Guije.com Prodigiosos inventos aerostáticos divulgados en nuestra capital el año 1862 en la revista Carteles que circuló el 11 de Mayo de 1952

Inventos Aerostáticos en Carteles del 11 de Mayo de 1952, Cuba


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Inventos Aerostáticos, Carteles del 11 de Mayo de 1952


Inventos Aerostáticos
Carteles
11 de Mayo de 1952

Tratamos de reproducir el artículo “Prodigiosos inventos aerostáticos divulgados en nuestra capital el año 1862” por Cristóbal de La Hababa lo más fiel posible a como aparece en la revista Carteles, edición que circuló el 11 de Mayo de 1952. Hacemos arreglos mínimos para actualizar la acentuación ortográfica.



Prodigiosos inventos aerostáticos
divulgados en nuestra capital el año 1862
“Por Cristóbal de La Hababa

Portada de la segunda edición del folleto publicado en La Habana sobre aerostación, el año 1862, por don Ubaldo Pasarón y Lastra: en Prodigiosos inventos aerostáticos divulgados en nuestra capital el año 1862

“La historia de la aerostación en Cuba no solo tiene, como ya hemos presentado en trabajos anteriores, intrépidos aeronautas que durante el siglo XIX realizaron, en La Habana y otros lugares de la Isla, espectaculares ascensiones que constituyeron el asombro y esparcimiento de millares de personas, sino que, además, debe recoger y divulgar la existencia de varios inventores, de aparatos aerostáticos. Es el primero, el vecino de La Habana, natural de España y capitán de infantería, don Ubaldo P. Pasarón y Lastra, según aparece del folleto publicado en esta ciudad, en la imprenta de la viuda de Barcina y Compañía, calle de la Reina número 6, el año 1862, con el título Pilotage Aereonáutico.


“De la portada de ese trabajo, tomada del ejemplar que posee nuestro amigo el doctor Andrés Terry, ofrecemos una fotografía.


“Como el lector verá, la obra tuvo excelente aceptación por parte del público cubano, pues llegó a alcanzar una segunda edición, "corregida y ampliada", que se vendía, "en todos puntos con los bosquejos", a $1.


“Tan orgulloso se consideraba don Ubaldo Pasarón y Lastra de su invento, y tan realizable lo estimaba, que él mismo se había otorgado el título de "Descubridor de la Navegación Atmosférica".


“¿Era en realidad un científico o un charlatán?


“El lector podrá juzgarlo por la información que inmediatamente le ofrecemos.


“En el folleto mencionado, se expresa que el 23 de mayo de 1862, don Isidro Wall, conde de los Armildes de Toledo, en su carácter de intendente general de Ejercito y Real Hacienda de la Isla de Cuba, expidió certificación de haberle sido presentado en ese día, "por su autor e inventor don Ubaldo Pasarón y Lastra", un pliego cerrado en papel sellado, que dice el interesado contiene "el modelo dibujado y plano de explicaciones de una máquina nueva cuyo introducción solicita, que es aérea, para trasladar lastres y hombres".


“Digamos que, ratificando la efectividad de su descubrimiento, según ya expusimos, manifiesta el capitán Pasarón y Lastra: "creo haber inventado, para gloria envidiable de España, del ejército y gloria y también interés de mi persona, la navegación aerostática".


“Consideraba el capitán Pasarón y Lastra que este medio de transporte podía ser "utilísimo en Cuba para los cargamentos de los ingenios hasta los puertos o almacenes, por lo breve y económico, mucho más cuando los vientos fuertes no son permanentes en su clima", y resolvía el problema del traslado de la carga, a falta de caminos.


“En la Gaceta de La Habana, de los días 24 y 29 de abril dio a conocer el capitán Pasaron y Lastra su sensacional invento, a fin de advertir a los que tratasen de usurpárselo -"gobierno o pueblo"- "contra sí irá, puesto que ataca el derecho individual", y también lo divulga por la prensa habanera, "para que esta gloria, como las españolas de difusión de pólvora, artillería e imprenta, invento de balsas marinas de guerra, cañones Paixhana o Robiro, telégrafos por Salvá, etc., etc., un día no nos sea usurpado por otras naciones".


“Tuvo Pasarón y Lastra la desgracia, tan común a todos los genios, de no ser comprendido y de que se tratase de arrebatarle la originalidad de su invento. Pero contra esos malandrines, arremetió, lanza en ristre, en defensa de su gloria como inventor excelso.


“Y refutando, desde las páginas de la Gaceta de La Habana, a un señor que ocultándose con las iniciales J. P. B., lo censuró en la Revista Militar, aprovecha la oportunidad para manifestar que "prescinde de las miserables críticas, ajenas a la ciencia, que hoy van apareciendo en ciertos papeluchos de esta ciudad, mal llamados periódicos", devolviendo así, despreciativamente, esos "audaces tiros de la ignorancia y la envidia de los actuales hombres, ya que hoy no podemos vivir sino atacados o atacando, y el modo más risible acaso, pero el más sencillo y sublime por consiguiente, es emanciparse de los dolos ajenos por la casi instantánea trasmigración". Y termina, afirmando: "Es la última vez que me ocupo del asunto mientras razones científicas no me obliguen a repetirlo".


“Pero el capitán Pasarón y Lastra vio compensados sus desvelos científicos aeronáuticos. con el homenaje público que le tributaron sus amigos y admiradores, "consistente en una cena de muchos concurrentes de La Habana", en la que el coronel don Francisco Montaos, "después de renunciar la dirección, que ejercía, del periódico Prensa de La Habana, brindó con la improvisación de los siguientes versos:


“Desde Suez hasta Pekín, desde el Amur al Guadiana, al Norte desde La Habana y desde el Sur a Bafín; desde Antártica a Dublín; y desde Australia hasta Annobón irá y a todo confín el globo de Pasarón.


“A lo cual contestó el glorificado inventor:


“Cuando mi globo se eleve surcando esos horizontes salvando mares y montes con aguas o eterna nieve; no fue Ubaldo Pasarón, diré, quien dio tal invento ha sido el gran sentimiento del orbe en su corazón.


“También recibió los aplausos de otro genio inventor de La Habana -Augusto Argonauta- quien en La Prensa publicó un comunicado en el que decía que "concluyendo estaba de dar la última mano a mi sistema de navegación aérea con rumbo fijo, cuando me quedé sorprendido al observar que otro sujeto me había ganado por la mano, presentando al juicio del público una ingeniosa combinación que reconozco superior a la mía bajo todos conceptos".


“En seguida desistió de finiquitar su invento. Pero "émulo de la gloria de tan afortunado inventor, me dediqué de día y de noche a perfeccionar otro descubrimiento no menos importante y que acusará en el mundo una verdadera revolución". ¿Cuál era ese maravilloso descubrimiento?


“Pues... ¡pásmate, lector, accidéntate, cocorícate!


“Utilizar el rinoceronte como globo aerostático, montado sobre el cual, "cualquier persona podrá dirigirse a todos' los puntos del globo en muy breve tiempo y sin los peligros de los globos aerostáticos".


“La razón de su invento no podía ser más científica.


“Oigamos a Augusto Argonauta:


“"Según un sabio autor de varias obras de botánica aplicada a la diplomacia, el rinoceronte tiene la propiedad de batir las patas y de levantar el rabo tan luego como pierde el punto de apoyo, o es suspendido en el aire". Sobre esa propiedad del referido animal - declara-"he fundado mi prodigioso sistema". Suspende el rinoceronte con una gran polea, también por él inventada, de 100 a 150 varas sobre el nivel del mar, según las estaciones 1o requieran. Coloca en cada pata las alas, que serían de piel de cochino, "por la propiedad que tienen de repeler la electricidad". Del rabo, sujetaba dos riendas, para la dirección del rinoceronte-globo, que manejaría alguno de los pasajeros, "a guisa de timonel". Lanzado el animal al espacio, "se le verá sostenerse en el aire con el movimiento constante de sus cuatro remos, dirigiéndose con la velocidad del viento al punto donde el timonel lo dirija con las riendas sujetas al rabo".


“No escapa al genio de Augusto Argonauta, previsión alguna, pues para el caso de que el rinoceronte falleciera encontrándose en los espacios, bastaba aplicarle _por la boca u otro conducto, "una composición química formada con el cadáver del moscardón de Alejandría (musca pillacea de Linneo)"; y esos polvos, disueltos en agua del mar, que tienen la propiedad "de convertir en oxígeno instantáneamente los intestinos y demás partes blandas del rinoceronte, de suerte que hinchándose su clásica piel a manera de globo se sostiene en el aire lo suficiente para ir descendiendo poco a poco, pero con la doble ventaja de que si cayese al mar haría las veces de bote salvavida".


“-No, lector; no es una burla mía, ni siquiera una burla de Augusto Argonauta al capitán Ubaldo Pasarón y Lastra, pues este incluye ese comunicado en su folleto, como un reconocimiento de su fantástico invento, y en testimonio de gratitud a su perínclito colega.


“Pero el invento de Augusto Argonauta tenía una segunda parte que éste califica de "lo más prodigioso", el "último perfeccionamiento" del mismo: "al introducirse por la boca del animal, por la nariz o por cualquier otro conducto, el agua salada produce un fermento y por medio de la creación espontánea, se reproducen millones de animalillos de figura de garrapatas, pero con aletas como los pescados, y con su movimiento natural e instintivo conducen el rinoceronte salvavidas al puerto más próximo".


“Anunciaba, finalmente, Augusto Argonauta que "por el vapor correo de la Península he encargado varios rinocerontes a los mares del Polo, solicitando un privilegio de invención de todas las naciones, y con estos elementos aseguro a usted, señor redactor, y al público en general que se hará una revolución en todas las naciones marítimas".


“El señor redactor de La Prensa encabezó con esta nota el comunicado de Augusto Argonauta: "Estamos en la época más fecunda en inventos maravillosos que han existido desde el Diluvio acá. Acabamos de recibir una correspondencia que los sabios leerán con admiración y a todos les producirá una complacencia deliciosísima. Hela aquí sin ningún comentario porque no lo necesita".


“Otro inventor se presentó en escena a competir con Pasarón y Argonauta, según aparece de un suelto publicado en El Siglo del 4 de junio: Vicente Arnao, "joven de esta ciudad", quien "fundándose en la aplicación de los principios más demostrados de la física y la mecánica resolverá uno de los grandes problemas de la época: la dirección a voluntad en la navegación aerostática". Su invento "hacía innecesario para elevarse en la atmósfera el uso de globo, pues por medio de unas ruedas aspadas que giran en sentido horizontal hendirá el espacio hacia arriba, mientras que otra rueda, girando verticalmente en combinación con una especie de proa servirá para comunicar la dirección al aparato".


“¿No es Arnao el precursor del helicóptero y el aeroplano?


“Terminemos ya, pues los lectores deben sentirse algo fatigados ante tales y tantos prodigiosos inventos que aparecieron en esta ciudad de San Cristóbal de La Habana, el año del Señor de 1862.


“¿Do fueron a parar esos inventos y sus inventores?


“Que sepamos, ninguna noticia nos ofrece la historia que nos permita contestar a esas interrogaciones.


“Sí podemos decir, como final de esta crónica de antaño, que el capitán Ubaldo Pasarón y Lastra, según aparece en su folleto, dirigió dos memoriales a S. M. la reina de España. En el primero, aclarando que sus apellidos eran: Pérez Pasarón y Rodríguez Lastra, y que contaba 35 años de edad, después de enumerar las numerosísimas obras por él escritas, y presentarle sus tres inventos, solicita se le expida "certificado de propiedad de dichas publicaciones y el derecho de invención de aquellos tres usos y descubrimientos". Y en el segundo, "para la defensa y sostén de su persona e individuo, hoy desamparados contra los ataques de la audaz agresiva envidia y la voraz miseria", aunque tasa en ciento veinte millones de pesos fuertes el valor del globo por el inventado, está dispuesto a venderle a España en "solo veinte millones de pesos fuertes dicha máquina aérea (bien para correos solamente) según su derecho de privilegio durante los diez años de su propiedad con las solas cláusulas de que no pase de un real de vellón cada carta a cualquier distancia y haya un flotante correo universal cada semana", quedando luego al libre dominio público universal.


“No cabe duda alguna de que, además de inventor extraordinario, Pasarón y Lastra era un meritísimo benefactor de la humanidad.


“No sabemos qué respuesta dio la Reina a los memoriales de Pasarón y Lastra.”






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