Varadero es una playa, con su ciudad turística, en la costa norte de Cuba en la provincia de Matanzas. Esta ciudad se encuentra en la península de Hicacos, entre las ciudades y no muy lejos de Matanzas y Cárdenas. Realmente, una verdadera retadora a la popularidad de La Habana si estas tres ciudades hubiesen continuado el crecimiento que tenían en la década de 1950. Para colmo, es el extremo norte de la península de Hicacos la localidad más cercana de Cuba a los Estados Unidos, 90 millas a Cayo Hueso (Key West), y ya en la década que hablamos Varadero tenía su propio aeropuerto internacional. A pesar que somos habaneros tenemos que reconocer que ¡Matanzas, Cárdenas y Varadero juntas; no tendrían rival! o al menos, allá en la capital, de verdad que íbamos a tener que ponernos las pilas.

Hace poco más de un siglo esta hermosa playa era apenas conocida, siendo sus salinas lo único mencionado en los textos de aquellos tiempos. En 1880 se fundó el primer pueblo en la península, perteneciente al municipio de Cárdenas. Durante sus primeros años como balneario también se le conoció como Playa Azul, con el tiempo el nombre de Varadero predominando. Desde la fundación del poblado, cada año la fama de las cualidades de su litoral como playa ha continuado extendiéndose cada vez más por todo el mundo. Ya en la década de 1940 era una ciudad de renombre mundial.

Pero Varadero es sinónimo de playa, así que vamos a tratar el tema un poquito para aquellos que no han logrado disfrutar de esta playa. Pero antes de entrar en detalles, una cosa curiosa de la península de Hicacos es que su costa del oeste es playa con todas las cualidades que a continuación describimos. Sin embargo, en su costa al este es todo lo contrario, allí no hay quien se bañe.

Una playa es más que un litoral. Una playa tiene que tener arena fina cosa que cuando por ella se camine descalzo temprano en la mañana, o al atardecer, su textura acaricie la planta de los pies. Pero no puede ser tan fina que sea polvo, porque entonces pica cuando el viento sopla. No puede ser pegajosa, porque eso no hay quien lo soporte. Si hay que darse una ducha para quitarse la arena o si tiene fango, eso no es playa, al menos no cubana. Y si la arena es blanca, como la de Varadero, mejor.

El agua tiene que ser cristalina, no necesariamente para verse los dedos de los pies, pero sí para sentirse limpio. En Varadero, debajo de la superficie se pueden distinguir los dedos de la mano a una distancia de unos cinco metros, por supuesto de la mano de otra persona. Eso es con una vista perfecta de 20/20 y estar muy acostumbrado a nadar bajo la superficie del mar con los ojos abiertos. Claro, estamos hablando sin careta ni ningún tipo de ayuda artificial a la vista.

El nivel de la arena tiene que ir disminuyendo gradualmente dentro del mar. Hay algunas playas que tan pronto uno entra en el agua tienen una caída considerable, un bajón, que lo mejor es llegar a la orilla y de ahí mismo lanzarse de cabeza. Pero eso no es un balneario, aunque es bien divertido ver a la gente maniobrar esos bajones sin caerse. Una vez dentro del agua hay playas que tienen huecos, más bajones, eso sí es un problema porque si sucede donde uno apenas da pie es bien peligroso, sobre todo para los niños. Varadero, que nosotros recordemos, no tiene bajos. Al contrario, es tan gradual y leve la caída que uno puede entrar relativamente lejos de la orilla y aun sentirse cómodo con la profundidad.

Por último, pero tan importante como las demás cualidades, está el oleaje. Sí, las olas son bien agradables por un ratico, pero no hay quien dure mucho en ese golpeteo. Y como consecuencias del oleaje está la resaca, o corriente bajo la superficie, que lo lleva a uno lejos del lugar donde entró al agua y hay veces que hasta lo saca a lo profundo. Varadero, como lo recordamos, siempre estaba como un plato, calmado y apacible.

Con respecto al aire yodado, bueno, eso son virtudes de la orilla del mar y en parte es por eso que el balneario de mar es tan agradable. El sol es el mismo que de todo el Caribe, tropical que oscurece la piel al tono deseado sin traicionar. En otros lugares el sol le hace pensar que todo está bien y por la noche las quemaduras son de ir al hospital. No se nos puede olvidar la brisa marina. A no ser que haya un norte (temporal relativamente ligero de los vientos del norte que azotan de vez en cuando la costa norte de Cuba en invierno) o tal vez algo peor como un huracán (ya ahí la cosa sí es seria y de verdad que debe mantenerse lo más lejos posible de toda la costa), es la brisa tropical la que acaricia en esta playa.

Entonces vienen las atenciones y comodidades para el disfrute turístico, como los restaurantes cerca de la arena y los camareros que le llevan el almuerzo hasta donde uno esté. De esta no sabemos como será en la actualidad porque hace mucho tiempo que no visitamos nuestra playa favorita. Pero un día de estos, cuando menos nadie se lo espere, allí nos vamos a ir a dar un chapuzón.

Varadero no es la única playa en Cuba. Hay otras que por sus características propias tienen que ser reconocidas. Algunas de las más populares son: