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San Lázaro en Los Cabildos y el Mendigo de la Parábola Bíblica en la revista Carteles del 15 de Diciembre de 1957, Cuba


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San Lázaro en la revista Carteles del 15 de Diciembre de 1957


Los Cabildos
y el Mendigo de la Parábola Bíblica
“por Gregorio Ortega”

Presentamos las “Los Cabildos y el Mendigo de la Parábola Bíblica” por Gregorio Ortega lo más fiel posible a como aparecen en la revista Carteles, edición que circuló el 15 de Diciembre de 1957.




“Los Cabildos y el Mendigo de la Parábola Bíblica”
“por Gregorio Ortega”

San Lázaro, el mendigo llagado de la parábola evangélica, el de las muletas y los perros, que fue santificado en Cuba por su identificación con Babalú-Ayé, el dios yoruba.

“La religión católica jamás santificó al mendigo de la parábola bíblica. Para la Iglesia, el único santo de ese nombre es San Lázaro Obispo, sin llagas y con mitra, que veneramos el martes 17. Pero eso no reza a Lázaro, el mendigo, la devoción de los cubanos, cuya causa hay que ir a buscarla en las tradiciones lucumíes.


“San Lázaro, el de las llagas, las muletas y los perros, tiene su origen en un pasaje de los Evangelios.


“Según el Evangelio de San Lucas, Jesús, que solía hablar en parábolas a las gentes, dijo un día a los fariseos: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacia cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de el, deseando hartarse de las migajas que cayeran de su mesa, lleno de llagas, y aun los perros venían y le lamían las llegas. Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno. Entonces el, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mi, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama. Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora este es consolado aquí, y tú atormentado. Y además de todo esto, una grande sima está constituida entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá".


“Sin embargo, la religión católica jamás santificó al mendigo de la parábola bíblica. Para ésta el único santo de ese nombre es San Lázaro Obispo, el cual aparece siempre en las imágenes sin llagas, tocado con una mitra y cubierto con una capa conforme a su jerarquía eclesiástica.


“¿Cuál es la causa entonces de devoción tan extendida en nuestro país de la figura del mendigo lacerado? Hay que irla a buscar a la equivalencia que los negros lucumíes persiguieron en sus dioses africanos con las imágenes cristianas. Para ellos personaje evangélico era Babayú-Aye, el "orisha" que cura a enfermos y protegía a los pobres. Y con este carácter colocaron su imagen en los altares que construían en sus cabildos y lo popularizaron.


Numerosos creyentes de San Lázaro suelen hacer la promesa de recorrer la carretera desde el pueblo hasta el santuario del santo de rodillas o arrastrándose.

“Los cabildos.


“Este sincretismo religioso empezó a producirse antes del descubrimiento de América. Su existencia está íntimamente ligada a la de los cabildos.


“Los cabildos surgieron en tiempos del rey don Alfonso el Sabio el cual "queriendo dar orden a las cosas civiles y eclesiásticas de Sevilla, dividió a sus moradores en gremios y clases, y quiso que entre sí fundasen hermandades y cofradías, tomando cada gremio algún santo por especial patrono, cuya capilla sirviese a sus juntas o cabildos".


“Ya en tiempos de Enrique III, alrededor de 1390, como nos dice Ortiz de Zúñiga en sus "Anales eclesiásticos y seculares de Sevilla", se permitía a los negros esclavos "juntarse a sus bailes y fiestas en los días feriados, con que acudían gustosos al trabajo y toleraban mejor el captiverio".


“En Sevilla hubo numerosos cabildos negros. Y en estas organizaciones que no eran meramente religiosas, ya que entre sus integrantes se designaba un "mayoral" que actuaba como jefe y juez de todos y con el cual se entendían las autoridades para todo lo que afectara a la cofradía, debió iniciarse la simbiosis religiosa. Los esclavos ocultaron sus creencias bajo apariencias católicas y siguieron adorando a sus dioses bajo nombres católicos. Y no debe olvidarse que en 1565 había cerca de quince mil esclavos en Sevilla.


“De Andalucía vinieron los cabildos negros a América, reproduciéndose la organización metropolitana dondequiera que hubo un núcleo apreciable de africanos. En el Perú existieron desde el siglo XVI según afirma Ricardo Palma en sus "Tradiciones Peruanas". El 10 de abril de 1573, a imitación de Sevilla, el Ayuntamiento de La Habana dispuso que a la procesión del Corpus Christi asistieran todos los negros horros "que se presten a ayudar la dicha fiesta".


“En Cuba, los cabildos fueron asociaciones de negros procedentes de la misma nación. Así hubo tantos cabildos como nacionalidades africanas enriquecieron los cargamentos de esclavos traídos a nuestro país. Pichardo en su diccionario, dice así, explicando lo que era un cabildo: "Reunión de negros y negras bozales en casas destinadas al efecto los días festivos, en que tocan sus atabales y tambores y demás instrumentos nacionales, cantan y bailan en confusión y desorden con un ruido infernal y eterno, sin intermisión. Reúnen fondos y forman una especie de sociedad de pura diversión y socorro, con su caja, capataz, mayordomo, rey, reina, etc."


“La elección entre los congos del jefe del cabildo se hacía el día de reyes, en una junta celebrada después de tres días de vela y ceremonias a San Antonio, al cual "le daban comida". (San Antonio es el santo patrono de Portugal, cuya hegemonía en el Congo fue intensa. Los congos al catolizar externamente sus creencias, se hicieron adoradores del santo de sus amos). Escribían un signo correspondiente a cada candidato en sendos papeles, lo metían en un güiro hueco y a la suerte salía el favorecido, cuya designación por cuatro años era recibida con aplausos, gritos y ruidos de cencerros. El rey no era reelegible.


“El Día de Reyes el "rey congo" vestía casaca galoneada y vistosos pantalones, sombrero de dos puntas, alto bastón borlado, anchas y chillonas bandas cruzadas sobre el pecho, condecoraciones y espada al cinto. Además llevaba un manto real sobre sus hombros y portaba un cetro. Durante el año era el que custodiaba los fondos de la sociedad y el que imponía multas a sus súbditos. Su muerte era un acontecimiento social y hasta se guardaba cierta cronología en la denominación de los monarcas electivos. Bacardí en sus "Crónicas de Santiago de Cuba" nos habla de la muerte en 1848 del rey congo José Trinidad XXXV, en Santiago de Cuba, al cual se le hizo un solemne entierro.


“El rey o capataz era responsable ante las autoridades por las faltas que cometían sus subordinados. Sabemos, por ejemplo, que en 1813 se impusieron multas a tres capataces de cabildos por haber estos encendido candeladas en la calle.


“Algunos cabildos llegaron a tener fondos cuantiosos y hasta adquirir inmuebles para establecer su domicilio. A partir del Bando de Buen Gobierno y Policía de 1792 se les obligó a trasladar sus locales para las casas situadas en las orillas de la ciudad, frente a las murallas, y celebrar sus actos solamente los domingos y fiestas de guardar.


“Al prohibírseles a instancias de la iglesia católica sacar sus fetiches a la calle, aceptaron un santo patrono del santoral católico, al cual trasmitieron toda la potencia de sus ídolos. En 1598 se constituyó en La Habana la cofradía de Nuestra Señora de los Remedios por los negros de nación "zape" en la iglesia de Santo Domingo. Y pronto todos los cabildos se convirtieron en cofradías incorporadas a las diversas iglesias parroquiales.


“En los primeros siglos de la colonia los cabildos salían a la calle con sus imágenes, atabales y demás instrumentos a celebrar sus festejos. Pero, por el Bando de Policía de 1792 se les prohibieron estas incursiones por la ciudad bajo severas penas. Un nuevo Bando de 1842 los autorizó a salir con permiso del gobierno y les concedió celebrar el día de los Santos Reyes la diversión conocida con el nombre de "diablitos".


“El 6 de enero de 1884 fue el último Día de Reyes que salieron los cabildos a la calle. Un bando del Gobierno Civil Provincial dictado el 19 de diciembre de ese año terminó para siempre con esta costumbre.


Las imagenes del Cabildo de Susana son llevadas en andas por las calles de Regla, el ocho de septiembre, día de la patrona del pueblo.

“El Olimpo Yuruba.


“Si los cabildos, de tan honda tradición española, sirvieron para que los negros esclavos reprodujeran en América su organización tribal africana; su conversión en cofradías religiosas bajo la protección de un santo patrono, les permitió ocultar mejor la supervivencia de sus creencias fetichistas. Esto no fue muy difícil para los lucumíes.


“Al llegar los cargamentos de ébano a las plantaciones, eran formados en fila. Un cura los bautizaba con unos golpes de hisopo y les colgaba del cuello unas planchitas de lata con el nuevo nombre católico dado a cada uno. Para aquellos hombres que no entendían la lengua en que hablaba el cura, ni tenían el más elemental conocimiento de la religión católica, aquella ceremonia no era sino un exorcismo verificado por el "babalao" blanco y la colocación de un amuleto.


“Un etnólogo ha afirmado que en toda concepción religiosa por primitiva que sea existe un principio de monoteísmo. Olorun es el dios supremo de los yorubas, carece de imagen, no se le rinde culto y su nombre no se debe pronunciar. Los fieles deben comunicarse con este Dios por conducto de divinidades secundarias llamadas "orishas" (en Cuba se les conoce corrientemente por "santos"). En primer lugar se encuentra una trinidad (análoga a la brahmánica, a la egipcia y a la católica) integrada por Obatalá, creador del hombre, Changó, dios del rayo y el trueno, caudillo de guerras, e Ifá, el dios del porvenir, el revelador de lo oculto. Luego viene una larga teoría de divinidades menores: Ogún, dios de los metales, la guerra y la lucha, Yemayá, diosa del mar y de las aguas; Babayú-Aye, dios de la medicina y protector de los pobres... hasta llegar a Eleguá, el dios del mal, el dios de los daños no específicos, que se debe colocar detrás de la puerta.


“En los barracones de los ingenios y en las cofradías de las poblaciones, bajo el látigo de la esclavitud que obligaba a aceptar las creencias de los amos y a ocultar las propias, comenzó a producirse en la mente y los ritos de los negros esclavos la conciliación de ambas religiones. Con ello se reproducía un proceso que se había operado muchos siglos antes en la cuenca mediterránea. Al convertirse el catolicismo en religión oficial del Estado Romano transigió con muchas concepciones paganas y aceptó buena parte de sus prácticas y creencias. Así el monoteísmo hebraico se vio rodeado de una trinidad y de una larga serie de santos, patronos y abogados celestiales para todos los intereses humanos, desde San Antonio, procurador de las jóvenes casaderas que le piden un novio, hasta San Expedito o Santa Rita, que lo son de los imposibles. Fernando Ortiz afirma que todavía puede verse en la Catedral de Pisa una antigua estatua de Marte, adorada bajo la advocación de San Efeso. La nueva religión bautizó con el nombre de un santo cada uno de los antiguos dioses y les conservó su función protectora de oficios y profesiones. Además tomó sus títulos jerárquicos (pontifex, economus, presbiterus, diaconus, etcétera), y muchas de sus prácticas y símbolos como el rosario, el agua bendita, el hisopo, el incienso, las medallas, los escapularios, los detentes, los ex votos, los cirios, la tonsura, los trajes talares y hasta el misterio de la maternidad virginal.


“Por un camino similar los esclavos tradujeron a la lengua blanca sus creencias negras. Así Obatalá, el primero y más grande de sus "orishas", que etimológicamente significa según Bowen (citado por Fernando Ortiz) "el rey de la blancura y la pureza", se llamó Santísimo Sacramento o Nuestra Señora de las Mercedes; por tener la imagen de Santa Bárbara una espada en la mano y estar su figura corrientemente rodeada de artefactos bélicos -es la patrona de los artilleros en España-, fue identificada con Changó, el dios guerrero; las dos llaves celestiales que San Pedro tiene en las manos y que fueron confundidas por los negros con fetiches de hierro, sirvieron para que se le asociara con Ogún, el dios de los metales; Yemayá. la diosa del mar, resultó ser la Virgen de Regla, que flota sobre las aguas y tiene su santuario junto a la bahía habanera; Eleguá fue asimilado a las Animas benditas del Purgatorio y generalmente al Anima Sola, debido a la frecuente superstición que considera de hecho a las almas que purgan sus culpas en aquel lugar dogmático con carácter de divinidades secundarias; así se invoca la ayuda de las almas benditas y se reza por ellas para que las infelices expíen más prontamente sus pecados y una vez alcanzada la gracia divina paguen a los vivos las oraciones con que fueron favorecidas mientras gemían en el fuego del Purgatorio, con otros favores más o menos celestiales impetrados directamente por ellas de la divinidad superior. Esta superstición tiene su expresión concreta en el Anima Sola que se coloca detrás de la puerta para impedir la entrada de los genios maléficos. Y por último -citarlos todos haría la lista interminable- Babayú-Ayé, el dios de las curaciones milagrosas, fue identificado con el mendigo llagado de la parábola evangélica, San Lázaro. Tal vez porque era la estampa de la enfermedad y la miseria.


El 17 de diciembre, día de San Lázaro, se llena de devotos su Santuario situado en el Leprosorio de Rincón.

“Los cabildos de Regla.-


“La mayoría de los cabildos en que se produjo esta fusión religiosa, se extinguieron a fines del siglo pasado. Hoy, que sepamos, sólo se conservan los cabildos de Susana y de Pepa en el pueblo de Regla. En el resto de la isla los cabildos han desaparecido totalmente.


“Los cabildos sacan a recorrer la población cuatro imágenes: las de las vírgenes de las Mercedes, de Regla y de la Caridad y Santa Bárbara, o sea, Obatalá, Yemayá, Ochún y Changó. Las del Cabildo de Susana van en andas, para ser transportadas sobre los hombros de los creyentes, las del Cabildo de Pepa, más pequeñas que las anteriores y encerradas en urnas, son llevadas en parihuelas.


“Las imágenes son conducidas al santuario de la Virgen de Regla la víspera, allí pasan la noche, y al día siguiente, el párroco les ofrece una misa cantada. Luego los fieles las sacan dando siempre la cara al altar mayor. Ya en la explanada ante la iglesia, giran y las llevan ante el mar. Desde que sale la primera santa comienzan a tocar los tambores. Los tocadores se incorporan al desfile detrás de la Virgen de Regla, que es la última en salir. Los cabildos utilizan en sus ceremonias tambores batá. En el centro se coloca siempre el mayor, el illá, que se caracteriza por los cascabeles y las campanitas que rodean sus extremos llamados ichagoró; a sus lados van el ocóncolo, que es el más pequeño, y el omelencó. Los músicos tocados de enormes sombreros de paja hacen sonar sus instrumentos con la palma de la mano o la yema de los dedos.


“Las Vírgenes de Regla de los cabildos "saludan" dos veces el mar: en la Antigua Carbonera y en el Emboque. En este último lugar es donde la ceremonia es más interesante. La colocan en el muelle frente a la bahía, a sus lados se sitúan las otras vírgenes y santas. Una señora se adelanta y arroja al agua una cesta con panes y frutas. Luego, la Encargada del cabildo "como un obsequio a la virgen del mar" vacía tres botellas: una de melado, otra de miel de abejas y otro de láguer; sacude un trapo blanco y recoge varios pedazos de coco del suelo que alza en sus manos pidiendo en un murmullo inaudible protección y suerte, al final los arroja también a las olas.


“Ahora las imágenes se irán deteniendo ante todas las casas que lo soliciten. El desfile, como una serpiente, se moverá por las calles estrechas, a veces empinadas, a veces tortuosas, del viejo pueblo, y en más de una ocasión la cabeza se encontrará con la cola al dar la vuelta a una manzana. El percutir de los tambores se irá haciendo alucinante con las horas, ya que el recorrido dura hasta las seis de la tarde.


“Las canciones africanas que los acompañan y les sirven de fondo irán enardeciendo los ánimos.


“Vistas de lejos las cuatro imágenes parecen bajeles navegando en un mar picado. Oscilan a un lado y a otro, sobre las centenares de agitadas y convulsas cabezas, como si ellas también hubieran aprendido el pegajoso ritmo. Todo baila, todo canta, los destellos del sol en los mantos dorados, la risa en los ojos de las negras.


“Las anchas portadas y las ventanas enrejadas de las antiguas casonas se abren a su paso. Y ante aquellas que lo deseen se repite la ceremonia de "tirar los cocos". La señora de la casa se ha ocupado ya de colocar un jarro de agua y un plato con pedazos de coco en el umbral. La Encargada, seria, majestuosa, se para ante el y con una mirada ordena detenerse el cabildo.


“-¿Que santa? -pregunta una ahijada que desconoce las creencias de la casa ante la cual van a oficiar.


“-Obatalá -responde la Encargada. Y la Virgen de las Mercedes es depositada en tierra frente a la casa. Los tambores y el cantador entran en la casa y elevan una música suave, de invocación. La Encargada del cabildo coge los pedazos de coco, en silencio, concentrada, los muerde; riega agua en el suelo, con las manos cerradas hace señas a la casa y a la santa que está en la calle; alza el rostro al cielo en una súplica muda que hice presentir una plegaria y tira los cocos al suelo. ¡Magnífico, este año tendrá buena suerte el hogar, los cocos han caído con la masa blanca para arriba, Obatalá les ha sido propicia!


“La Encargada vierte el jarro de agua sobre el umbral y abraza a la dueña de la casa.


“En el Palacio del Ayuntamiento, con las sirenas de los carros de los bomberos aullando al fondo del edificio, se reitera la ceremonia. Pero ahora lo que se inquiere es la prosperidad para todo el pueblo.


“El primer cabildo llega a las dos y media de la tarde al cementerio. Las imágenes quedan fuera en medio de centenares de manos que agitan ramas de paraíso sobre las cabezas para alejar todo daño. La Encargada penetra en el para dar cuenta a Oyá de la salida del cabildo y pedirle que lo proteja y lo libre de todo mal. Después baila sola, a la música de los tambores, para "limpiar" a todos los presentes. Al atardecer, con las últimas luces, regresan las imágenes a los domicilios de los cabildos. El rito centenario ha terminado. Los tambores batá son arrinconados y las vírgenes y santas, desmontadas de sus andas y parihuelas, tornan a sus altares. El silencio vuelve a apoderarse de las calles angostas y empinadas.


Tocadores de tambores batá que acompañan las imágenes de los cabildos de Susana y Pepa en su recorrido por las calles de Regla el ocho de septiembre.Los tambores batá son tres, llamados illá, omelenco y ocóncolo.

“Conclusión.


“El próximo 17 de diciembre, día de San Lázaro, la carretera que conduce a su santuario en el Leprosorio del Rincón, se llenará de una multitud jadeante, de personas que recorren el camino hasta el pie de la imagen de rodillas, de hombres y mujeres que van a cubrir de ex votos el santo.


“Y esta turba ansiosa irá en busca del mendigo llagado, del mendigo de las muletas y los perros del relato bíblico, de Babayú-Ayé, el dios que curaba a los enfermos y protegía a los pobres, de los antiguos pueblos negros de las riberas del Níger.



Santuario de San Lázaro en Rincón

La Virgen de Regla en Regla





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Última Revisión: 1 de Marzo del 2005
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