Nació esta insigne patricia en la finca “San José”, en el Termino Municipal de San Nicolás, provincia de la Habana.
De raigambre revolucionaria por ser su familia de ideas separatistas, Emilia de Córdova pasó su juventud iluminada por la idea gloriosa " de la libertad.
Paralelos a sus sentimientos patrióticos crecieron sus ideales caritativos, aumentando su piedad sin límites, las desgracias de los mambises que en la época trágica de Weyler eran conducidos al Foso de los Laureles, en la Habana.
Sacerdotisa de la caridad pública, asistió casi diariamente a la capilla de los patriotas condena dos a muerte y sus lágrimas regaron el sendero de los que por la fuerza de su ideal, marcharon al fatídico lugar donde sus vidas útiles y santas fueron inmoladas.
En su hermoso peregrinar, aquella joven esbelta, de rasgados ojos, tan negros como las noches de sus desventuras, ayudaba con eficacia a los compatriotas enfermos y colectaba fondos para la causa de la libertad.
Pronto, empero, se hizo sospechosa por su actuación, y las autoridades españolas radicadas en la Habana, ordenaron que fuera deportada de la isla.
Logró, tras múltiples esfuerzos, instalarse en Cayo Hueso y allí continuó la obra comenzada en Cuba, esperanzada en la conquista de sus más caros ideales.
Tiempo después en compañía de Clara Barton volvió a la Patria, enrolada en la Cruz Roja Americana, mereciendo una efusiva felicitación del Coronel Teodoro Roosevelt, por sus inmejorables servicios en la guerra Hispano-Cubano-Americana aquel celebre jefe de los famosos Rough Riders, supo apreciar los valores de la heroica mambisa, que cuidara con valor insuperable, enfermos y heridos, ya en los barcos de la flota de guerra, ya en los hospitales establecidos en la manigua cubana.
Terminada la contienda, restablecida la paz, logró del Gobernador Brooke, un empleo como oficinista pública.
El progresista americano, rompió, durante el Gobierno de Ocupación, el precedente de que sólo los hombres podían ocupar cargos públicos y desde entonces desempeñaron nuestras hermanas plazas en la administración del país, donde se desenvolvieron admirablemente.
Emilia de Córdova murió en la Habana el 13 de Enero de 1920.
Hace ya tiempo que sus conciudadanos queriendo exaltar la memoria de la mujer sublime que sacrificó tantas veces su belleza y su juventud, que por amor a la patria expusiera su vida sin titubeos ni recelos, le han levantado una estatua en un lindo parque de la barriada de la Víbora, en la Capital de la República, póstumo y merecido homenaje a quien se hiciera acreedora de una memoria perdurable en las generaciones presentes y futuras. |