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“DOS HISTORIAS DE FE”

La Caridad del Cobre, patrona de la isla de Cuba, y la Virgen de Regla, patrona de la Bahía de La Habana, son dos de nuestras más adoradas y milagrosas imágenes. En el artículo que hemos encontrado en esta edición de Bohemia se relata, sin entrar en demasiados detalles, la historia de las dos imágenes. También se mencionan sus respectivos nombres en la Regla de Ocha.

Presentamos el artículo DOS HISTORIAS DE FE por Alberto Baeza Flores de las imágenes de la Virgen lo más fiel posible a como es presentado en las páginas 64 y 65 de la Bohemia publicada el 8 de Septiembre de 1957; Año 49, Número 36.






DOS HISTORIAS DE FE
Por Alberto Baeza Flores

Caridad del Cobre

Una alborada de hace tres siglos

Ocurrió hace más de tres siglos. Para ser más exactos una madrugada de 1628. El hombre de poca fe dirá que todo fue cosa del destino. El creyente afirmará que fue un milagro. Dirá más: que fue una revelación hecha a un pueblo.

Desde aquella mañana de 1628 han sucedido muchas cosas, pero la devoción ha crecido. Lo acontecido en la Bahía de Nipe arde como una llama inextinguible. Las olas trajeron la imagen y el pueblo ha levantado, ahora, para reverenciarla, un oleaje de cirios. La aparición fue realmente maravillosa.

Eran dos hermanos humildes y laboriosos. El mar les había llamado como un destino. Las rudas faenas marinas habían moldeado el carácter de Rodrigo y Juan de Hoyos. Eran fuertes y sencillos. No tenían más tesoro que su trabajo humilde y su fe. Conocían las tormentas del mar y las injusticias de esas otras tormentas que desencadenan los hombres. Se habían lanzado al mar en un frágil bote. Llevaban un compañero, que era ayudante y protegido: Juan Moreno. Un muchacho pobre y negro. Rodrigo y Juan eran aindiados, dos criollos modestos en lucha contra la adversidad.


El encuentro asombroso

Las olas se encabritaron, el mar rugió más fuerte. Ellos iban en busca de sal y las olas bravías les prometían la muerte. Es necesario imaginar aquella escena: Los hermano Hoyos, habituados al mar, advierten que la tempestad hará trizas a la diminuta embarcación.

El rostro del muchacho Juan Moreno ha de haberse puesto muy grave. El muchacho era valiente, pero el mar imponía no sólo respeto sino pavor. Los tres viajeros han de haber sentido ese terror que invade a los hombres que en una especie de cáscara de nuez se enfrentan a una tormenta. Remaban hacia algún refugio. La bahía de Nipe es como un pequeño mar encerrado. La vista se pierde y las distancias sobrecogen. Agua e inmensidad. Entonces ha de haber brotado esa oración fervorosa de la fe para que fuera calmada la tormenta.

Los que navegaban hacia la muerte advirtieron, de pronto, que la tormenta cesaba como si una mano encantada hubiera apaciguado a las olas. La noche había sido dura, fatigadora, casi la última de sus vidas, pero he aquí que el amanecer traía no solamente reposo a la tormenta sino confianza a los corazones.

Rodrigo de Hoyos pidió que el esfuerzo fuera redoblado. Quería acercarse a aquello que flotaba sobre las olas, como un ala o un símbolo. La imagen navegaba con cierta levedad celestial Parecía un ave marina, pero tenía una majestad luminosa. Cuando las manos de Rodrigo de Hoyos tocaron la imagen santa el rostro del pescador se iluminó ante una inscripción elocuente:

“Yo soy la Virgen de la Caridad”, decía el mensaje inesperado. Juan de Hoyos y Juan Moreno comprendieron que estaban frente a un milagro.


Explicación y símbolo

Símbolo singular el de aquella mañana. La virgen se apareció a los hermanos de Hoyos y a Juan Moreno como representativos de un pueblo. Los tres, pertenecientes a las clases más laboriosas y sufridas de la Isla. Los tres pobres y explotados. El color aindiado de los hermanos Hoyos los evidenciaba originarios de la Isla. En las estampas conocidas, fieles a la tradición y a la escena histórica, siempre aparecen Rodrigo y Juan de Hoyos con una tonalidad nativa. ¿Y qué decir del muchacho que les acompañaba? He pensado, más de una vez, que aquel Juan Moreno bien pudo llamarse Juan Pueblo o Juan Cuba.

Es un muchacho de unos diez años En las estampas de la Virgen hay temor en el rostro del niño, y las manos imploran. Una ola rompe junto al pequeño bote, con amenazadora furia. Y es que el artista popular quiso significar así la tormenta por donde ellos cruzaron antes de hallar a la imagen santa. La Virgen de la Caridad surgida ante el pueblo, después de una tormenta, acentúa así su condición de aliviadora de temporales, de consoladora de los afligidos, de amparadoras de los náufragos. El pueblo sabe que no son solamente las tormentas materiales las que azotan. En 1865 la Virgen de la Caridad fue devoción. Y lo fue en los años siguientes y en 1895. Lo ha sido después. Para las tormentas morales, para las angustias de la patria, la Virgen de la Caridad ha continuado siendo Norte y estrella.

Después que encontraron la imagen, los tres pescadores la fueron cargando hasta llevarla a sitio seguro. Luego, más tarde, fue trasladada hacia una de las estribaciones de la Sierra Maestra, donde ahora se encuentra. Su templo natural es una corona de montañas y allí, en el Oriente gallardo y bravío, la virgen morena es símbolo amparo. A ella sube, a veces de rodillas, la fe de un pueblo. Es la Virgen prieta, la Virgen cubana, aparecida en el mar como una flotante estrella.

No se presentó a un personaje importante de la Isla, ni a un eclesiástico de significación, al dueño de las minas o al propietario de alguna de las grandes haciendas contiguas a la bahía de Nipe, sino a dos hombres del pueblo y a un muchacho. El pueblo comprendió la significación, por eso ha hecho tan suya esa devoción y tan recia esa fe.

El señor Arzobispo de La Habana el día que fue a ofrendarle a la Virgen, en su Santuario, la corona de oro de un pueblo, dijo ante la santa imagen: “Levantad los ojos y mirad, Reina de Cuba. Vuestros hijos vienen de lejos. Desde las llanuras de los Remates de Guane: desde las estribaciones de la Sierra de Maisí... desde las aguas del estrecho que ilumina el faro de San Antonio”... Desde todos los sitios acuden los peregrinos. Y la pequeña y milagrosa Virgen los recoge a todos, porque sabe que, en el dolor, son todos hermanos, como son todos hermanos en la angustia y en la esperanza.

Origen de la Virgen de Regla

La Bahía de Nipe encontró en la Virgen de la Caridad su reina celestial- La Bahía de La Habana iba a encontrar en aquel mismo siglo XVII su protectora: la Virgen de Regla. Hasta los años parecen hermanarse: 1628, para la aparición de la Virgen de la Caridad. 1696 para la llegada de la Virgen de Regla a su pequeño templo, tres años después del derrumbe del santuario por el paso del ciclón de San Rafael.

La Virgen de la Caridad se apareció a los pescadores. La Virgen de Regla fue el símbolo que fue a hacer tallar en España, un feligrés que quiso que en el reconstruido santuario se venerara, en forma de imagen fiel, aquella Virgen que fue mandada tallar en el siglo V por el Obispo de Hipona, inspirado por una revelación. El Obispo era originario del Africa y en sueños recibió el mandado de hacer tallar una imagen de una virgen morena. Las invasiones de los bárbaros no pudieron contra esta imagen pequeña y fue conducida a Cádiz, donde la Virgen encontró su santuario.

Virgen de Regla

El historiador de Regla, Don Eduardo Gómez Luaces, ha recogido otro momento de mucha emoción en esta histórica imagen. Cuando los árabes invadieron la Península. La imagen de la Virgen de la Regla de San Antonio o Virgen de Regla fue escondida en un pozo secreto, por el prior del convento que la guardaba. El pozo fue tapiado y el prior murió. Pero he aquí otro milagro: un religioso en la primera mitad del siglo XVI recibió una revelación en sueños. La segunda que se refería a la imagen sagrada, que había sido creada gracias a un sueño. Esta vez el religioso supo, por esa revelación divina, el sitio donde había sido escondida la imagen. El dueño de aquellas tierras cedió su castillo al enterarse que la imagen había sido encontrada en el sitio secreto que había sido revelado en el sueño.

El devoto que fue a España a fines del siglo XVII, ordenó tallar una imagen igual a la venerada en el Monasterio de la Virgen de Regla. Fue esa la que trajo a la villa, para permanente reverencia. Desde entonces está allí. Aún más morena y más prieta que la Virgen de la Caridad, imagen par en símbolo y resonancia de fe. Curioso símbolo también: el 8 de septiembre fue instalada la Virgen de Regla en su Santuario. Una sola llama, una sola devoción une a las dos imágenes, y un mismo 8 de septiembre crece la reverencia.

En ambas imágenes el primor del manto regio, de la corona esplendorosa y de la sublime fe. Y en ambas imágenes: el niño en uno de los brazos y la otra mano en actitud de bendecir.

Las dos vírgenes morenas

Curioso símbolo de unidad que atrae la fe de un pueblo. Y más significativo aún, puesto que en los ritos y devociones afrocubanos estas dos vírgenes morenas tienen igual reverencia. Acaso el culto nació en el Africa y allí se correspondieron los símbolos. Acaso -como piensa Juan Luis Martín- los misioneros en Angola, al hablar de la Virgen sembraron -sin proponérselo la equivalencia a esa otra deidad africana. Y en aquellas tierras crecieron las nuevas semillas de la fe.

En las creencias afrocubanas la Virgen de Regla equivale a Yemayá y la Virgen de la Caridad del Cobre a Ochún. Yemayá sugiere la Virgen de la mar en calma. Es la patrona de la bahía de La Habana -la ciudad tiene en San Cristóbal su viejo protector. Ochún es la mar en movimiento. Las abluciones en homenaje a Yemayá tienen algo del rito a la virgen de las barcas. Yemayá fue la que apartó las aguas por encargo de Dios (Olofi). Ambas vírgenes son símbolos ante las tempestades. Los navegantes las invocan y las han fijado como refugios en las tormentas. En la historias de los navegantes cubanos hay no pocos salvados gracias a algún milagro de la Caridad o de la Virgen de Regla.

Así están estas dos imágenes unidas por una misma fe y reverenciadas en un mismo día por el pueblo: la Virgen de Regla, cuidando la había de La Habana y la de la Caridad -reina y señora de las montañas y de la fe. Hacia ellas se levantan los ojos del pueblo y la virgen morena del Cobre y Nuestra Señora de Regla, morena también, son más que nunca amparo y fe en la esperanza de un pueblo.





| Publicación del 8 de Septiembre de 1957 | Revista Bohemia |
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Última Revisión: 1 de Julio del 2003
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