“Múltiples causas hacen variar, con el correr del tiempo, el aspecto, la configuración y hasta la extensión de un terreno. En nuestros días hemos visto cambiar el litoral, en un gran trecho, desde La Punta hacia el interior de la bahía. Se han arrebatado al mar muchos miles de metros, convertidos en malecones y parques. Edificios en cuyas paredes rompían las aguas del puerto, han quedado a una y más cuadras de la orilla.

“Cambios parecidos han ocurrido, y debidos a causa distintas, en la topografía del terreno sobre el cual se alzó la villa de La Habana en su actual emplazamiento. Esos cambios, en ocasiones, nos dificultan el precisar el lugar exacto en que los españoles alzaron determinado edificio, hace mucho desaparecido, o situaron una plaza que posteriormente se trasladó a otro lugar.

“Ocupó La Habana a raíz de su establecimiento junto al puerto de Carenas, como hemos dicho en ocasiones múltiples, el espacio entre La Fuerza, La Casa de Gobierno Ayuntamiento actual y la Aduana. Este terreno era y es parte de la península que, en su parte oeste, está a la entrada del puerto, antes de Carenas, hoy de La Habana. La llanura que ofrece el lugar era propicia para una población, tanto como inadecuadas resultaban las alturas que hoy ocupan el Morro y la Cabaña.

“De la península donde se alzaría La Habana, dice José María de la Torre "que era tan fértil que no sólo abundan en ella arbustos como tunas, hicacos, uvas caletas y otros frutales, sino aun árboles mayores como jaguas, anones, mamones, seibas y aun cedros, jobos y caobas. Los cangrejos, escribe un viajero en 1598, abundaban tanto, que hacían ruido como las tropas cuando de noche iban a la población en busca de desperdicios". Lo último no nos parece extraordinario, porque hace unos veinte años de cosa parecida hemos sido testigos en la ciudad de Cárdenas, al dejar de noche su estación ferroviaria.

“El mismo José María de la Torre nos dice en su libro ya citado como por el boquete de la pescadería entraba un brazo de mar que llegaba hasta San Juan de Dios, donde hubo un colgadizo para guardar en el la falúa, o especie de bote con resguardo para los pasajeros, del gobierno, quedando más tarde cenagoso todo ese espacio, razón por la que la plazuela de la Catedral se llamó Plaza de la Ciénaga.

“La Torre dice, además, que la construcción, comenzada en 1730 de la muralla de la Puerta de la Punta hasta la Fuerza, quitó a la entrada del puerto, por una parte, una porción de varas, pues la muralla se alzo sobre el mar; y que muchas cuadras, más tarde, de Vives, Gloria, Esperanza, Alcantarilla, Puerta Cerrada y Diaria estaban bañadas por el mar y cubiertas de mangles. Por entre Cayo Cruz y la tierra pasaban los barcos, y las aguas daban en los muros de la iglesia de Regla.

“Se dice que el Rey Fernando el Católico demostró su satisfacción a Velázquez por sus éxitos en Cuba concediéndole gracias para él y sus favorecidos. Para mejor poblar la isla a los que a ella venían, les daba pasaje franco, víveres para un año sacados de los almacenes reales, exención de contribuciones por un año, propiedad perpetua de la casa que fabricaban y de las tierras que les fueran asignadas, y posesión de semillas e implementos agrícolas.

“Las mercedes de solares y terrenos las concedieron los Cabildos, hasta que se les prohibió tal cosa por Real Cédula de noviembre de 1729, disposición confirmada por otra Cédula de 1739.

“Hasta los gobernadores tenían que pedir al Cabildo las dichas mercedes. Así aparece que en el Cabildo de 21 de agosto de 1551 el Gobernador Pérez de Angulo solicitó le hicieran merced de una caballería de tierra "en el ancón pequeña ensenada de la mar de este puerto". Probablemente el ancón fuera la actual ensenada de Guasabacoa.

“Además de serles mercedados solares y tierras para crías y cultivos, los vecinos tenían los ejidos. Eran el ejido los terrenos comunes para uso de todos los vecinos de un pueblo, "donde los ganados de esta villa han de pastar e andar".

Lección 15: Los vecinos. Sus medios de vida y sus costumbres.

Lección 17: Las primeras calles y caminos de La Habana