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La Iglesia Parroquial y la Catedral de La Habana. Bandera de Cuba.

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Algunas notas basadas en las Actas Capitulares de La Habana y otras fuentes recogidas por Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de La Habana, en su obra “Los Monumentos Nacionales de la República de Cuba” Vol I “La Plaza de Armas Carlos Manuel de Céspedes, de La Habana” editada en 1957.


“La primera iglesia de La Habana: un bohio, la segunda: un edificio de cal y canto.”

“La destrucción de los Libros de Cabildos anteriores a 1550, a consecuencia del asalto, toma e incendio de La Habana por el corsario francés Jacques de Sores en 1555 nos impide conocer los pormenores de la construcción de la primitiva iglesia parroquial de esta villa en el tercero y definitivo lugar elegido, hacia 1519, para su emplazamiento.


“Las muy escasas noticias que de esa iglesia tenemos débense a datos existentes en el Archivo General de Indias en Sevilla, recogidos y publicados por la historiadora norteamericana Irene A. Wright en su Historia Documentada de San Cristóbal de La Habana en el siglo XVI.


“La primera iglesia de La Habana - dice -era un bohío. Consta que en 1524 le fueron destinados 32 pesos; desde el año 1519, por lo menos, se cobraban diezmos.


“Manuel Pérez Beato, en su Habana Histórica y Tradicional, afirma que


“el mísero bohío en que se celebraron los oficios divinos antes de 1550 tuvo su localización en el terreno que ocupa hoy el Senado (actualmente el Tribunal Supremo), que estuvo destinado a los Tenientes de Gobernadores en época del Gobierno español.


“Durante el accidentado gobierno del "muy magnífico señor Gobernador y justicia Mayor de esta Isla", doctor don Gonzalo Pérez de Angulo, fue destruido el bohío que servía de iglesia, iniciándose después de agosto de 1550 obras para la construcción de una iglesia de cal y canto que, según el propio Angulo al atribuirse la iniciativa de esas obras, "en cuerpo della tiene cien pies antes más que menos y la capilla mayor cuarenta pies y de ancho cuarenta pies". Miss Wright, que nos ofrece estos datos, agrega que la sacristía se encontraba a espaldas de la capilla y que a fines de noviembre de 1552 las paredes se hallaban a dos estados sobre el suelo. Los enemigos de Angulo sostenían que cuando él llegó a La Habana ya estaba empezada la iglesia y que él no había hecho sino entorpecer la obra, y lo acusaban también de haberse embolsado los fondos de aquélla. Angulo se defendía sosteniendo que empezó la construcción de la iglesia con trescientos noventa y cinco pesos que le entregó el mayordomo, más las limosnas recaudadas de los vecinos y transeuntes de la Villa. Mientras se construía la iglesia, parece que la misa se cantaba en el hospital, existente antes de 1538 aproximadamente en el sitio que ocupó años más tarde la iglesia de Santo Domingo.


“En el cabildo de 22 de agosto de 1550 que presidió el gobernador Angulo se nombró, a propuesta de éste, mayordomo para que tuviese a su cargo las cuentas de la obra de la iglesia, a Juan de Rojas; y en el cabildo siguiente, del día 29, los alcaldes ordinarios Juan de Rojas y Pero Blasco exhibieron la memoria de dicha obra y dieron cuenta de tener como fondos recaudados para ella 786 pesos de oro, "con los cuales les parecía que se puede comenzar muy bien la dicha obra é ansi propusieron se dé con toda brevedad comensamiento". La iglesia sería edificada "de piedra é teja é de manera que mejor é mas al servicio de Dios nuestro señor sea é pro é autoridad desta villa". En cabildo de 10 de octubre se sustituyó a Juan de Rojas, debido a "su enfermedad y ocupaciones que ha tenido e tiene", por Alonso de Aguilar, como mayordomo de la recaudación y recta distribución de las obras de la iglesia. El 31 se acordó comprar 8 negros para los trabajos de fabricación por creer más conveniente hacer esta obra de esta manera,


“é no a jornales ni destajo... e después de acabada la dicha obra los dichos negros queden por de la dicha iglesia para que se disponga dellos como más conviniere al provecho y utilidad de la dicha iglesia.


“El R. P. Francisco de Ledesma, "cura é vicario desta dicha villa ... hallose presente á este acuerdo é dijo que era muy bien acordado".


“En 1° de enero de 1553 no estaba aún terminada la parroquial, pues las elecciones de ese año fueron celebradas "en el hospital desta dicha villa donde al presente se celebran los divinos oficios".


“Asaltada la villa el 10 de julio de 1555 por el famoso corsario Jacques de Sores, valiente y experimentado marino que había sido almirante con Francois Le Clerq (Pie de Palo), el gobernador Ángulo huyó cobardemente, refugiándose en la aldea de indios de Guanabacoa, con su familia y algunos vecinos, por lo que el regidor Juan de Lobera tomó a su cargo la defensa de la población, rechazando heroicamente tres ataques de los asaltantes que se habían hecho fuertes, según copia Miss Wright, de los documentos inéditos del Archivo de Indias, en la ermita de la villa, derribando la bandera que los franceses habían izado allí, pero al fin Lobera, muy contra su voluntad, mas obligado por su gente, se rindió en condiciones honrosas, asegurándosele su vida y la de los suyos y el respeto al honor de las mujeres, ya que Sores se había asombrado del valor de Lobera, llegando a preguntar si era loco el que mandaba la fortaleza de la villa. Concertada una tregua para acordar la ascendencia del rescate, Ángulo la quebrantó, intentando, infructuosamente, sorprender a Sores, quien indignado por esa traición y por "los miserables mil pesos" que le ofrecieron los vecinos, prendió fuego a la población, destruyéndolo todo, inclusive la iglesia, quemando las embarcaciones que había en el puerto, y las estancias vecinas, colgando a los negros de ellas, ultrajando las imágenes de los santos y las sagradas vestiduras: así fué como se perdieron, en el incendio los archivos del Cabildo Habanero anteriores a 1550.


“En 5 de junio de 1556 recibió el Cabildo al clérigo Agustín Pérez, designado por don Fernando Uranga, obispo de Cuba, residente en Bayamo, para hacerse cargo de la iglesia parroquial; y el 25 de septiembre de 1556 nombró el Cabildo mayordomo de la iglesia a Antonio de la Torre, y atendió al pago de sueldo reclamado por el sacristán Rodrigo Martín.


“Hacia 1560, y ya gobernando la Isla, desde 8 de marzo de 1556, Diego de Mazariegos, el pueblo estaba aún sin iglesia, debido a la pobreza de los vecinos, y hasta se carecía de ornamentos y demás objetos necesarios al servicio religioso.


“En el acta del cabildo de 28 de mayo de 1574 hallamos la noticia de haberse terminado ese año la obra de la iglesia, reanudada tres años antes por el alcalde ordinario Gerónimo de Rojas Avellaneda, pues en dicho cabildo se tomó el siguiente acuerdo:


“que por cuanto la flota de que es General Francisco de Luxan está de camino para los Reinos de España que se escriba una carta por este Cabildo a Su Magestad haciendo relación del beneficio que ha recibido esta república e su Magestad servido de Gerónimo de Rojas Avellaneda de haber hecho obra tan señalada, como ha sido de cubrir e acabar la Santa Iglesia desta villa a su costa en que ha tardado tres años e gastado nueve o diez mil ducados,


“dándole también la villa poder al mismo Avellaneda para que gestionase en la Corte, a donde pasaba, "se haga merced a esta Isla de las cosas contenidas en un memorial que se le dará". En sustitución de Avellaneda se nombró alcalde ordinario por el resto del año a Bartolomé Cepero.


“Esta nueva iglesia ya no se encontraba en el lugar que ocupó en el primitivo bohío, sino en parte del sitio en que se levantó más tarde la Casa de Gobierno, pues desde 1559, según nos enteramos por el acta del Cabildo de 3 de marzo de ese año, se dió nuevo emplazamiento a la plaza de la villa, por ocupar el anterior lugar la fortaleza que se estaba construyendo, eligiéndose para emplazamiento de la nueva el espacio formado por


“cuatro solares tanto en ancho como en largo en que están los bujíos de Alonso Indio la calle en medio e quedo que hoy la estacasen para que ninguno se meta en ella a hacer casas.


“Ya en 1574 nos encontramos, según datos existentes en el Archivo de Indias, recogidos por la historiadora Wright, con la opinion del obispo Castillo sobre esta iglesia, "puesta en perfección a mucha costa". En 1575 dicho obispo proyectó la edificación de una torre y se inició la construcción de la sacristía y tribuna, contribuyendo el Rey con limosna de cal y ladrillo y el uso de una docena de esclavos de la Fuerza; pero aún la iglesia no tenía "ni retablos ni libros ni ornamentos ni campanas". Conseguida una campana, los vecinos quisieron tener tres más. En 1579 la renta de la iglesia no alcanzaba a quinientos ducados al año. Existían dentro del templo sepulturas que se vendían, teniendo sus propietarios el derecho, mientras vivían, de sentarse sobre ellas durante los servicios; pero el obispo Castillo se opuso a que las mujeres utilizasen en vida como asientos los sepulcros, aun poseyendo alguno, pues creía que aquellos asientos debían ser reservados para "personas ilustres que han tenido oficios preeminentes".


“Por esta época, las fiestas principales celebradas en La Habana eran las del culto católico, organizadas por la iglesia. La celebración de la misa los días festivos constituía un acontecimiento social de importancia, al que asistían las autoridades, tropas y vecinos. Las procesiones se realizaban con gran esplendor y solemnidad, con el aditamento de corridas de toros y juegos de cañas. Sólo la Parroquial mayor celebraba, según Arrate, 57 festividades religiosas en el año con vísperas, salvas, misas y sermones, y otros requisitos de "mucha gravedad y pompa".


“Casi un siglo después, refiere el propio Arrate, "la reedificó y amplió el señor obispo Don Juan de Santos Matías, con auxilio y limosnas de los vecinos por los años 1666".


“Se componía este templo en 1761, cuando Arrate escribió su historia,


“de un cañón principal y un orden de capillas a la parte del Norte, anchuroso y capaz, y aunque no a lo moderno, fué para aquella edad, como dice el maestro Gil González, noblemente edificado... tiene coro alto y bajo y un reloj en su torre... hay fundadas en ella siete cofradías... tiene esta parroquial dos curas beneficiados cuya renta excede de dos mil pesos, y dos tenientes que asisten por semanas para la administración de los sacramentos, un sacristán mayor que goza de casi igual renta que la de los curas, doce capellanes de coro y cuatro clérigos presbíteros para llevar las varas del palio siempre que Su Divina Majestad sale en público a visitar a los enfermos, con dotación de capellanías para esto; hay en ella cuatro mozos para el servicio de la sacristía y demás concerniente a la iglesia, los cuales y el teniente de cura asistente tienen habitaciones contiguas al cementerio de dicha iglesia.


“Entre los tesoros que poseía se contaba "un sagrario hermoso de plata que costó más de diez mil pesos y es, correspondiente a la lámpara mayor, que es muy exquisita y ostentosa", donado por Fr. Juan Lazo, quien la enriqueció de alhajas y de ornamentos y de un retablo dorado primoroso".



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Última Revisión: 30 de Diciembre del 2007
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