de las que se pueden contar en un cuento.

Definitivamente la torre tiene gracia (“magia” para los que no llegan y “aché” para los que se pasan) porque según nos acercamos se pone más grande y atractiva. Como que nos dice: ¡Ven muchachito, ven! ¡Para verte mejor!