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“Un Libro Sobre Martí” |
por Angel Lázaro |
Tratamos de reproducir el artículo “Un Libro Sobre Martí” por Angel Lázaro lo más fiel posible a como aparece en la revista Carteles, publicada en La Habana, Cuba, el 27 de Enero de 1952. Hacemos arreglos mínimos para actualizar la acentuación ortográfica. |
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“Un Libro Sobre Martí” |
“por Angel Lázaro” |
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“¿Qué tiene este libro de Néstor Carbonell sobre José Martí para que, a pesar de las numerosas biografías que sobre Martí hemos leído, lo leamos con avidez, apenas avanzamos las primeras páginas? Fervor. |
“El tono de esta biografía en que el autor, al modo de esos narradores que simulan ser protagonistas de su novela, hace que parezca el propio Martí quien cuenta su vida, es lo que da, a nuestro juicio, su mejor virtud a este libro. El libro está a tono con el biografiado. |
“No nos parece esto cosa fácil, sino esencial para escribir la biografía de tal figura. Hay que contagiarse del tono martiano. De lo contrario, puede hacerse una biografía muy llena de datos, o muy suficiente de juicios, o muy brillante de estilo, o muy demostrativa del talento de quien la escribe, pero nada acorde con el temperamento del biografiado. Lo peor en este último caso está en que entonces el biógrafo aparece como un frío coleccionador de personajes históricos, que mira al biografiado con cierta superioridad crítica, cual si dijera: "No crean ustedes que voy a dejarme arrastrar por la vida de mi personaje, o por la admiración y el culto de las gentes hacia una figura de tal aureola... Yo soy un intelectual y he de examinar con todo rigor los valores, prescindiendo de razones sentimentales y patrióticas". |
“Pero sucede con esto, con el caso de Martí, lo que decía don Miguel de Unamuno que sucede con don Quijote: que, así como don Quijote no tiene miedo a ponerse en ridículo, tampoco hay que tenerle miedo al ridículo, a "hacer el ridículo", si se quiere imitar lo quijotesco, emular con la conducta o con la pluma del escritor al gran caballero de ideal. |
“Y ciertamente, Martí es una figura quijotesca. Hay que sangrar con él como con don Quijote; sufrir sus mismas descalabraduras; soportar los desdenes que el soporta, las incomprensiones; pasar sus calamidades y estrecheces; compartir la divina locura de sus versos -como cuando don Quijote desnudo se pone a escribirlos en la corteza de los árboles-, llorar sus mismas lágrimas y aventurarse también con él a dar el grito... El grito con que don Quijote, paralizaba a los arrieros que osaron turbar su vela de armas; y en Martí, el grito con que echa del alma lo mismo sus versos que sus rebeldías. |
“El grito. Gritar sin hacer el ridículo, o afrontándolo, como quería el también quijotesco don Miguel, desterrado un día de España, muerto después mordiendo su frase lapidaria, su grito imborrable: "¡Venceréis, pero no convenceréis!". Por algo don Miguel era tan martiano; también él sabía gritar... |
“Se cuenta de una gran trágica española que cuando alguna meritoria iba a solicitar ingreso en su compañía, solía examinarla de este modo: "A ver, señorita, vaya usted hasta el fondo del escenario y pruebe usted a dar un grito". Si la aspirante sabía gritar, quedaba admitida. Lo otro, podía enseñarse; el grito, no; la voz, no; hay que nacer con ella... |
“Otros poetas, otros escritores, otros oradores pueden igualarse a Martí; pero aquel grito, aquella exclamación que es su muerte, aquel final de último acto en la hermosa tragedia que es su vida, no puede darse con sólo poseer talento, con ser una gran inteligencia, o una gran paciencia, con ser culto y sabio; hay que ser, hay que haber nacido con esa vocación de ideal, con ese destino. Hay que dar el grito supremo: aquel en que la vida se exhala para proclamar el invencible ideal. |
“Confieso que abrí con recelo las páginas de esta biografía de Martí escrita por Néstor Carbonell, a pesar del elogio contenido en la carta prólogo de Juan J. Remos. Se trataba nada menos que de hacer hablar al propio Martí, es decir, de una autobiografía apócrifa. Empeño peligrosísimo. Pero el fervor lo puede todo; de la cantera inagotable que es Martí, podía sacarse otro libro, otra biografía, y Néstor Carbonell la ha sacado, se la ha sacado a sí mismo de su fervor. |
“Su libro nos va ganando poco a poco. Al principio casi nos rebelamos: ¿Cómo? ¿Es qué alguien puede atreverse a hacer hablar a Martí como hablaría Martí mismo? ¿Quién sería capaz de igualar su lenguaje, su pensamiento, su emoción? Esto es lo que pensaría seguramente el propio autor del libro cuándo concibió la idea de escribirlo; pero no le tuvo miedo al ridículo; se contagió de su personaje; olvidó todo prurito literario: vivió dentro de Martí por un conjuro ferviente, por una asombrosa concentración de la voluntad, del recuerdo, de la imaginación, arrastrado por el ímpetu de aquella vida. Y el libro, tomado con recelo entre las manos, se lee casi de un tirón, al mismo ritmo que parece haber sido escrito, no con paciente acopio de datos y fechas, sino contando lo que todos sabemos, lo relatado otras veces, pero sintiéndolo al contarlo, como quien vivió lo que cuenta. |
“Creemos que ésa es la mayor prueba para un libro de esta naturaleza: hacernos olvidar la ficción, y que aceptemos por fin que no habla el biógrafo, sino el biografiado. |
“En el último número de los cuadernos que con el título de Archivo de Martí publica la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, recoge Félix Lizaso una carta de ese gran patriarca de las letras americanas, don Baldomero Sanín Cano, dirigida a don Manuel Pedro González, martiano ilustre residente en Los Angeles, en la que se dice: "Solamente América pudo haber producido una personalidad de tamaño estatura moral e intelectual, de tan hondo significado. En 37 años de la angustia moral y material que afecta a Europa desde 1914, esa parte del mundo, representativa del ápice de una civilización, no ha producido un hombre como Martí, como Bolívar, como Franklin Delano Roosevelt. Es indudable que las civilizaciones llegadas a su punto culminante se hacen estériles en la producción de tipos excelsos". |
“No vamos a analizar aquí -ni somos capaces para ello- por qué Europa ha dejado de producir tipos excelsos, aunque personalmente, y sin más análisis, creemos que sí, que Sanín Cano tiene razón, que Europa no ha producido en lo que va de siglo una figura semejante a las citadas, y que la causa de encontrarse Europa en la crisis presente no es otra que da de no haber dado esa figura -Churchill, que parece ser la gran figura política europea del siglo carece de esa "mística", de esa gran proyección humana, por ser demasiado inglés; en cuanto a España, donde se produce en este siglo un gran movimiento popular, lleno de ansias de libertad y de superación humana, es evidente que no encontró en su segunda República una figura apostólica, indiscutible, capaz de poner de acuerdo a todos, de arrastrar a los más opuestos entre sí, con aquella emoción, aquella "mística", repetimos con que Martí concertaba voluntades, borraba, purificada en su excelsa (que esa es la palabra: excelsa) personalidad todas las miserias de la política-; lo que queremos señalar en estas notas es la valentía, la decisión con que Sanín Cano proclama esa excelsitud y hace la afirmación de que Europa no ha dado en nuestra época un hombre de esa talla, sin temor a que su afirmación parezca enfática, excesiva. Y es que también Sanín Cano procede contagiado por esa mística, y le basta medir, por adivinación, nacida de ese contagio, la talla del personaje. |
“Pues bien: en el libro de Néstor Carbonell vemos igualmente la talla de Martí por irradiación de la personalidad martiana; Martí destella y el biógrafo refleja; no se cree el personaje, pero sé ve que lo ama de tal modo, que quisiera serlo, tener algo suyo, anular la propia personalidad para diluirse, a fuerza de fervor, en la excelsa figura... |
“Y así se salva el libro en su aventurada empresa.” |
José Martí, Apóstol de la República de Cuba |
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