Guije.com La Trágica Epopeya de Hernando de Soto en Tierras de la Florida en la edición de Carteles que circuló en La Habana, Cuba, el 20 de Agosto de 1939.
  
La Trágica Epopeya de Hernando de Soto en Tierras de la Florida en la revista Carteles, La Habana, Cuba, del 20 de Agosto de 1939, Cuba

Guije.com
  Ciudades y Pueblos
  Municipios de Cuba
  Biografías Cubanas
  Templos Religiosos
  Cosas de mi Tierra
  Diccionario Guije
  Cocina Cubana
  Cine en Cuba
  Libros de Cuba
  Tarjetas Postales
  Filatelia Cubana
  Postalitas Cubanas
  Cubanito
  Cuentos de Antaño
  Fotos de Cuba
  Links
  Literatura Cubana


Revistas Cubanas
  Arquitectura
  Automóvil de Cuba
  Bohemia
  Cancioneros
  Cuba Agrícola
  Cuba Contemporánea
  Cuba Profesional
  Detallistas
  Diario de La Marina
  Ecos
  Ellas
  Gente
  Propiedad Urbana
  Revista de La Habana
  San Antonio
  Semanario de Actualidad


Carteles
  Década de 1920
  Década de 1930
  Década de 1940
  Década de 1950


Hernando de Soto y Ponce de León en La Habana, Cuba, en la revista Carteles del 20 de Agosto de 1939

en Guije.com
  La Habana
  Castillo de La Fuerza


en Calendario USA
  Exploradores Europeos
  Pánfilo de Narváez
  Hernando de Soto


en Calendario Cubano
  19 de mayo


en Damisela
  Florida
  Condado de Hernando
  Condado de DeSoto


en Caminando sin rumbo
  Florida


“La Trágica Epopeya de Hernando de Soto
“en Tierras de la Florida.”

por Roig de Leuchsenring
En la revista Carteles del 20 de Agosto de 1939

“Queda explicado en el artículo anterior cómo el 19 de mayo de 1535 zarpó del puerto de La Habana, rumbo a La Florida, la flota expedicionaria de Hernando de Soto.


“"Aunque poco favorecida por los vientos -relata Pezuela- echó anclas la escuadrilla a los seis días en la misma bahía del Espíritu Santo, visitada por Narváez once años antes, y en la geografía actual llamada Tampa Bay".


“El Inca Garcilaso de la Vega da como fecha del arribo "el postrer día de mayo"; Miguel Rodríguez Ferrer, el 26; y Eugenio Ruidíaz y Caravia, el 30, expresando, en desacuerdo con Pezuela, que tuvieron "muy feliz travesía".


“El historiador alemán Rodolfo Cronau, acucioso investigador y esclarecedor de muchos puntos oscuros en la historia de esta expedición, escribe: "quiso la casualidad, favorable en aquella ocasión, que los soldados de Soto lograsen rescatar a un español joven, apellidado Ortiz, que habiendo ido allí a las órdenes de Pánfilo de Narváez, y que hecho prisionero por los floridanos, había vivido diez años con los indígenas, y podía, por lo tanto, servir de interprete a los españoles". La provincia en que se encontraban los expedicionarios llevaba el nombre del cacique de la comarca Chirihigua - enemigo encarnizado e irreconciliable de los blancos, al decir del referido historiador, odio que explica "porque los soldados de Narváez habían cortado las narices a Chirihigua, y habían hecho que los perros destrozasen a la madre del mismo cacique", lo que a Ruidíaz, que comenta esta noticia, parece dudoso, aunque afirma que de ser cierto, "estaba perfectamente justificado el odio del cacique". Algo habría de verdad en todo esto, cuando no fue posible a los españoles, ni con amenazas ni con promesas, lograr que el jefe indígena y sus hombres abandonasen el escondrijo en el centro de los bosques vírgenes donde se habían refugiado apenas percibieron la llegada de los españoles.


“En Chirihigua se tomó Soto breve descanso, y antes de emprender su viaje por el interior del país, envió a Cuba los barcos mayores de su flota, dejando en aquella bahía algunas embarcaciones con un destacamento de ochenta soldados de infantería y cuarenta de a caballo.


“Atravesando bosques y pantanos enormes, poblados de fieras dañinas de toda índole, recorrieron los territorios del cacique Macuso, con quien le había puesto en relaciones el cautivo Ortiz, pasando después a Urribara, Kuxi, Akuera y Okkaly, siempre en peligro de las acechanzas y ataques de los naturales del país, que defendían heroicamente la posesión de sus tierras holladas por la planta de los extranjeros conquistadores.


“Fueron numerosos los combates que estos mantuvieron, con perdida de buen número de sus soldados, aunque al final las armas de fuego les dieran la victoria sobre aquellos aborígenes que sólo tenían para su defensa y ofensa los arcos y flechas por ellos construidos.


“Uno de estos combates sirvió para poner a prueba el valor de Vasco Porcallo de Figueroa. Acostumbrado al atropello, al abuso y a la explotación de los pacíficos aborígenes cubanos, tropezó ahora con experimentados guerreros, tan hostiles como lo era en tierras floridanas la propia naturaleza del lugar. Y -dice Pezuela- "de menos constancia que valor, no tardó en preferir el ocio y el regalo de su mansión del Puerto Príncipe al trajín y penalidad de esta jornada", y agrega: "menos sentido de una caída que dio en un cenagal, que de la risa que excitó al salir del lodo, renunció a su cargo; y pocas semanas después regresó a Cuba, dejando para que continuasen la campaña a su comitiva y dependientes a cargo de Gómez Suárez Figueroa, bastardo que había tenido de una esclava".


“El propio Soto, en un encuentro con el cacique Vitachuco, fue herido por este gravemente, de un terrible golpe que le privó del conocimiento y le hizo perder varios dientes.


“En marzo de 1540 continuó Soto viaje hacia el Norte, ordenando a los barcos que quedaron en la bahía del Espíritu Santo hiciesen rumbo hacia Apalache, para reconocer toda aquella costa. Soto atravesó las comarcas feracísimas de Altapaka, Achalaque, Cofaqui y Cofaciqui, reino este último gobernado por una india joven y hermosa, que se extremó en agasajos y regalos al jefe español, durante las varias semanas en que Soto disfrutó -refiere Cronau- "de la grata hospitalidad de aquella reina, tan hermosa como amable".


“Continuando la marcha llegaron por último al país del muy poderoso cacique Taskalusa, prototipo al decir de los cronistas, del indio de Norteamérica. Ruidíaz apunta que "en los rasgos duros de su fisonomía, notábase un sello de grave altanería; ni una vez sola demostró curiosidad de conocer a los extranjeros, ni admiración por las novedades que ellos traían; no parecía sino que, adelantándose a su época practicaba ya el famoso nihil mirari del filósofo".


“Taskalusa esperó a los españoles en un pueblecillo lejano de su ciudad asentada en una extensa llanura cerca del río Alabama, hacia donde los condujo. Sospechando Soto, por lo fortificada, numerosos torreones atrincherados y alta y espesa empalizada que poseía la población y por la gran cantidad de tropa -cerca de 10.000 guerreros allí se albergaban- que él cacique pudiera haberlos llevado a su ciudad para atacarlos y mejor vencerlos, libró encarnizada batalla, en la que, como es natural, resultaron victoriosos los españoles, no sin perder más de ochenta hombres y cerca de cincuenta caballos. La ciudad de Taskalusa o sea Mobila o Mauila, que de ambos modos también era llamada, resultó destruida completamente y sus habitantes perecieron en número que los historiadores hacen ascender de dos mil quinientos a diez mil, no teniéndose más noticias del famoso cacique indio.


“Los compañeros de Hernando de Soto, ante tantas penalidades y no haber encontrado en el país las fabulosas riquezas que les impulsó a seguir a Hernando de Soto, demandaron de éste el regreso a Achusi, donde se hallaban los barcos, a fin de retornar a Cuba; pero el Adelantado, decidido a continuar la empresa, a marchas forzadas se alejó de la costa para que sus hombres perdieran toda esperanza de dar por terminada la aventura.


“En diciembre de 1540 llegaron al territorio de los Chikassas, logrando después de enconada resistencia, posesionarse de su capital, pero al siguiente mes, aprovechando la noche, los indígenas incendiaron la población, sufriendo los españoles la pérdida de cuarenta hombres, numerosa caballería y provisiones de boca y guerra.


“Luchando siempre Soto se encontró en mayo de l541 con el río Mississippi, "un río tan caudaloso -dice el historiador Cronau- y tan ancho, que de una a otra orilla no podía distinguirse la figura de un hombre que estuviese de pie; su lecho era extraordinariamente profundo, la corriente rápida y el agua cenagosa y llena de troncos de árboles desarraidos". Los indígenas llamaban a este río Chukagua, y el nombre que hoy ostenta, según expresa Cronau, no comenzó a dársele hasta mediados del siglo XVII.


“Soto realizó varias incursiones por tierra y en botes construidos expresamente, hostilizados siempre por los naturales del país, y cuando se proponía llevar a cabo la construcción de una ciudad en las inmediaciones del Mississippi que sirviese de cuartel general y lugar de descanso de sus expedicionarios, una violenta fiebre acabó con su vida en muy pocos días. Antes de morir se despidió de sus compañeros, entregando el mando a Luis Moscoso de Alvarado.


“Ruidíaz ofrece como fecha de la muerte de Soto la del 21 de mayo de 1542, pero Pezuela y Rodríguez Ferrer dan la del 30 de junio del mismo año.


“Los soldados de Soto, temerosos de que los indios profanasen el cadáver de su jefe, construyeron un ataúd con el tronco de una encina, forrado interiormente del plomo fabricado con balas derretidas, y lo depositaron en el gran río.


“Así encontró ese personaje de epopeya que fue Hernando de Soto, genuinamente representativo de una raza y de una época, tumba adecuada a sus fabulosas hazañas en las profundidades del inmenso Mississippi, en aquellos imponentes funerales que ha evocado el poeta extraordinario de Los Trofeos, nuestro compatriota José María de Heredia, gloria de las letras francesas, en su soneto La tumba del conquistador, traducido así admirablemente a nuestra lengua por Max Henríquez Ureña:


“Cubierto por la bóveda en flor que se levanta,
“de catalpas y negros tuliperos, umbrosa,
“y no en el fatal suelo que conquistó, reposa.
“La tierra de Florida faltó bajo su planta.

“Mal premia un vil sepulcro tal muerte y virtud tanta.
“¡Ni oso gris ni piel roja profanarán tu fosa,
“Conquistador! Te envuelve, cual mortaja gloriosa,
“todo el Mechacebeo, que tu memoria canta.

“Duerme en lecho que hicieron las aguas virginales.
“¿Qué importan blancos cirios, fúnebre monumento,
“y la capilla ardiente, y el salmo, y el ex voto?

“Pues el viento del Norte llora en los cipresales
“y reza en el Gran Río con eternal lamento,
“allí, donde por siempre yace Hernando de Soto.”

“Con la muerte de Soto, sus hombres dieron por terminada la expedición conquistadora, pero no por eso se acabaron para ellos los contratiempos y penalidades. Moscoso prefirió, no la vuelta por tierra, hacia la bahía del Espíritu Santo, a que se inclinaban los soldados sino utilizando las aguas o las orillas del Mississippi hasta encontrar su salida al mar. Y al efecto, construyeron con las maderas y materiales a su alcance en aquellas regiones, siete bergantines, emprendiendo el 2 de julio de 1543 la navegación. En esta desastrosa y horrible retirada del nutrido y brillante ejército que Soto había sacado de La Habana, sólo llegaron a México unos trescientos hombres, desnudos, hambrientos, agonizantes, después de cinco años que bien califica Rodríguez Ferrer "de trabajos perpetuos y de sufrimientos inauditos".


“En la colonia de Panuco que entonces se fomentaba a la boca del Tampico decidió la mayoría de los expedicionarios supervivientes dirigirse a España en la primera flota, y entre ellos, García Osorio, que mas tarde sería gobernador de Cuba.


“De los que a esta isla volvieron, sólo recogen las historias los nombres del mestizo Gómez Suárez, hijo de Porcallo, y de otro mulato nombrado Estebanillo.


“Doña Isabel de Bobadilla, la esposa del Adelantado, que ejercía las funciones, más nominales que reales, de gobernadora en Cuba, a través de sus tenientes, efectivos gobernantes, Juan de Rojas en La Habana, y Bartolomé Ortiz en Santiago, no tuvo noticia cierta de la muerte de Soto hasta fines de 1543, en que -dice Pezuela- "un pliego dirigido al llegar a Panuco por Mocoso cambió su ansiedad en funesta certidumbre", aunque no parece ser cierta la afirmación que en seguida hace el referido historiador de que la vida de doña Isabel "se extinguió algunos meses después que su última esperanza", pues ya confirmada la triste nueva la encontramos realizando en La Habana la liquidación de todas las propiedades, joyas, ropas, etc., tanto de ella como de su esposo, a fin de embarcarse para Castilla, al lado de sus familiares, según pormenorizadamente consta en las diversas escrituras remates y almonedas que aparecen reproducidos en la obra El Adelantado Hernando de Soto, por Antonio del Solar y Taboada y José de Rújula y de Ochotorena, marqués de Ciadoncha, por nosotros varias veces citadas en estos trabajos. La última noticia que de ella encontramos en estos documentos, o sea de su permanencia en La Habana, llega al 15 de marzo de 1544, liquidados ya entonces todos los bienes matrimoniales, y en disposición, por tanto, de abandonar la isla, sin que tengamos posterior constancia de haber realizado esos deseos.


“Al celebrar este año el centenario de la partida de La Habana para la conquista de La Florida, del Adelantado y gobernador de Cuba Hernando de Soto, al mismo tiempo que traemos a conocimiento de la generación presente el nombre de ese audaz aventurero e infortunado conquistador, debemos también los cubanos revivir la figura interesantísima de doña Isabel de Bobadilla, cuya personalidad se destaca, no solo por su extraordinaria belleza, sino también por su entereza de carácter, como mujer excepcional que arriesga gustosa las penalidades de una aventura conquistadora en tierras desconocidas, defiende con todo vigor y decisión los intereses de su esposo ausente y asume el gobierno de Cuba, si bien más formalmente que de hecho, en condiciones muy parecidas a las de muchos monarcas y jefes de Estado de épocas posteriores y de la presente, en Europa y en América.


“Para las mujeres cubanas de nuestros días, que ya disfrutan, al menos en la letra de la Constitución y las leyes, de todos los derechos políticos, doña Isabel de Bobadilla debe ser considerada como la primera mujer que en nuestra patria disfruto, hace cuatro siglos, del primer puesto en la gobernación de Cuba, y puede servirles de estímulo para que en plazo no tan largo como ese alguna de ellas alcance posición tan preeminente en el gobierno de esta tierra.”


Nota: En el artículo anterior, Incidente de Hernando de Soto con Ponce de León, en La Habana. - Parte la Expedición para la Florida. - Cuba, Víctima de esa Empresa Conquistadora, Roig de Leuchsenring da la fecha en que se embarca Hernando de Soto en La Habana como el 19 de mayo de 1539 (no 1535 como indica en este artículo).




| Publicación del 20 de Agosto de 1939 |
| Carteles | Revistas de Cuba |
| Guije.com |


Gracias por visitarnos


Última Revisión: 1 de Septiembre del 2008
Todos los Derechos Reservados

Copyright © 2008 by Mariano Jimenez II and Mariano G. Jiménez and its licensors
All rights reserved